Meta rebaja su sueño del metaverso y se refugia en la inteligencia artificial

La compañía prepara un recorte de hasta el 30% en su división de realidad virtual tras años de pérdidas millonarias y apuesta ahora por tecnologías con retorno más inmediato

En Andalucía, varias startups habían orientado desarrollos hacia aplicaciones de realidad virtual para turismo, patrimonio cultural o formación profesional

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Mark Zuckerberg, durante la presentación de unas gafas inteligentes que combinan realidad aumentada con IA.
Mark Zuckerberg, durante la presentación de unas gafas inteligentes que combinan realidad aumentada con IA.

Cuatro años después de cambiar su nombre para liderar la construcción del metaverso, Meta da un paso atrás. La matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp prepara un recorte de hasta el 30% en el presupuesto de Reality Labs, su división de realidad virtual y aumentada, según avanzó Bloomberg.

¿La razón? La gran promesa de los mundos digitales no ha conquistado al público ni ha ofrecido la rentabilidad esperada. El ajuste marca un giro estratégico hacia la inteligencia artificial, un ámbito que hoy concentra buena parte de las esperanzas de crecimiento del sector tecnológico.

Del cambio de nombre a la realidad del mercado

En octubre de 2021, Facebook sorprendió al mundo al anunciar que pasaba a llamarse Meta. El gesto simbolizaba una apuesta total por el metaverso como próxima gran etapa de internet: espacios virtuales inmersivos donde trabajar, socializar, consumir cultura y hacer negocios. Mark Zuckerberg situó la realidad virtual y aumentada como el centro del futuro de la compañía, incluso por delante de sus redes sociales tradicionales.

Aquel movimiento generó reacciones encontradas. Meta se convirtió en la empresa que más claramente vinculó su destino al metaverso pero ahora, cuatro años después, el panorama es mucho más sobrio (por no decir sombrío). La revolución prometida no ha llegado, al menos en los términos anunciados. La compañía asume ahora que aquella visión necesitaba algo más que imaginación: requería una base económica sólida que el mercado no ha proporcionado.

Más de 70.000 millones de dólares invertidos sin retorno claro

Desde principios de 2021, Meta ha acumulado pérdidas superiores a los 70.000 millones de dólares en el desarrollo del metaverso a través de Reality Labs, según los datos compilados por Bloomberg. Estas inversiones han incluido hardware, software, investigación, contratación masiva de ingenieros y creadores, así como proyectos de plataformas sociales virtuales.

Año tras año, la división ha registrado pérdidas multimillonarias mientras los ingresos se han mantenido muy por debajo de los gastos. Una sangría que se ha vuelto insostenible ante la presión de los accionistas y un entorno económico más exigente.

Solo en el tercer trimestre de 2025, según los últimos resultados financieros, presentados el 29 de octubre, Reality Labs registró una pérdida operativa de 4.400 millones de dólares con ingresos de apenas 470 millones.

Reality Labs: tecnología puntera, usuarios escasos

Meta ha lanzado al mercado varias generaciones de visores Quest, ha desarrollado gafas inteligentes en colaboración con marcas como Ray-Ban y ha impulsado Horizon Worlds como su gran plaza pública virtual. Sobre el papel, el ecosistema era ambicioso. En la práctica, la adopción ha sido limitada.

El uso de la realidad virtual sigue siendo minoritario. Los dispositivos son caros, voluminosos y requieren un tipo de experiencia que no encaja en la rutina diaria de la mayoría de los usuarios. Horizon Worlds, llamada a ser la "red social del metaverso", nunca ha logrado despegar en cifras de participación comparables a las de Instagram o Facebook. En resumen, un grave desencuentro entre el sueño y la realidad.

Un recorte del 30% y despidos en el horizonte

Ante esta situación, Meta ha decidido actuar, con un ajuste que supondrá un recorte de hasta el 30% del presupuesto del metaverso de cara a 2026, según Bloomberg. La decisión se tomó durante reuniones de planificación presupuestaria celebradas el mes pasado en la residencia de Zuckerberg en Hawái, donde el fundador de Meta solicitó a todos los ejecutivos recortes del 10% en sus áreas; al grupo del metaverso se le pidió reducir aún más su gasto.

