
Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Política y ‘hooliganismo’
Tribuna Económica
Para definir la política actual se suele hablar de hooliganismo. El votante transmutaría en un hooligan, fiel seguidor de unos colores, mediante una polarización inducida por los spindoctors o estrategas de los partidos, con el empleo intensivo de la tecnología (redes sociales, seudo medios digitales o ingenioso material generado por la IA). Esta estrategia se basa en la idea de que el votante polarizado no solo no se abstiene en la jornada electoral, sino que difundirá, gratuitamente, cuan fervoroso misionero, entre familiares y amigos, la buena nueva de su partido, por ejemplo, reenviando mensajes de whatsapp partidistas.
Habrá que analizar si esta polarización partisana exacerbada será buena a largo plazo para el bipartidismo, ya que un votante polarizado suele ser más proclive a probar opciones extremas, lo que acabaría alimentando a los partidos políticos insurgentes a la derecha e izquierda del bipartidismo. Es cierto que, ante este dilema, el partido bipartidista central siempre podrá transformarse en partido insurgente, como ha ocurrido en el partido Republicano con Donald Trump. Pero, si los dos grandes partidos españoles decidieran recorrer simultáneamente este camino, podrían llevarnos a la fracasada España de rojos y azules.
Parece lógico pensar que aquellas personas cuyo salario y estatus social depende de la política puedan entrar en esta dinámica, y acaben siendo “más del partido que la gaviota” o jaleando frases como “presidente quédate, que te queremos”. Sin embargo, para el resto de la ciudadanía, puede ser una estrategia irracional, que desafía los axiomas básicos del utilitarismo económico. Aunque sea gratificante que, al igual que el hooligan deportivo, disfrutemos de los triunfos electorales de nuestro partido, una vez acabada la noche electoral, debemos alegrarnos y contribuir a los éxitos de nuestros gobernantes, aunque sean del color antagónico. De esos éxitos depende nuestro bienestar, desde el sostenimiento del deficitario sistema de pensiones hasta una sanidad para una población cada vez más envejecida, con mejores, pero más caros tratamientos. Todos deberíamos regocijarnos, independientemente de lo votado, de que la España de Pedro Sánchez crezca más que la media europea o que la Andalucía de Juanma Moreno presente cada vez mejores indicadores económicos relativos. Lo que es compatible con la crítica de los errores, también los de los nuestros colores, especialmente los relativos a la corrupción.
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