En las garras de la nube

El Poliedro

Cajero de banco fuera de servicio, tras una avería en la red. / Javier Flores

22 de noviembre 2025 - 06:00

Con alguna frecuencia, las clases en la facultad se ven afectadas por incidencias digitales. Puede ser inviable certificar en una "hoja" que das una sesión "firmando" en la "aplicación" al efecto; con "usuario" y "contraseña" acceder a una "plataforma", precedido tal trámite de una "autenticación" de números aleatorios y cambiantes: un proceso patafísico que exige la contribución de otra aplicación en tu teléfono. Estamos en manos de una nube sin termodinámica: es robótica. Al paralizarse la neocibernética, resulta imposible remedar lo que dicen que dijo Fray Luis de León: "Como decíamos ayer...". El poeta, cura y profesor de la Universidad de Salamanca declaró ese célebre introito tras haber sido enviado a prisión cinco años por la Inquisición. Dando la lección siguiente.

Cuando te explican el origen de una desconexión devastadora, no te acabas de enterar: el porqué de los apagones es cuestión de fe; indagar sus intríngulis es vano afán. Así sucede con los colapsos ferroviarios que dejan tirados a viajeros en un páramo, sin saber dónde mear sin morirse de asco ni poder calmar la sed en eternas horas de brutal incertidumbre. Algo mucho más ignominioso que dar una clase temeroso por la soberanía del metamundo con capital en Silicon Valley o Villanueva del Gigabyte. Nos queda el boli. Se ha caído el sistema, pues tiza y viva voz. Mas, no. No es así.

Uno, siendo ignorante sobre universos en red, tripas satelitales y constelaciones de datos hechos ejércitos, se malicia que cómo iba a ser de otra manera, si en las mismas vías concebidas para un tren público circulan a cascoporro cientos de nuevos trenes privados de transitorio bajo coste; industria nacional francoalemana que transa fondos de cohesión por liberalización de infraestructuras. Donde las dan, las toman. Aquí, los responsables estatales de Transportes no saben qué decir ante un bloqueo fatal; si dicen algo, no parece creíble. Dirán que es culpa del maestro armero anterior.

Valga un dato (¿premonitorio?). Reino Unido renacionaliza su descojonado sistema de tren a medida que expiran las concesiones privadas. El plan es que las concesiones vuelvan al control público antes de 2028, y se fusionen en una nueva entidad estatal, Great British Railways. Perdemos el tren, y coger el avión o el coche para ir a Madrid o Barcelona es una urgida abdicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No hay duros a cuatro pesetas en la UE. Ni trenes puntuales.

Estamos en las garras de internet: en muchas localidades rurales, cada dos por tres desparece, y no se puede pagar con tarjeta o con móvil muerto, ni puede un estudiante o abogado trabajar online; las empresas se paralizan: tecnificarse es allí, pues, un gran riesgo. Eso sí que es España vaciada. Castigada sin progreso, ignorada por las operadoras telefónicas, no digamos las ferroviarias. La guerra de la nueva desigualdad consistirá en incomunicar. No volando puentes de hormigón y acero, sino con la dinamita digital que reviente toda certeza. Presos de algoritmos, de nubes que no vemos pasar sobre un acantilado en cuyo límite estamos sin saberlo. Sin guardianes entre el centeno. Repentinamente desamparados, esclavos de un dios inmisericorde. Timados.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último