El Apuntador
Miguel Ángel Noceda
El criterio de Criteria
Navantia lleva la colaboración con la universidad más allá de las fronteras españolas y desarrolla con el departamento de Ingeniería de Materiales de la Universidad de Michigan líneas de investigación sobre robótica, nuevos materiales o materiales inteligentes. Esta alianza se refleja ahora en las pruebas que se realizarán en el UVS Poniente de un recubrimiento antifouling, es decir, un material que permite dejar las superficies en los entornos marinos libres de material orgánico, como bacterias, algas y moluscos. Los testeos se realizarán en la Bahía de Cádiz donde este vehículo no tripulado desarrollado por Navantia Sistemas tiene su base.
"La colaboración con universidades, desde la investigación básica hasta la aplicación en un entorno real, es el proceso de innovación más puro que no todas las empresas entienden. La innovación es el camino, ya que presenta muchos retos y muchas micro innovaciones. Es una suerte pertenecer a una empresa como Navantia que apoya este tipo de iniciativas", comenta Patricia Sierra, responsable de Monodon, la célula de innovación que se dedica a la experimentación y atracción de tecnologías, una evolución de la estrategia de I+D+i de la compañía pública.
Esta iniciativa vincula esta apuesta de Navantia por explorar el mercado tecnológico y realizar investigaciones sobre productos de creación propia (o colaborativa, como este caso) a través de una marca independiente (Monodon) con otra división como Sistemas, ubicada en San Fernando, en la que las tecnologías forman parte de su realidad: de un lado, el proyecto de investigación y desarrollo de un producto antifouling de bajo impacto medioambiental; del otro, el desarrollo de vehículos de superficie no tripulados, que también supone un proyecto de I+D de la empresa naval.
El proyecto surge de la necesidad de solventar los problemas de acumulación de material órganico como baterias, algas y moluscos que sufren los buques en sus cascos, y, por tanto, cualquier tipo de estructura que se encuentre en contacto con el mar, desde la premisa de no afectar al entorno marino, es decir, desde la perspectiva de la sostenibilidad. Los recubrimientos tradicionales emplean componentes químicos tóxicos como el cobre y el azufre, por lo que tienen un alto impacto medioambiental. De ahí que se haya planteado buscar una alternativa para lograr este tipo de protección con la que terminar, además, con los problemas derivados, de corrosión, de pérdida de eficacia de los combustibles o de aumento de los costes de mantenimiento.
Dos integrantes del departamento de Ingeniería de Materiales de la Universidad de Michigan, que cuenta con un Laboratorio de Materiales Bioinspirados, los profesores Abdon Pena-Francesch y Anish Tuteja, y el equipo de Monodon participan en esta propuesta de investigación y desarrollo que ha tenido como resultado productos basados en principios biológicos marinos. Según las explicaciones de Navantia, tienen componentes activos, moléculas, que derivan del ecosistema marino y, por tanto, tienen menos impacto ambiental. Además -destacan-, pueden emplearse para contrarrestar todo tipo de incrustaciones, de fauna o de flora. No solo se trata de proteger los buques o vehículos marinos, también a estructuras como las jackets, los monopiles u otro tipo de plataformas o productos marítimos.
Los resultados en laboratorio ha sido satisfactorios, después de analizar la respuesta a bacterias, algas y otros organismos marinos, por lo que ahora se inicia una nueva fase, se escala en la investigación para situarla en un escenario real. En concreto, se aprovecha la disponibilidad de un vehículo marino como el USV Poniente, que puede navegar con personal a bordo o de manera remota, para comprobar y medir los efectos del nuevo recubrimiento en el casco de la embarcación.
Desde Navantia se plantea que este producto puede tener aplicaciones en el ámbito civil y pone como ejemplo su uso en el sector sanitario para evitar infecciones a través de sensores.
El trabajo de la división de Sistemas con los vehículos de superficie no tripulados se reflejó inicialmente en el USV Vendaval, el primer barco autónomo de España, que opera desde 2019 en el puerto de Ceuta. Construido en el astillero gallego Aister, el departamento con sede en San Fernando se encargó de la instalación e integración del control de propulsión y del conjunto de sensores demandado por el cliente -radades, sonares, GPS, navegadores inerciales, estación meteorológica, cámaras infrarrojas, cámaras estereoscópicas, cámara 360 grados y AIS.
Cinco años depués la compañía contaba con una segunda unidad, bautizada con el nombre de USV Poniente, para navegar en aguas de la Bahía de Cádiz y poner así a prueba sus capacidades. Se trata de un modelo evolucionado con nuevas tecnologías, como el tratamiento de imagen por inteligencia artificial para evitar obstáculos o un sistema de gobierno avanzado para su maniobrabilidad, que la compañía ha convertido en plataforma para validar tecnologías de Navantia Sistemas y de terceros.
En línea con los vehículos no tripulados (UXV, en sus siglas en inglés que también aglutinan a drones y submarinos), Navantia Sistemas ha diseñado en San Fernando un sistema avanzado de integración táctica de estos vehículos, el Naiad. Puede estar disponible en sistemas de combate -como el Scomba de los buques españoles-, en sistemas de mando y control, a bordo de buques o en tierra.
En el último ejercicio Dynamic Messenguer (de experimentación operacional de la OTAN), también REPMUS (de experimentación de vehículos no tripulados) celebrado en Portugal a finales de septiembre la empresa presentó los avances del Naiad que consiguió integrar 15 de estas plataformas de manera simultánea y transmitir los datos generados por los UXV al resto de buques participantes en el ejercicio.
Hay que recordar que hace unos días Navantia reunió en el Centro de Excelencia de Sistemas Navales a representantes de empresas, universidades, Armada española y Ministerio de Defensa para debatir sobre la tecnología de la nube de combate naval. Esta supone la digitalización del entorno naval para la captación de informacion, un cambio radical en la forma en que esos datos se recogen, se procesan y se explotan con capacidad para recuperar y compartir esa información de las distintas plataformas que interoperan. Precisamente, el Naiad es compatible con la nube, para la que los vehículos no tripulados, también los sistemas de comunicación, la inteligencia artificial y la ciberseguridad, son clave.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios