Análisis
Joaquín Aurioles
La lógica del atraso económico
El presidente Donald Trump anunció este viernes que ha llegado a un acuerdo con Intel para adquirir una participación del 10% en la empresa, una medida que marca una de las intervenciones gubernamentales más significativas en una compañía estadounidense en más de una década.
La participación, valorada en aproximadamente 10.000 millones de dólares, convertirá a Estados Unidos en el tercer mayor accionista de Intel, solo por detrás de BlackRock y Vanguard, que poseen cerca del 13% cada uno. El acuerdo aún requiere la aprobación del consejo de administración de la empresa con sede en Silicon Valley.
La negociación se concretó tras una reunión entre Trump y el director ejecutivo de Intel, Lip-Bu Tan, celebrada la semana pasada en la Casa Blanca. "Le dije: ‘Creo que sería bueno tener a Estados Unidos como su socio’. Y él estuvo de acuerdo", declaró el mandatario a la prensa.
El anuncio supone un giro radical en la relación entre ambos, dado que hace unos días Trump había exigido públicamente la renuncia de Tan por sus presuntos vínculos pasados con empresas tecnológicas chinas.
Las acusaciones, basadas en preguntas del senador republicano de Arkansas Tom Cotton, incluían supuestas inversiones en firmas ligadas al ejército chino y al Partido Comunista.
Sin embargo, Tan respondió a través de un memorando interno, negando cualquier irregularidad y asegurando haber actuado siempre con "los más altos estándares legales y éticos". Tras su encuentro, Trump elogió al ejecutivo.
El acuerdo surge en un contexto de dificultades para Intel, que ha perdido competitividad frente a rivales como Nvidia y AMD, especialmente en el auge de la inteligencia artificial.
En el último año, la empresa registró pérdidas cercanas a los 19.000 millones de dólares, a lo que se suma una reducción prevista de su plantilla en un 25%, pasando de 100.000 a unos 75.000 empleados para finales de 2025.
En paralelo, el grupo tecnológico japonés SoftBank anunció esta semana una inversión de 2.000 millones de dólares en Intel, equivalente a aproximadamente el 2% del capital, con el objetivo de impulsar conjuntamente la innovación en semiconductores en Estados Unidos.
Esta participación sitúa a SoftBank como el quinto mayor accionista de la empresa.
La inversión del gobierno estadounidense se enmarca en los esfuerzos de la administración Trump por reorientar la política industrial del país y fortalecer la producción nacional de microchips, un sector considerado estratégico en la actual competencia tecnológica con China.
Según fuentes de la Casa Blanca, el acuerdo se gestó a través de conversaciones para convertir parte de las subvenciones otorgadas bajo la Ley CHIPS en una participación accionaria.
Hasta la fecha, Intel ha recibido aproximadamente 2.200 millones de los 7.800 millones comprometidos bajo ese programa, implementado originalmente durante la presidencia de Joe Biden.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, aseguró que la participación del gobierno consistirá en acciones sin derecho a voto, descartando cualquier intención de interferir en la gestión de la empresa.
No obstante, algunos analistas advierten que este movimiento podría incentivar a otras compañías a alinearse con las prioridades de la administración, especialmente en un contexto de políticas más intervencionistas.
Este tipo de intervención estatal no es habitual, aunque existen precedentes. El caso más destacado fue durante la crisis financiera de 2008, cuando el gobierno adquirió una participación mayoritaria en General Motors para evitar su colapso. En aquella ocasión, la operación terminó con una pérdida aproximada de 10.000 millones de dólares tras la venta de las acciones.
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