La empresa familiar aprueba la situación económica actual, pero muestra preocupación por el absentismo laboral

El 61% de los empresarios muestran ambición de cara a 2026 y esperan aumentar sus ventas

La empresa familiar se reúne para reivindicar el valor de su origen

José Luis Blanco, director general IEF.
José Luis Blanco, director general IEF. / IEF

La empresa familiar llega al Congreso Nacional con una visión económica tan prudente como persistente. En la encuesta que el Instituto de la Empresa Familiar realiza desde 2008, los empresarios otorgan a la situación económica actual un 5,66 sobre 9, una ligera mejora respecto al 5,55 de 2023, pero que no oculta el pesimismo latente. La economía, dicen, aprueba, pero no despega.

Con la mirada puesta en los próximos meses, el diagnóstico es claro: un 48% prevé un crecimiento moderado de la actividad con limitada creación de empleo, mientras que un 47% espera un avance frágil sin generación de nuevos puestos de trabajo. Solo el 5% confía en un crecimiento rápido con intensa contratación. Aun así, hay ambición: de cara a 2026, el 61% de las empresas familiar espera aumentar ventas, frente a un 32% que anticipa cifras similares y un 7% que teme una caída.

En empleo, el 52% prevé mantener su plantilla, el 39% incrementarla y tan solo el 9% reducirla. El optimismo medido convive con riesgos muy concretos. El absentismo laboral se convierte en la principal amenaza para el 55% de los encuestados, seguido de la dificultad para encontrar profesionales cualificados (52%) y los cambios regulatorios (51%). También preocupan los factores geopolíticos (38%), el incremento de costes de producción (24%), la situación de infraestructuras (13%) y, en menor medida, la brecha de innovación (9%).

El arraigo territorial, tema central del lema del congreso "Origen y destino”, muestra su fortaleza, pero también sus grietas. El 71% de los empresarios confiesa tener problemas para encontrar trabajadores dispuestos a permanecer en el lugar de origen, y un 48% denuncia trabas administrativas o deficiencias en servicios públicos. Además, un 33% percibe menor competitividad, un 28% cita dificultades de logística e infraestructuras, y un 24% menciona la falta de sucesores como obstáculo para continuar donde nacieron.

Aun así, las razones para quedarse pesan más que las dificultades. El 81% mantiene su empresa en su territorio por compromiso y responsabilidad con el entorno, el 75% por arraigo, y un 28% por mejora de la reputación. Apenas un 17% lo hace por fiscalidad, y solo un 12% menciona el apoyo de la Administración como motivo, algo coherente con otro dato: el 68% afirma no recibir ningún tipo de ayuda institucional, frente a un 22% que percibe respaldo simbólico y apenas un 10% que reconoce ayudas directas.

Desde la óptica del país, los empresarios ven ventajas claras en mantener las compañías en su lugar de origen: el 74% destaca la generación de actividad y empleo, el 57% la estabilidad y futuro para la zona, el 50% la vertebración geográfica y el 34% el impacto social y medioambiental positivo. En menor medida se menciona la contribución a la autonomía estratégica (19%) o los recursos aportados a la Administración pública (12%).

Sobre el futuro de sus negocios, los objetivos estratégicos están bien definidos: ganar dimensión e internacionalizarse (65%), asegurar el relevo generacional (59%), potenciar la innovación (53%), incorporar la inteligencia artificial (35%) e impulsar el propósito vinculado al territorio (29%). Y saben qué gobiernos condicionan esos planes: el 36% señala a la Administración nacional, seguida de la europea (25%), la autonómica (24%), la local (8%) o ninguna (7%).

¿Y quién tomará el relevo? Según los participantes, los jóvenes lideran las empresas familiares sobre todo por orgullo de pertenencia (74%), sentido de responsabilidad (57%), decisión personal (49%), cultura empresarial (33%) o, en menor medida, por obligación (12%).

Finalmente, la valoración social del empresario familiar mejora. Para el 63% es positiva, para el 15% muy positiva, mientras que un 21% cree que sigue siendo negativa y solo un 1% muy negativa. ¿Y por qué la sociedad confía más en estas compañías que en los fondos de inversión? Por su visión a largo plazo (66%), su capacidad de ofrecer estabilidad y futuro al territorio (62%), y por tener en cuenta al entorno en sus decisiones estratégicas (59%). Otros valores asociados son la agilidad en las decisiones (36%) o, en contraste, un 16% que sostiene que no existe una mayor valoración.

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