Meta gana su juicio antimonopolio... gracias a Tik Tok
Un juez estadounidense desestima la demanda de la FTC contra Meta por sus adquisiciones de Instagram y WhatsApp, precisamente porque tuvo que transformarse ante la competencia de la red social china.
El juez James E. Boasberg ha firmado una sentencia de 89 páginas que cierra -al menos por ahora- uno de los casos antimonopolio más emblemáticos de la era digital.
Meta Platforms, la empresa matriz de Facebook, ha vencido a la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC) en su intento por revertir las adquisiciones de Instagram (2012) y WhatsApp (2014). Lo fascinante del fallo no es el resultado, sino el argumento: el mercado que la FTC quería proteger simplemente ya no existe.
El documento se abre con una referencia casi literaria a Heráclito, el filósofo griego que proclamaba que nadie se baña dos veces en el mismo río. La metáfora resume el problema fundamental del caso: cuando la FTC presentó su demanda en diciembre de 2020, describía un panorama de redes sociales que ha desaparecido por completo. Para cuando el juicio llegó a los tribunales en 2025, las aguas ya habían arrastrado ese mundo hacia otra parte.
Una tesis que se evaporó
La teoría de la FTC era aparentemente sólida en el papel. Según la agencia, existía un mercado específico y diferenciado de "redes sociales personales" (PSN, por sus siglas en inglés): aplicaciones donde la gente se conecta con amigos y familiares, comparte momentos de su vida cotidiana y mantiene el contacto con su círculo cercano. En ese mercado, argumentaba la FTC, solo competían cuatro aplicaciones: Facebook, Instagram, Snapchat y una plataforma menor llamada MeWe.
Tik Tok y YouTube, por el contrario, pertenecían a otro universo: eran plataformas de entretenimiento donde los usuarios consumen videos de desconocidos. La distinción parecía lógica: una cosa es publicar fotos de tus vacaciones para que las vean tus amigos, otra muy distinta es pasar horas viendo videos virales de gente que no conoces.
Con esta segmentación, la FTC sostenía que Meta controlaba un monopolio en las redes sociales personales. Y que había preservado ese monopolio no compitiendo mejor, sino comprando a sus rivales emergentes: primero Instagram, luego WhatsApp. Si no puedes vencerlos, cómpralos.
El problema es que esa realidad -si alguna vez existió- se desvaneció mientras los abogados redactaban alegatos.
Números que destruyen un argumento
El juez Boasberg presenta datos que hacen añicos la narrativa de la FTC. Los estadounidenses pasan actualmente solo el 17% de su tiempo en Facebook viendo contenido de sus amigos. En Instagram, esa cifra cae al 7%. El resto del tiempo lo dedican a una actividad que suena más a Tik Tok que a la red social tradicional: ver Reels, esos videos cortos de desconocidos que un algoritmo de inteligencia artificial les recomienda basándose en sus intereses.
La transformación es radical. Reels se ha convertido en la parte más utilizada de Facebook. En Instagram, los usuarios pasan la mayor parte de su tiempo consumiendo estos clips. Y lo verdaderamente revelador: esos Reels son, según reconocen los propios ejecutivos de las plataformas, "virtualmente -y deliberadamente- indistinguibles" de los videos de Tik Tok y de los Shorts de YouTube.
¿Qué pasó con todas esas fotos de bodas, bebés y vacaciones que supuestamente definían a Facebook e Instagram? Siguen ahí, pero cada vez más marginales. La gente publica mucho menos que antes en sus feeds públicos. Cuando quieren compartir algo con amigos, lo hacen mayoritariamente por mensaje privado o texto. El feed público se ha convertido en un río de contenido algorítmico donde los amigos son apenas una gota.
Un dato lo dice todo: en 2018, Facebook registraba 63 mensajes privados por cada publicación pública. La red social "para conectar con amigos" se usa principalmente como mensajería privada para consumir contenido de extraños.
Pruebas aplastantes
Pero el juez no se conforma con describir cómo han cambiado las aplicaciones. Presenta pruebas experimentales y observacionales de que los usuarios tratan a Tik Tok y YouTube como sustitutos directos de Facebook e Instagram. Y aquí es donde el fallo se vuelve demoledor para la FTC:
- India: Cuando el gobierno indio prohibió Tik Tok en 2020, los usuarios indios aumentaron su tiempo en Facebook más del 60% y en Instagram un 150%. Si las aplicaciones pertenecieran a mercados separados, como insistía la FTC, esto no tendría sentido. Pero ocurrió. Los usuarios buscaban llenar el vacío de Tik Tok y recurrieron masivamente a las plataformas de Meta.
