Cádiz CF: aventura en Wall Street

Así fue la epopeya gaditana que hizo posible que por primera vez un equipo de fútbol español iluminara desde la Nasdaq Tower Times Square

La excursión del Cádiz en Times Square el viernes 31 de octubre

La filosofía es la siguiente, yo se la resumo: si nos olvidamos del pequeño lapso de 12.000 años en el que el hombre domesticó el trigo y la cebada, lo que nos abocó al sedentarismo de peli y manta, tenemos que concluir que, en realidad, somos nómadas, exploradores, cazadores. Está en nuestros genes preneolíticos. Y la revolución de la revolución digital, que es la Inteligencia Artificial, ha llegado para devolvernos al nomadismo: “El futuro no es uno donde las máquinas dominen la vida humana, sino uno donde la tecnología potencie la libertad de explorar, la necesidad de movernos y la capacidad de crear lazos con otros. Sólo cuando el ser humano es libre para moverse, pensar y relacionarse, puede alcanzar su máximo potencial”. Bueno, es una opinión. A los nómadas de ahora los llaman inmigrantes y no se les suele tratar con cariño. Filosofía, como dije. Pero aquí vamos a hablar de dinero.

A grosso modo, lo anterior es el manifiesto de Rafael Contreras, el vicepresidente del Cádiz que ha creado una filial tecnológica, Nomadar, y ha llevado a un club profesional de la Segunda División española con un presupuesto de 35 millones (un 2,6% del presupuesto del Real Madrid) y con un escaso patrimonio (el estadio es municipal y su principal activo es una pequeña ciudad deportiva en Puerto Real y una plantilla con un valor estimado de 18 millones) a tocar la campana de Wall Street con un fin muy sencillo: obtener alrededor de 120 millones de euros, que es lo que vale un solo jugador como Lamine Yamal. El viernes 31 de octubre lo consiguió (tocar la campana, no los 120 millones). Una excursión de una docena de paisanos se plantó en Times Square y lo festejó fotografiándose con los colores del Cádiz proyectados en la pantalla de la Nasdaq Tower. Esto es una deferencia de Nasdaq. Una vez que has llegado hasta allí, lo que te ha costado entre dos y tres millones de dólares, tienes derecho a ese momento de gloria.

El momento en el que Vizcaíno y Contreras hacen sonar la campana del Nasdaq

Nomadar -el Cádiz- no ha llegado a Wall Street por ese manifiesto rousseauniano de Contreras, que eso no cotiza. Entrar en el Nasdaq, el segundo mercado de valores del mundo tras la Bolsa de Nueva York con más de 3.000 empresas en cotización, no es tan sencillo como poner un anuncio en Times Square. Entrar en el Nasdaq se resume en un folleto de unas 150 páginas a espacio uno que tiene que estar firmado por un auditor, los abogados de Nasdaq, algún banco de inversión y otra serie de personajes. Nada de lo que digas, a partir de ese momento, se puede salir de lo que está en el folleto. El folleto es la Biblia.

Un trabajo de cuatro años

Llegar hasta ahí es una idea que Contreras tenía en la cabeza desde que entró en el accionariado del Cádiz en marzo de 2021 con el dinero que había obtenido de vender toda su participación en Airtificial. Airtificial es el resultado de una obra suya, Carbures, nacida como una startup universitaria dedicada a la aplicación de la fibra de carbono a la industria aeroespacial. Con Carbures tuvo su primera experiencia en Bolsa. Contreras es de los pocos empresarios andaluces que cree en el mercado bursátil: “Aquí no existe esa cultura. El empresario andaluz prefiere no dar cuentas a terceros y antes invierte con endeudamiento que con financiación externa y, en muchos casos, tienen vértigo a crecer”.

Carbures hizo ganar dinero, mucho dinero, a bastantes inversores y perder mucho a unos cuantos más cuando a una subida estratosférica le siguió un desplome cavernario. No estaban advertidos. Ni Carbures llegó a valer los 800 millones de euros que se le suponía en su momento de máxima cotización en 2013, ni tampoco los menos de cien que se estimaron en su regreso a la ruleta después de suspenderse su cotización tras el escándalo Gowex, que dinamitó todo el mercado tecnológico alternativo (MAB) en 2015. Eso es la Bolsa, hoy estás arriba y mañana no vales nada y muchas veces los picos y caídas de esa montaña rusa no obedecen a ninguna lógica. Por eso, la Bolsa es un termómetro económico, pero no deja de ser un juego, como el fútbol y, como el fútbol, es también un estado de ánimo.

Eso le ha pasado a Nomadar en sus primeros pasos por Nueva York. En su estreno consiguió colocar sus acciones al cierre a 21 dólares y hubo hasta un pico de 57 dólares. Esto suponía un arranque de la marca novata en un valor de 370 millones de dólares, lo que llevó la euforia a la delegación gaditana, pero cuando habían regresado a Cádiz las 240.000 acciones que se habían negociado aquel día fluctuaban entre algo menos de 8 dólares y 10 dólares y el valor había pasado a ser de 180 millones de dólares.

