Información privilegiada
Miguel Ángel Noceda
40 años en Europa
Exportación
Guinea Ecuatorial es una rareza africana, aunque sólo sea porque es el único país africano en el que la lengua oficial es el castellano. Su historia también es particular, si bien la relación de la metrópoli con la colonia tiene el origen de todo el colonialismo africano: el tráfico de esclavos. De allí partían, vía Cádiz, para América y por eso los territorios que hoy son aproximadamente Guinea dependían no propiamente de la Corte, sino del virreinato de La Plata. Y es por eso también que una de las dos grandes islas que pertenecen al país, Annobon, reclama su independencia... o ser argentina.
Lo cierto es que España nunca aprovechó la riqueza de su colonia africana, quizá porque nunca pudo ser una metrópoli al uso cuando se desarrolló el colonialismo extractor europeo de segunda mitad del siglo XIX. Debió ser porque cuando Francia, Bélgica, Alemania y Holanda se pusieron a expoliar industrialmente el continente España ya había perdido casi todo su imperio ultramarino y dedicaba sus esfuerzos a retener con poco éxito lo poco que le quedaba: Cuba y Filipinas. Cuando miró a Guinea en los años 60 del pasado siglo la ONU le invitó a que entregara Guinea a los guineanos. No coló que España argumentara que Guinea no era un colonia, sino dos provincias españolas, Fernado Poo y Río Muni, que incluso contaban en Madrid con sus exóticos procuradores en Cortes. Luego a Guinea le esperaría la brutal dictadura maoísta de Macías y, después, el hallazgo del petróleo. Aquí se produjo la gran oportunidad perdida de Repsol, que fue la primera en hacer prospecciones en los años 80 y desestimó las posibilidades, prefiriendo Angola. Los informes de la petrolera española y los derechos de explotación fueron vendidos a empresas americanas, que dieron con un filón en 1991. Los nuevos colonizadores, de este modo, no tendrían nombres de países, sino de empresas texanas como ExxonMobil. A cambio, durante un tiempo, Guinea, con menos de dos millones de habitantes, se convirtió en el país con la mayor renta per cápita de toda África.
De todo este apasionante proceso poco se supo en España porque la relación inversora española -y especialmente la andaluza- con Guinea siempre ha sido escasa, como se reconoce en la ‘ficha país’ de la empajada española en Malabo: “A pesar del significativo flujo comercial entre España y Guinea Ecuatorial las inversiones españolas en Guinea han sido tradicionalmente residuales. Dichas inversiones se han dirigido a actividades básicamente de construcción”. Porque, después de China, España es el segundo proveedor de Guinea y, a su vez, España compra hidrocarburos a su ex colonia, pero, curiosamente y a pesar de compartir idioma, apenas se consiguió nunca que las empresas españolas hicieran grandes negocios en Guinea y eso que el ex ministro socialista José Bono, con buenas relaciones con el presidente Teodoro Obiang, ha actuado en numerosas ocasiones como ‘embajador’.
Andalucía, siendo la segunda comunidad exportadora, sólo es la quinta en el ranking de proveedores a Guinea. Hace diez años Extenda, la agencia andaluza de promoción exterior, realizó un intento de acercamiento concertando en Malabo y Bata más de 70 entrevistas con importadores guineanos con el fin de que empresas de construcción andaluzas se asentasen en el país o colaboraran con las constructoras locales. No llegó a fructificar, por lo menos a escala significativa. Por su parte, el ICEX ni siquiera cuenta con una oficina comercial en el país, remitiendo a la que se encuentra en Lagos, en Nigeria.
"No hagan caso a la narrativa negativa. No somos muchas de las cosas que erróneamente dicen de nosotros”.
Este mismo año el ministro secretario general de presidencia de Guinea, Job Obiang, realizó una minigira por España para convencer a empresarios españoles de que Guinea podía convertirse en “un potencial socio estratégico de España en su nueva etapa de diversificación”. Según este dirigente, “el desconocimiento sobre Guinea Ecuatorial limita la presencia de empresas españolas, que deberían ser, en cambio, un socio preferente. Es una oportunidad perdida. El tiempo de la dependencia exclusiva de los hidrocarburos ha quedado atrás. Guinea Ecuatorial tiene la puerta abierta para los inversores españoles en esta nueva etapa de diversificación económica. Ya hay empresas norteamericanas, chinas, francesas y de otros países de Europa. Solo hace falta que las empresas españolas aprovechen esa oportunidad y no hagan caso a la narrativa negativa. No somos muchas de las cosas que erróneamente dicen de nosotros”.
Job Obiang habla de seguridad jurídica y Guinea Ecuatorial es técnicamente una democracia, si entendemos como tal que en Guinea se vota, pero lo cierto es que Teodoro Obiang gobierna allí desde 1979 y las últimas presidenciales las ganó con un sospechoso 99,7% de los votos. Pocos dudan de que a Teodoro le sucederá su hijo, Teodorito. Pero lo que sí es cierto que la caída de los precios del petróleo y la reducción de su producción -en los últimos veinte años ha pasado de 400.000 barriles a 200.000- ha hecho que Guinea quiera explorar otros sectores y por eso busca una mejor imagen internacional decretando en 2019 una amnistía para sus presos políticos e incluso llegando a organizar en 2018 un Coloquio Internacional sobre los Derechos Humanos y la Sociedad Civil, lo que para los opositores fue un grandioso gesto de hipocresía.