- El apagón de Tik Tok en Estados Unidos: En enero de 2025, cuando Tik Tok estuvo fuera de servicio durante medio día antes de la prohibición temporal en Estados Unidos, el uso de Instagram se disparó dramáticamente, y Facebook experimentó un aumento similar. Los propios ejecutivos de Meta reconocieron internamente que este episodio demostraba que "no hay duda de que competimos con Tik Tok".
- El colapso de Meta en 2021: La causalidad también funciona al revés. Cuando Facebook e Instagram sufrieron un apagón de varias horas en octubre de 2021, ¿adónde fueron los usuarios? Principalmente a Tik Tok y YouTube. El mayor aumento de uso lo experimentó Tik Tok, seguido de YouTube. Snapchat, que supuestamente era el competidor directo según la FTC, tuvo un incremento mucho menor.
- El experimento del pago: El economista John List, experto de Meta, diseñó un experimento con 6.000 usuarios. Les pagó 4 dólares por cada hora que redujeran su uso de Facebook o Instagram. ¿A qué aplicaciones desviaron ese tiempo? YouTube fue el primer destino, seguido de Tik Tok. Cuando se mide qué aplicaciones utilizan desproporcionadamente cuando no están en Meta, el orden es claro: Tik Tok, YouTube y Snapchat.
La convergencia inevitable
El juez también documenta cómo las propias plataformas han ido copiándose descaradamente unas a otras, diluyendo cualquier frontera que pudiera existir entre mercados separados.
Meta creó Reels como una réplica exacta de Tik Tok para evitar que sus usuarios emigraran. La inversión fue colosal: unos 4.000 millones de dólares anuales en desarrollo, más el coste de oportunidad de mostrar menos publicidad en Reels que en otras secciones (porque era nuevo y querían enganchar a los usuarios). La estrategia funcionó: Reels logró retener usuarios. Pero al hacerlo, Meta transformó sus aplicaciones en algo mucho más parecido a Tik Tok.
Tik Tok, por su parte, ha ido añadiendo funciones sociales tradicionales: permite importar listas de amigos de Facebook e Instagram, tiene una pestaña de "Amigos" donde ves contenido de conocidos, incorpora mensajería directa. Como escribió un ejecutivo de Meta a sus empleados: "Alguien preguntó '¿Estamos persiguiendo a TikT ok?' Me gusta darle la vuelta: '¿Está Tik Tok persiguiéndonos a nosotros?' [...] Veo cada vez más funciones sociales cada día".
YouTube lanzó Shorts, su versión de videos cortos que compite directamente con Reels y Tik Tok. Snapchat inventó las Stories (publicaciones que desaparecen en 24 horas), y Facebook, Instagram y Tik Tok las copiaron al dedillo. Incluso YouTube intentó su propia versión de Stories, aunque sin mucho éxito.
Los creadores de contenido publican los mismos videos en las cuatro plataformas. Compiten todas por atraer a los mismos influencers. Ofrecen las mismas herramientas de edición. Usan los mismos algoritmos de recomendación basados en inteligencia artificial.
¿Cómo defender que pertenecen a mercados separados cuando deliberadamente se están convirtiendo en clones unas de otras?
Argumentos económicos que no convencen
La FTC intentó varios argumentos económicos para demostrar que Meta tenía poder de monopolio. El juez los desmonta uno por uno.
- Los beneficios excesivos: La agencia argumentaba que Meta gana demasiado dinero, señal de que puede cobrar precios de monopolio. El juez responde que no hay evidencia de que los beneficios de Meta sean superiores a los de otras empresas tecnológicas exitosas. Y que beneficios altos pueden deberse a buena gestión, eficiencia excepcional, inversiones acertadas o simple suerte. Sin descartar esas alternativas, los beneficios elevados no prueban nada.
- La degradación de calidad: La FTC sostenía que Meta había empeorado sus aplicaciones aumentando la cantidad de publicidad, lo que equivaldría a subir precios (ya que las apps son gratuitas). El juez considera esto insostenible. Meta ha añadido constantemente nuevas funciones: Stories, Reels, Marketplace, mejoras en mensajería. Es imposible sostener que los usuarios preferirían la versión de Facebook de hace diez años a la actual.
- Anuncios: el impacto en los usuarios es mínimo. Meta hizo un experimento mostrando a un grupo de usuarios Facebook sin publicidad alguna. Resultado: usaron la aplicación apenas un 7% más. Eliminar todos los anuncios, el cambio más radical imaginable, apenas afecta al comportamiento. Difícil argumentar que ajustes marginales en la cantidad de publicidad constituyen un abuso de poder de monopolio.
- La discriminación de precios: Meta muestra más anuncios a algunos usuarios que a otros, personalizando según cuánto les molesta la publicidad. La FTC argumentaba que esto demuestra poder de monopolio. El juez responde que casi todas las empresas del mundo hacen discriminación de precios: cines con descuentos para estudiantes, aerolíneas que cobran más a quien reserva tarde, farmacias con descuentos para jubilados. Es ubicuo. No distingue a los monopolios de los mercados competitivos.
