Medidas para la sostenibilidad de la red eléctrica

Tras el apagón se ha podido comprobar que con las renovables no se desestabiliza la red provocando sobretensiones ni efectos indeseados, pero tampoco ayudan a estabilizarla.
El Gobierno ha sacado ya sus conclusiones en cuanto a que lo sucedido se debe a Red Eléctrica (REE) y las energéticas privadas. A su vez REE ha indicado que cumplió con su obligación, señalando a las energéticas privadas y éstas, con Iberdrola a la cabeza, apuntan a una gestión negligente de REE. Un lío difícil de desenmarañar que hace complicado señalar contundentemente quién es el culpable.
FEDEA, un think tank, que está apadrinado por las grandes empresas del Ibex, alza la voz de alarma sobre la posibilidad de que las energías renovables no puedan con la demanda que se genere en un futuro, sobre todo, para sustituir la aportación de energía de base que es característica de la generación nuclear.
Además, se advierte, que sin un mecanismo de capacidad y flexibilidad que salvaguarde el sistema frente a variaciones de tensión y complemente los ingresos en los mercados, a corto plazo es precipitado dejar solas a la fotovoltaica y la eólica.
En un entorno de electrificación creciente, todo apunta a que los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no se cumplirán y con toda seguridad será necesario el uso del gas para el ciclo combinado y esto encarecerá el recibo de la luz (como ha sucedido tras el apagón) y, también, aumentarán las emisiones, lo cual va contra los objetivos primordiales que establece el PNIEC.
Todo ello agravado por las debilidades que ha demostrado el sistema eléctrico español, especialmente el que se refiere a su capacidad para integrar grandes volúmenes de generación renovable sin poner en riesgo la estabilidad de la red.
Para evitar lo anterior, sería necesario elevar la capacidad de almacenamiento de energía de España, que se ha revelado como una de las grandes asignaturas pendientes. Se trata de guardar electricidad renovable en las horas de mayor producción e inyectarla en la red en los momentos de mayor demanda, lo que bajaría los precios y se sumaría a la seguridad de suministro.
Veamos la capacidad de almacenamiento actual de España: por hidroeléctricas y bombeos reversibles podría estimarse unos 6,3 GW, por almacenamiento térmico
(centrales termosolares con almacenamiento) 1 GW, y con instalaciones que se están montando y existentes con baterías 0,3 GW; en total 7,6 GW.
El PNIEC prevé alcanzar 22 GW de capacidad de almacenamiento para el 2030, con lo que podría sustituirse la producción nuclear, una meta que FEDEA considera inalcanzable, salvo sorpresa. Según el informe se considera factible llegar a los 9 GW hidroeléctricos y de bombeo, desde los 6 actuales, pero en almacenamiento con baterías conseguir el resto hasta los 22 GW es una utopía, ya que está todo por hacer.
No se puede afirmar con certeza que más almacenamiento habría evitado el fallo eléctrico, pero los expertos coinciden con que la falta del mismo, la falta de una buena e inteligente red eléctrica y la falta de conexiones internacionales han ocasionado esta crisis energética.
Sin embargo, es necesario a su vez tener en cuenta dos temas que se han agravado. El primero de ellos se refiere a la energía fotovoltaica y la eólica, que son por antonomasia las renovables. La fiebre y la magia de éstas han perdido fuerza y su financiación se ha ralentizado porque curiosamente, en ocasiones, su coste es cero. Dada la entrada masiva de la tecnología solar en las horas centrales del día quienes producen esta tecnología ofertan su generación a cero euros o, incluso, a cifras negativas. Esto pone nervioso a los bancos de inversión o a las entidades financieras porque no les resulta rentable.
El almacenamiento energético será clave para que las renovables tengan un sentido completo; producir cuando haya sol o viento y, en su caso, guardarlo para utilizarlo cuando deje de haber. Habrá que convencer a las entidades financieras para que entiendan que el almacenamiento puede ser un buen negocio.
En esta línea, se ha aprobado el Real Decreto-ley 7/2025 de 25 de junio, a partir del apagón, que contempla una serie de medidas de simplificación de estas instalaciones, agilizando los permisos y exención de trámites de evaluación ambiental si la instalación de almacenamiento se encuentra dentro del perímetro de una planta que haya recibido ese visto bueno. Asimismo, se ha aprobado una importante inversión para fortalecer la rede eléctrica, mediante la instalación de compensadores sincrónicos, nuevas subestaciones y distintos dispositivos para garantizar el suministro en cualquier circunstancia.
Otra de las medidas que se contempla para estas instalaciones es la parada de los plazos ante las paralizaciones cautelares y recursos judiciales, lo que suponía que muchas empresas corrían el riesgo de perder la inversión ya realizada y el acceso a la red concedido antes de que se resolviera el caso ante los tribunales o ante la administración.
El segundo problema es que, a pesar de la apuesta europea por las energías renovables, el gas sigue siendo una pieza fundamental en el mix energético a través de las centrales eléctricas de ciclo combinado, ahora más activas en
España después del apagón de febrero e incluso en la propia UE, teniendo en cuenta el veto al gas ruso. Por ello, la demanda de Gas natural para generación eléctrica ha crecido un 68% el pasado mes de mayo frente al mismo mes de 2024.
El despliegue rápido del almacenamiento favorecido por las medidas de dicho Real Decreto, en el aspecto de favorecer la inversión, y la creación de una red inteligente más extendida por todo el territorio hacen que Andalucía y buena parte de España puedan seguir con el desarrollo de renovables y, de este modo, evitar el encarecimiento de la energía por el uso indiscriminado del gas.
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