Sánchez y la empresa familiar

El Apuntador

Foto de grupo con el Rey en el centro en la inauguración del XXVIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar.
Foto de grupo con el Rey en el centro en la inauguración del XXVIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar. / IEF

24 de octubre 2025 - 04:59

TODOS los años, por estas fechas otoñales, las empresas familiares se juntan en un congreso anual que recorre el país. Este, que ha tocado en Burgos, ha cumplido 28 ediciones. Es habitual la presencia del Rey en la inauguración (sobre todo, desde que ocupa el trono Felipe VI). También acuden representantes del Gobierno y de la oposición con sus máximas figuras. El líder del PP, Núñez Feijóo, no suele fallar. Sin embargo, no es este un foro que parezca gustarle mucho a Pedro Sánchez, que sí asistió a la edición celebrada en Valencia en 2018, recién llegado al poder, en la que fue recibido con mucha frialdad (no hubo abucheos) tras retrasarse más de media hora. Después de aquello, dio plantón en Murcia, donde le sustituyó a última hora, María Jesús Montero, ministra de Hacienda, y, desde entonces, la asistencia en los congresos ha correspondido a algún ministro del área económica (esta vez ha ido el de Industria y Turismo, Jordi Hereu).

Así se escribe la historia. El colectivo de la empresa familiar tiene muy marcado en su ideario la importancia que supone para la economía del país (90% de las empresas, 60% del PIB y 70% del empleo privado) y aprovecha estas reuniones para valorar la actividad política y hacer sus reivindicaciones, que varían de acuerdo al momento. No obstante, siempre redundan en torno a la necesidad del apoyo de las Administraciones y, si es preciso, sacar los colores al Gobierno de turno.

Este año, su presidente (el cargo es rotatorio cada dos años), Ignacio Rivera, ha subrayado la necesidad de crear un ecosistema que vele por la competitividad de las empresas. Rivera, primer ejecutivo de la cervecera gallega Hijos de Rivera (Estrella de Galicia), se quejó del creciente absentismo que, a su juicio, obstaculiza la productividad y pone en riesgo las inversiones necesarias para el crecimiento. Ante eso, reclamó un ajuste de la legislación.

El absentismo es, según la encuesta interactiva que se hace entre los presentes (unos 500 empresarios), la principal preocupación, por delante de las dificultades para encontrar personal cualificado y las quejas por la regulación. En la citada encuesta, los empresarios aprobaron la situación económica con un 5,66 sobre nueve (no se entiende por qué no se evalúa sobre 10), ligeramente mejor que un año antes (5,55), lo que indica que su percepción no es tan optimista como sugieren los datos macro. Asimismo, refleja que el 48% prevé un crecimiento moderado con limitada creación de empleo. Aun así, el 61% espera aumentar ventas frente a un 7% que augura caídas. Respecto al empleo, estiman que el 39% elevará la plantilla y un 9% la recortará.

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