Uno de los nuestros

Tribuna económica

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, posan en el Ala Oeste de la Casa  Blanca  en Washington, DC.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, posan en el Ala Oeste de la Casa Blanca en Washington, DC. / EFE

Sevilla, 14 de octubre 2025 - 06:00

La economía de Israel gira en buena medida en torno a la guerra, y se financia contando con buenos amigos; por ejemplo, tiene emitidos 4.100 millones de bonos en dólares con garantía norteamericana, Pimco -filial de Allianz-, le compra 1.000 millones de deuda, al igual que Vanguard o BlackRock, y Barclays aumenta el 55% en estos dos años su financiación a compañías de Israel fabricantes de armas y a las que se instalan en asentamientos ilegales. El comercio total entre España e Israel son 3 décimas de nuestro comercio exterior, pues Israel importa su armamento de Estados Unidos, donde produce, y de Alemania (30%) e Italia (5%); y a su vez exporta 13.000 millones de dólares al año en armamento, software y malware, con un superávit del 2,5% en balanza por cuenta corriente. El tipo de cambio se deprecia frente al euro al comenzar la guerra, pero la intervención a favor del séquel por el BCE lo equilibra en el entorno de 3,8 por euro, y otro tanto hace la Reserva Federal. Su déficit público del 5,2% aumenta con la inversión para producción propia de armamento, y si la financiación USA a Israel era históricamente el 20% del presupuesto de defensa, pasa a 35% en 2024 y a 11% en 2025.

Desde octubre de 1973, Estados Unidos aplica a Israel la consideración cualitativa militar (QME), preferencia que da históricamente a Europa; por ejemplo, siempre tendrá Israel una versión más avanzada de software militar que Qatar, pese a ser este íntimo de Estados Unidos. No cabe duda de que para el mundo occidental Israel es uno de los nuestros, aunque sus gravísimas desviaciones en derechos humanos le ha ido distanciando, sobre todo por los asentamientos, la crisis de hambre provocada en Gaza, y una guerra contra población civil, pues el ejército de Israel-Occidente no tiene en frente una fuerza armada de verdad. El proceso de paz se explica en la foto que vimos el 1 de octubre, del presidente de Estados Unidos, que sostiene el teléfono, forzando al de Israel a hablar con el emir de Qatar y disculparse por el ataque, en una imagen de sumisión total del socio díscolo; se explica también porque la familia Trump, con dinero del fondo Silver Lake de Arabia Saudí, dirige la compra de los videojuegos Electronic Arts, por 55.000 millones de dólares, una compañía estancada cuya acción sube de 120 a 200. Aunque se forman callosidades en las conciencias ante el sufrimiento de otros, no cabe duda de que el horror cala, pero ¿es el horror, o son los negocios económicos que uno de los nuestros, Israel, pone en un riesgo, lo que hace imprescindible cierta paz?

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