Política estéril

Tribuna económica

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se dirige al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Ejecutivo.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se dirige al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Ejecutivo. / EFE

21 de noviembre 2025 - 06:00

España llega a 2025 con unas cifras que, a primera vista, invitan al optimismo: un crecimiento que supera la media europea, un mercado laboral que sigue creando empleo y unas cuentas públicas cuya trayectoria apunta a una moderación gradual del déficit. Sin embargo, bajo esta fachada late un conjunto de debilidades que se arrastran desde hace décadas. Y lo más preocupante es que la política nacional, lejos de abordarlas, permanece detenida en un estancamiento improductivo que impide cualquier avance. Una política estéril.

El crecimiento de los últimos años se ha apoyado en gran parte en la incorporación de trabajadores inmigrantes y la estructura productiva evoluciona sin resolver sus carencias fundamentales. La productividad continúa siendo el talón de Aquiles de la economía, asentada en sectores de servicios de bajo valor añadido y sensibles a cambios estacionales o perturbaciones externas. La inversión en innovación sigue rezagada respecto a los países de referencia, lo que limita la transición hacia actividades tecnológicas y competitivas. Además, la estructura laboral, aun con mejoras recientes, no ha superado del todo la inestabilidad, y muchos profesionales cualificados buscan oportunidades en otros países, lo que agrava la dificultad para retener talento.

La elevada deuda pública restringe la capacidad para reaccionar ante futuros episodios de tensión económica. Persisten dependencias externas críticas en energía, tecnología y equipamiento industrial, y el peso de la industria continúa siendo reducido en comparación con otras economías del entorno. A esto se suma un problema de primer orden: el acceso a la vivienda, que se ha convertido en un obstáculo casi insalvable para los jóvenes. La escasez de oferta presiona los precios al alza muy por encima del ritmo de los salarios, comprometiendo su autonomía y capacidad de ahorro.

Nada de esto es menor, pero lo peor es que el debate político que debería afrontar estas grandes debilidades simplemente no existe. La discusión pública se ha transformado en una sucesión de bloqueos y posiciones rígidas que imposibilitan la negociación y paralizan cualquier intento de reforma. Insultos e insultos es lo único que presenciamos. Este clima ya no sorprende a nadie dentro del país, también deteriora la imagen exterior. El Financial Times lo resume esta semana en su artículo Spain’s booming economy collides with a barren politics: “la tóxica política interna sigue poniendo obstáculos en el camino”. Una economía dinámica, pero atrapada en una política incapaz de acompañarla.

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