La cuota de mercado que mata el caso
Pero incluso si todo lo anterior fuera discutible, hay un número que sentencia el caso: la cuota de mercado de Meta.
Si el mercado relevante incluye a Facebook, Instagram, Snapchat, MeWe, Tik Tok y YouTube -como concluye el juez-, la cuota de Meta medida por tiempo de uso es aproximadamente del 40% (el porcentaje exacto está parcialmente tachado en el fallo público). Si se excluye YouTube y solo se incluye Tik Tok, la cuota sigue siendo inferior al 60%.
La jurisprudencia estadounidense es clara: el Tribunal Supremo nunca ha encontrado monopolio con menos del 75% de cuota de mercado. Los tribunales inferiores suelen exigir entre 70% y 80%. El precedente clásico, el caso Alcoa del juez Learned Hand, estableció que "es dudoso que el 60-64% sea suficiente" para poder de monopolio.
Además, la cuota de Meta está cayendo. Tik Tok, que apenas existía en el mercado estadounidense hace siete años, ha crecido exponencialmente. Los documentos internos de Meta muestran una preocupación obsesiva por la competencia de Tik Tok, con ejecutivos describiendo cómo les está quitando usuarios jóvenes a un ritmo alarmante.
Como escribe el juez: "Si 'el poder de monopolio es el poder de controlar precios o excluir competencia', entonces ese poder parece haberse escapado de las manos de Meta".
La paradoja del veredicto
Lo irónico de esta sentencia es que Meta ganó el caso precisamente porque casi pierde la guerra. La empresa se vio obligada a transformarse radicalmente para competir con Tik Tok. Tuvo que abandonar su modelo original de "red social para amigos" y convertirse en una plataforma de contenido algorítmico de entretenimiento. Invirtió miles de millones en Reels. Cambió completamente la experiencia de usuario de sus aplicaciones.
¿El resultado? Dejó de ser el monopolio que la FTC decía que era. O al menos dejó de operar en el mercado cerrado que la agencia había descrito.
La FTC aprobó originalmente las compras de Instagram y WhatsApp cuando ocurrieron. Años después cambió de opinión y demandó para deshacerlas. Pero el sistema judicial es lento. Para cuando el caso llegó a juicio, el mundo había cambiado tanto que la premisa fundamental de la demanda había caducado.
El juez lo expresa con elegancia en su conclusión: "Con aplicaciones que surgen y se desvanecen, persiguiendo modas y abandonándolas, añadiendo nuevas características cada año, la FTC ha luchado comprensiblemente para fijar los límites del mercado de Meta. Aun así, continúa insistiendo en que Meta compite con los mismos viejos rivales de la última década [...] Ya sea que Meta disfrutara o no de poder monopolístico en el pasado, la agencia debe demostrar que continúa manteniendo tal poder ahora. El veredicto del Tribunal determina que la FTC no lo ha logrado".
Preguntas que quedan en el aire
Esta sentencia plantea cuestiones sobre la regulación antimonopolio en la era digital. Si los mercados tecnológicos evolucionan más rápido que los tribunales, ¿tiene sentido el modelo actual de supervisión? Cuando la FTC tardó cinco años en llevar un caso a juicio, el ecosistema competitivo se había reconfigurado por completo.
También cuestiona la narrativa popular sobre los gigantes tecnológicos. Meta es presentada habitualmente como un pulpo tentacular que devora competencia y controla mercados. Pero este fallo documenta una realidad diferente: una empresa que tuvo que gastar miles de millones y transformarse completamente porque un competidor chino la estaba destrozando. El CEO de Meta, Mark Zuckerberg, describió a Tik Tok como "el competidor más efectivo al que nos que hemos enfrentado jamás". No suena exactamente a lenguaje de monopolista cómodo.
Por supuesto, ganar este caso no significa que Meta sea inocente en otras áreas. La empresa afronta un serio escrutinio regulatorio en múltiples frentes: privacidad de datos, moderación de contenidos, publicidad política, protección de menores.
Este veredicto solo resuelve una pregunta específica: si Meta mantuvo ilegalmente un monopolio mediante las adquisiciones de Instagram y WhatsApp. La respuesta, al menos según el juez Boasberg, es no.
La FTC puede apelar, por supuesto. Pero tendrá que hacerlo argumentando que un mercado que ya no existe debería seguir siendo la base para desmantelar una empresa. Una tarea que, como el río de Heráclito, parece fluir inexorablemente en una sola dirección.
Mientras tanto, Meta ha obtenido una victoria judicial importante. No porque fuera más fuerte, sino porque tuvo que volverse diferente para sobrevivir. En el capitalismo digital, al parecer, la mejor defensa contra una acusación de monopolio es casi morir de competencia.
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