Sin embargo, hay un ejemplo de cómo una empresa familiar española, el grupo Martínez Abolafio, ha podido prosperar en Guinea Ecuatorial hasta convertirse en el primer grupo distribuidor del país y, desde Guinea, saltar con sus negocios primero a Canarias y luego a la península y facturar al año más de 300 millones de euros en sus cuatro grandes áreas de trabajo: comercio minorista, turismo, logística y distribución. Sólo en Guinea, el grupo cuenta con más de dos mil trabajadores. Esto se ha hecho, según José Antonio Martínez Mpanga, cuarta generación de esta firma, gracias a “la humildad y el respeto”.
La historia del grupo Martínez Abolafio es la de una auténtica epopeya africana iniciada hace casi cien años, en 1927, por los hermanos fundadores, que vendieron todo lo que tenían en su pueblo de Munera (Albacete) para iniciar una aventura en la zona del Río Muni. En realidad, es ese año cuando se puede hablar propiamente de la colonia de la Guinea Española. El gobierno de Primo de Rivera unió los territorios insulares y continentales bajo una sola administración dispuesto a gestionar la colonia como el resto de los europeos para acometer una explotación económica acorde a los tiempos, disolviendo las estructuras tribales. El plan era desarrollar grandes plantaciones de cacao con mano de obra traída de Nigeria.
En esas estaban los hermanos Martínez, que consiguieron una concesión de 300 hectáreas para plantar café. Aquella finca se llamaría Machinda y el espíritu emprendedor de estos pioneros les hizo crecer creando, aparte de la plantación de café y algo de cacao, una fábrica de jabón y otra procesadora de aceite de palma.
La prosperidad del negocio se basó en que ellos fueron de los pocos españoles que se fusionaron con el paisaje. José Antonio Martínez cuenta cómo un tío suyo llegó a Machinda sólo con 17 años desde Valencia, donde era “un joven pijillo” y, a los pocos meses, ya vestía con un pantalón atado con una cuerda y estaba integrado totalmente con la población local. Los Martínez eran felices en Guinea. Las siguientes generaciones de la familia se mezclaron a través de matrimonios. La madre de José Antonio Martínez, sin ir más lejos, era hija de unos pescadores que tenía que recorrer cada día más de diez kilómetros para acudir a la escuela.
La independencia llegó en 1968 y en sus primeras elecciones resultó ganador Francisco Macías. Un año después, Macías despejaba cualquier posibilidad de un estado democrático en África sometiendo al país a una dictadura de partido único inspirada en los regímenes comunistas más férreos. A cambio de derechos de pesca, la Unión Soviética envió armas y consejeros militares. Una de las medidas de Macías fue quemar todos los libros occidentales que hubiera en el país.
Todo lo conseguido por los Martínez se vino abajo. Los españoles y los religiosos sufrirían persecución y la familia Martínez tuvo que huir. La madre de José Antonio lo hizo en un cayuco vía Camerún y su padre volando a Francia. La familia tendría que empezar de cero.
Y lo hizo en Lanzarote. Es, de hecho, cuando se funda propiamente el Grupo Martínez Abolafio. En 1970 en Lanzarote apenas había nada. No se consideraba ni una isla turística. Los hermanos Manuel y Fernando Martínez serían de los primeros en construir para este sector y se van a dejar influir por el espíritu del artista César Manrique, el gran defensor en los años 80 de un turismo singular e integrado en el paraje volcánico, justo lo contrario del turismo depredador que estaba invadiendo las otras islas.
Mientras Guinea retrasaba décadas el reloj, los hermanos Martínez pensaban que algún día regresarían a lo que consideraban su verdadera tierra. Lo pudieron hacer tras la caída de Macías en 1979, derrocado por un golpe militar ejecutado por oficiales guineanos que se habían instruido en la Academia de Zaragoza. Entre ellos estaba Teodoro Obiang, que volvió a abrir la puerta a las inversiones extranjeras.
Cuando los Martínez regresaron a Machinda la finca estaba comida por la selva. “Cuando mi padre vio aquello, no quiso volver a pisar Machinda”, recuerda José Antonio Martínez. Pero no se quisieron ir de Guinea. Se centraron en la alimentación. Hoy Martínez Hermanos es la mayor cadena de supermercados del país y son la principal firma de distribución. Para abastecerlos crearon su propia plataforma logística, Logimarex Internacional, y una naviera, Dal, ambas integradas en el Grupo Martínez Abolafio.
El compromiso con el país de los pioneros se materializó por sus descendientes en una Fundación, enfocada a la asistencia social, la salud, donde han puesto en marcha un proyecto ambicioso bautizado como Guinea Sana, y la educación, dedicándose a la dotación a las escuelas de material didáctico y en el reparto de becas deportivas para descubrir talentos.
Este grupo empresarial guía el camino para reparar la inexplicable desconexión económica de España con la única África negra que habla nuestro idioma.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios