
Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
La corrupción de los ángeles
Tribuna Económica
La corrupción la identificamos con personas en la administración pública que favorecen a una empresa a cambio de una retribución, pero se da en ámbitos distintos: el deporte, financiación de partidos, o fraudes sistemáticos a consumidores; antiguamente se refería a las costumbres y a la moral, como la denuncia de Lutero contra la Iglesia por la venta de bulas. La corrupción pública en España no es generalizada; nadie pide dinero por quitarnos una multa, agilizar un trámite, o una mejor atención en sanidad pública, en las encuestas puede haber una percepción alta de corrupción, pero cuando se pregunta por experiencias personales, es muy baja, y los casos que se enjuician son llamativos porque no son corrientes.
La gobernanza empresarial no hay que verla como una carga y debe, por ejemplo, impedir lanzar señales de que un comportamiento amigable con un sector o compañía puede retribuirse a futuro en forma de un cargo directivo o en un consejo. Los mayores perjuicios en España se han dado en lo que se conoce como corrupción en los negocios, y en el ámbito financiero la desregulación y pobre supervisión llevaron a rescates de entidades, cuyo coste para los españoles no se cuentan en millones, sino en miles de millones de euros. El concepto de corrupción cambia, y hoy tenemos dudas ante imputaciones procesales con escaso fundamento, que apartan de la vida política a un contrincante; y otros como la corrupción informativa, o justificar que no hay problema medioambiental, igual que en su día se demostraba lo inocuo del tabaco, los opiáceos, o los pesticidas que se llevaron tantas vidas por delante. La importancia de todo esto depende de si se generaliza, pero la corrupción moral no es cosa del pasado, como muestran los abusos sexuales en ámbitos de poder, ya sean individuales o en instituciones religiosas, y la evolución de su tolerancia social, escala, y permanencia, nos determinan su gravedad.
La corrupción de los ángeles es un libro de Mark G. Pegg sobre un gran proceso inquisitorial medieval, donde en la confrontación entre lo ortodoxo y lo herético, se supone que los considerados corruptos sufrían una influencia maligna, en la tradición de los ángeles caídos. Pero de la misma forma que no puede aceptarse que la institución fuera corrompida, sino algunas de sus criaturas, todas con libre albedrío, hay que distinguir hoy entre la corrupción institucional y la de personas, capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo, y cada uno con su carga de responsabilidad individual y política.
También te puede interesar
Lo último