La medida forma parte de la revisión interna de inversiones que Meta está realizando para contener costes y mejorar su eficiencia. Según las mismas informaciones, este ajuste podría traducirse también en una nueva ronda de despidos dentro de Reality Labs a partir de enero de 2026, aunque aún no se ha tomado una decisión final al respecto.

Meta ya ha aplicado en los últimos años varios procesos de reestructuración y reducción de plantilla en distintas áreas. Pero que el recorte más profundo golpee precisamente la división que encarnó su gran apuesta es síntoma claro del cambio de rumbo.

El mercado aplaude el giro de timón de Zuckerberg

El anuncio ha sido bien recibido por los inversores. Tras conocerse la noticia, las acciones de Meta registraron subidas en la Bolsa de Nueva York, señal de que analistas e inversores han interpretado el movimiento como una prueba de disciplina financiera y de abandono de una aventura excesivamente costosa.

Para los accionistas, el metaverso se había convertido en un pozo de gasto difícil de defender frente a alternativas con retorno más rápido. El recorte es visto como una forma de liberar recursos, mejorar márgenes y concentrar inversiones en áreas que hoy despiertan mayor confianza.

La inteligencia artificial, nuevo centro de gravedad

Ese nuevo eje estratégico es la inteligencia artificial. Meta lleva tiempo reforzando sus equipos, infraestructuras y modelos propios en este ámbito, pero ahora la IA se consolida como el principal motor de crecimiento de la compañía.

De hecho, hace tiempo que Zuckerberg no menciona el metaverso en sus presentaciones públicas y en los informes trimestrales de resultados, centrando su discurso en la inteligencia artificial y en productos como las gafas Ray-Ban Meta, que combinan realidad aumentada con funciones de IA.

La empresa está volcando recursos en modelos de lenguaje, sistemas de recomendación más avanzados, asistentes inteligentes, generación de contenidos y herramientas publicitarias basadas en IA. A diferencia del metaverso, la IA ya está integrada de forma directa en productos que usan miles de millones de personas a diario, lo que facilita su monetización.

El mensaje implícito es claro: Meta quiere seguir siendo una compañía de vanguardia, pero con los pies más firmemente apoyados en el terreno de lo útil, lo escalable y lo rentable.

El efecto dominó en la industria del metaverso

La decisión de Meta no afecta solo a su estructura interna. Durante años, muchas startups, desarrolladores y empresas tecnológicas construyeron su estrategia confiando en que el metaverso se consolidaría como un nuevo gran mercado. El repliegue de su principal impulsor envía una señal inequívoca de enfriamiento.

Es previsible que algunas inversiones se congelen, que proyectos se cancelen y que el entusiasmo especulativo que rodeó al metaverso en la primera mitad de la década se diluya definitivamente. El sector entra ahora en una fase más discreta, marcada por aplicaciones concretas -formación, simulación, industria, salud- lejos de las grandes promesas de mundos virtuales universales.

En Andalucía, donde el ecosistema tecnológico ha crecido en los últimos años con iniciativas como los polos digitales de Málaga o Sevilla, el repliegue de Meta también tendrá eco.

Varias startups regionales habían orientado desarrollos hacia aplicaciones de realidad virtual para turismo, patrimonio cultural o formación profesional, confiando en que el metaverso se consolidara como plataforma. Ahora, estos proyectos deberán recalibrar su estrategia o pivotar hacia la inteligencia artificial, donde las oportunidades de financiación son actualmente mayores.

De la utopía digital al realismo tecnológico

Desde una perspectiva más amplia, el giro de Meta simboliza un cambio de época. El metaverso representó una utopía tecnológica: la promesa de trasladar una parte fundamental de la vida al entorno virtual. Pero la realidad ha demostrado que los hábitos sociales, los tiempos de adopción y los límites económicos pesan más que cualquier relato futurista.

Meta no abandona por completo la realidad virtual o aumentada. Lo que hace es reordenar su ambición. Es probable que el metaverso sobreviva en versiones más modestas, útiles y especializadas.

Lo que parece claro es que aquella idea de un gran mundo digital universal, capaz de reemplazar a buena parte de la vida física, queda ahora seriamente cuestionada.

Con este giro, Meta asume que la innovación necesita algo más que imaginación: requiere utilidad y viabilidad económica. La verdadera revolución tecnológica del momento no está en los avatares virtuales, sino en los algoritmos de inteligencia artificial que ya operan en los teléfonos móviles, las redes sociales y las búsquedas de internet que millones de personas usan cada día.

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