La maldición de los puntos Parker

La tendencia del mercado del vino apunta a marcas con poco alcohol

Una botella de vino.
Una botella de vino. / Eduardo Parra / EP

14 de octubre 2025 - 06:00

¿Pantallas? ¿Para qué necesitamos las pantallas? La feliz propuesta vino de boca de un consultor que, ante los directivos de uno de las grandes fabricantes de teléfonos móviles, propuso que los terminales debían eliminar las pantallas: porque consumían mucho espacio de la máquina y porque, al fin y al cabo, era un desperdicio emplear tanto volumen sólo para saber desde qué número se había realizado la llamada entrante. Era principios del siglo XXI y la empresa era Ericsson -por fortuna no hizo caso a tremendo majadero-, aunque no sólo los consultores se atrevían con profecías tan disparatadas como ésta. He entrevistado a grandes catedráticos que pronosticaron el final de las crisis en el capitalismo o la escasa incidencia del virus del Covid sobre la economía.

A Robert Parker se le considera la persona más influyente en el mundo del vino, los puntos que otorga su compañía de catas elevan precios, arrinconan bodegas y marcan estilos. A Parker le encantan los vinos recios, cargados de taninos, ásperos y subiditos de grados. Digamos que está en la antítesis de los claretes o de los borgoñas suaves. Sin embargo, y a pesar de los vaticinios de este lumbrera de la enología, los consumidores van por otro lado. Conste que el comprador -el jefe, como le llaman en Mercadona- no lleva la razón en su ADN, pero es quien se gasta el dinero.

El consumo de vino en España lleva años en encefalograma plano, algunas campañas se cierran con leves repuntes, pero en general la línea o es plana o cae. Se bebe la mitad que hace 30 años. Los portugueses consumen casi el doble de vino que los españoles, que también están por detrás de los franceses y de los muy cerveceros alemanes. En general, el consumo decae a nivel internacional, porque a la generación zeta no le agrada mucho el vino, lo consideran algo complicado, a la vez que la obsesión por lo sano condiciona y modifica costumbres.

Muchas empresas han comenzado a apostar por bebidas de baja graduación e, incluso, vinos sin alcohol. Es una tendencia. Rioja, por ejemplo, ha rebajado la graduación mínima en los tintos hasta los 10 grados y en los blancos, hasta nueve. Jerez a probar con los finos y manzanillas a 14 grados, y se plantea elaborar algunos vinos sin encabezar, sin añadir alcohol vínico. Una de las virtudes del vino es su versatilidad y mucho, o casi todo, de lo que consideramos hoy como una tradición es fruto de una exigencia comercial o de una adaptación técnica. Los vinos del Marco, por ejemplo, se encabezaban para estabilizarlos de cara a los viajes de la exportación.

Las creaciones de Croft Twist, de González Byass, o de Soho`s, de Sánchez Romate, avanzan en ese sentido, son un acierto que emulan el campanazo que en su día dio el rebujito en las ferias de Andalucía. Son muy fáciles de beber, combinan mejor y tienen ese punto en su sentido literal que es la burbuja.

A diferencia del consultor de telefonía móvil, Parker sí conoce ese sector. Su gusto es el de tantos amantes del vino -a mí me pirran los taninos-, pero la tendencia del mercado no es ésa, sino la contraria.

stats