Hablo con Joaquín Martín, que lleva dos semanas en Manhattan moviéndose entre habitaciones de hotel, de reunión a reunión con posibles inversores. Es su tarea, porque él es lo que se llama un CCIRO, es decir, el que se relaciona con los que pueden meter dinero. Está loco por pegarse un paseo por Brooklyn o Queens, pero eso le queda tan lejos como El Puerto de Santa María, que es de donde es. Para Joaquín, esa caída no es preocupante, contaban con ello. Con lo que no contaban era con que cotizara tan alto el primer día.. “Hombre, si me lo dices dentro de seis meses… Pero ahora es normal. El trabajo empieza ahora. No es lo mismo cuando vas reuniéndote con gente antes de la campanilla que cuando estás listado. Ya estás dentro”. Sus interlocutores son bancos de inversión, family office (las empresas que gestionan el patrimonio de millonarios para que sus herederos no tengan que dar un palo al agua) o Real Estate (inmobiliarias).

El pasado año el Cádiz se situó en el top 20 de todos los equipos del mundo que más seguidores ganaron en las redes sociales

Desde Cádiz puede volar la cabeza que a un tipo de Manhattan le pueda importar un pito lo que les cuente Joaquín, pero él me asegura que estamos muy equivocados. “La marca Cádiz no es ninguna desconocida aquí. Aquí se ve mucho fútbol y hay más futboleros de los que piensas. Entonces tú sacas cifras. El pasado año el Cádiz se situó en el top 20 de todos los equipos del mundo que más seguidores ganaron en las redes sociales. Son 65 millones de seguidores en todo el mundo. A partir de ahí consiste en explicarles que esto es un buen proyecto, que es una buena inversión. Porque lo es”.

La operación

Pero vayamos al fondo de la operación. Volvamos a marzo de 2021 y a lo que Contreras le contó al presidente y propietario del club, Manuel Vizcaíno, un sevillano que había aprendido el oficio con el ex presidente del Sevilla José María del Nido en la primera década del siglo. Contreras le dijo, como en la canción de Radio Futura de hace cuarenta años, que el futuro ya está aquí. Y el futuro era Big Data y la Inteligencia Artificial. Sobre la tecnología tendría que pivotar el proyecto, al que bautizaron como Sportech, que haría crecer al Cádiz tanto en el terreno de juego como en lo que en el fondo es un equipo de fútbol: una empresa. Este es el gran dilema del fútbol actual que la Fundación de Raperos Atípicos de Cádiz (FRAC) resumió en su tema, casi un himno, “Odio eterno al fútbol moderno”, una añoranza del fútbol de antaño y una crítica al fútbol como negocio. Pero es que, diga lo que diga el FRAC, el fútbol es un negocio. Así que sigamos con el negocio.

Contreras estaba explorando la aplicación de la inteligencia artificial al fútbol hasta el punto de haber escrito una tesis sobre la materia con la que se doctoró cum laude por la Universidad de Comillas el pasado mes de enero. Y no es que Contreras hubiera descubierto la rueda. La Union St Gilloise es el equipo de una ciudad dormitorio de Bruselas, Forest, de 56.000 habitantes, con una trayectoria histórica en el fútbol belga. Había ganado la liga por última vez en 1935 y, tras la Segunda Guerra Mundial, estuvo penando durante décadas por las categorías inferiores. Hasta que en 2018 se fijó en él un matemático británico, Tony Bloom, que había ganado una fortuna aplicando sus métodos al póquer. En sólo siete años, con sus modelos numéricos, Bloom consiguió ascender al equipo a primera división, el año pasado ganó la Liga belga y esta temporada está compitiendo en la Champions. El Cádiz quiere ser el Union St. Gilloise.

La máxima de Bloom es que “los números te cuentan cosas”. Lo que le dijeron los números es que podía comprar un equipo modesto de la Premier, el Brighton, fichar por diez millones a un desconocido jugador ecuatoriano llamado Moisés Caicedo y vendérselo después al Chelsea por 110 millones. Con el defensa español Cucurella, que jugaba en el Getafe, hizo una operación similar. Lo compró por 18 (en Getafe no se habían visto en otra) y lo vendió por 65 millones. No fue ningún ojeador el que descubrió a Caicedo o Cucurella. Fueron los números.

El primer fichaje de Nomadar para su consejo de administración es alguien que sabe de esto: Peter Moore, el ex director general ejecutivo del Liverpool. A Moore, una leyenda del marketing que desarrolló las consolas de Sega y contribuyó a hacer de los videojuegos la gigantesca industria que son hoy, la propuesta del Cádiz le pareció romántica. Primero porque vio afinidades entre la marca que creó para el Liverpool, una ciudad portuaria, y las potencialidades de Cádiz. Para Moore, “el éxito del Liverpool se basa en el socialismo”. La afición del Cádiz tiene algo de eso: “Liverpool es una ciudad socialista, de tradición obrera, muy unida al puerto. Una vez fue el puerto con más tráfico del planeta. Eso ha cambiado pero queda el sentido de la unidad y de la insularidad”.

