El mercado político

Tribuna Económica

19 de junio 2025 - 04:01

La debilidad del Gobierno, acrecentada por los escándalos de corrupción, abre una nueva etapa de negociación con las fuerzas políticas que traen a colación el que podríamos considerar como postulado básico de la economía política: las decisiones políticas no persiguen el interés general, sino el particular o corporativo.

A estas alturas puede parecer incluso absurdo el planteamiento, pero hasta hace unas décadas los políticos eran para la ciencia política y para la economía personas honorables cuyas decisiones perseguían el bien común. La intervención política en la economía se justificaba por los fallos de mercado (externalidades, ausencia de competencia o bienes público de uso no excluyente), pero en el resto de los casos había que confiar en la capacidad del mercado para una asignación eficiente de los recursos, compatible con el interés público. Los ingredientes estrictamente políticos de la política económica resultaban irrelevantes y no había que perder el tiempo en su estudio.

Todo esto cambia a mediados del pasado siglo, tras la incorporación de la elección racional al análisis económico. Viene a decir que los políticos son también agentes racionales, cuyo interés particular o corporativo (partidista) influye en el diseño de las políticas. Los modelos de elección pública (public choice) empiezan posteriormente a indagar en el conflicto entre intereses privados y públicos y en las características de un mercado muy particular, el político, en el que los bienes que se intercambian son las decisiones políticas.

La nueva economía institucional es una corriente de pensamiento que comenzó enarbolando la trascendencia de los costes de transacción (Coase y Williamson) y postulando la calidad e independencia del tejido institucional como solución a los conflictos de interés. Los costes de transacción son gastos presentes en toda transacción comercial, normalmente ajenos al precio de bien intercambiado, que incluye costes de asesoramiento, contratación, burocracia, comisiones de intermediación, etc.

Los modelos apuntados tienen como finalidad identificar las fuentes de inestabilidad macroeconómica, pero vienen a cuento en el contexto de cualquier negociación política, como la promovida por el presidente del Gobierno. Es el mercado político español en el que se intercambian decisiones políticas que afectan al interés general. Los costes de transacción son elevados, pero merecen la pena porque la recompensa es mantener el poder.

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