Peter Moore levantando la Champions con Van Dijk, una de las estrellas del Liverpool

Y Moore eligió a un socialista alemán, Jurgen Klopp, para dirigir al equipo tal y como recomendó el analista de datos del club, Ian Graham, un doctor en ciencias del deporte. Graham aprendió de los métodos de los analistas de datos del béisbol, con variables mucho más limitadas, y, aplicando esos métodos, ficharon al crack egipcio Salah. Moore, una eminencia en el mundo de las nuevas tecnologías en Estados Unidos, abre puertas. Puertas como las del Nasdaq. El viernes 31 viajó desde California, donde vive, hasta Nueva York para asistir a lo de la campanilla. Ha prometido que no pasa de esta temporada que venga a Cádiz a ver un partido, lo que puede tener el riesgo de encontrarse con un cero a cero contra el Andorra.

Sport City es algo más que una ciudad deportiva: es un laboratorio

Pero para entrar en Nasdaq hace falta todavía algo más. Hay que tener unas cuentas auditadas, un mínimo de capital, bancos de inversión que hagan de cuidadores del mercado… y un plan de negocio. Ese plan de negocio es Sport City (Sportech), que es algo más que una nueva ciudad deportiva con posibilidades comerciales que incluyen un centro de eventos para 40.000 personas: es un laboratorio. Y cuesta 371 millones. Se lo podrían explicar a los bancos y que les prestaran -o no- el dinero, pero Contreras prefiere contárselo a los inversores. ¿Y por qué no en España? Porque Contreras no tiene fe en que aquí se entienda su visión. En el Ibex 35 apenas hay presencia de empresas tecnológicas. En Estados Unidos las cinco grandes tech (Nvidia, Microsoft, Apple, Alphabet y Amazon) valen tanto como los cinco mayores mercados bursátiles del mundo tras los neoyorquinos. Los cinco billones de valor de Nvidia, según muchos, pueden ser tan reales como los 800 millones en su día de Carbures. Es posible que en este mercado de alta temperatura especulativa nos encontremos en la antesala del estallido de la burbuja de la Inteligencia Artificial. ¿Qué retorno para el inversor pueden tener esas cantidades tan astronómicas? Pero lo cierto es que en Estados Unidos el mercado se mueve.

El hecho es que la Liga Profesional firmó un acuerdo en 2021 con el fondo de inversión CVC por el cuál éste ponía 2.700 millones de euros sobre la mesa a cambio de un 10% del negocio de los derechos comerciales de la Liga por 50 años. El dinero de CVC iría a parar a los clubes, pero el 70% tendría que gastarse en infraestructuras, nada de comprar jugadores. En ese reparto al Cádiz le corresponden 20 millones. Muy poco para un proyecto tan ambicioso, pero es el que ha servido de palanca para iniciar la operación Nasdaq.

El suelo

Y echemos el balón al pasto. El Cádiz se ha presentado en Nueva York con una idea que puede ser muy atractiva pero con las manos vacías. En 2022 compró los terrenos de la antigua factoría de Delphi en Puerto Real, donde en 2007 se enterraron 1.900 puestos de trabajo. Sobre esa pieza de chatarra industrial pesaba un expediente de expropiación a favor del proyecto de ampliación de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, que preside la ex alcaldesa Teófila Martínez. Tras algún forcejeo legal, al Cádiz no le quedó más remedio que doblar el brazo. Todo lo que ha sacado de esa operación ha sido esa, vender la chatarra.

Contreras se iba a encontrar con un incondicional aliado del mismo partido que Teófila Martínez, que, en el fondo, era quien había abortado el plan inicial. El alcalde de El Puerto, Germán Beardo, una especie de verso libre del PP al que una lesión le truncó su carrera de futbolista cuando era juvenil del Benfica, brindó un plan B. Primero les ofreció unos terrenos en un pinar conocido como el Madrugador, que había acogido el manicomio de la provincia hasta los años 90 para luego convertirse con fondos europeos en algo así como una universidad turística que nunca llegó a ninguna parte porque nadie hizo nunca nada para que lo fuera. Allí, en un edificio semiabandonado, el Cádiz se instaló de prestado para acoger a aspirantes a jugadores de múltiples nacionalidades hasta que Diputación, que era la propietaria de los terrenos, le paró los pies a Beardo.

Entonces Beardo, por obra y gracia de su mayoría absoluta, sacó un plan C. Ahora mismo el Cádiz ha adquirido a unos particulares 290.000 metros cuadrados en un terreno rústico de alta protección cercano a El Madrugador, a los pies de la sierra de San Cristóbal, y conocido como la Vega de los Pérez. A principios del siglo XX era el hipódromo de El Puerto. Ese erial es el que se pasea en Manhattan como futuro enclave del centro de eventos de Sport City. El nuevo Plan General debe de transformar la alta protección rural en un uso diferente para que el proyecto enfile si el Nasdaq obra su magia. Por eso Beardo estaba celebrando con toda la expedición cadista el campanillazo en Nueva York el 31 de octubre como si el Cádiz hubiera eliminado por penaltis al mismísimo Union St.Gilloise y él hubiera lanzado la pena máxima. Pero lo cierto es que el partido acaba de comenzar.

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