"El desguace de barcos no será suficiente para remontar la pesca de la chirla en el Golfo de Cádiz"
El presidente de la organización de productores considera necesario estudiar la razón de este declive porque las restricciones no están funcionando
Azucarera anuncia el traslado de la producción de remolacha de la fábrica de Jerez a la de Zamora

Cada vez la chirla escasea más en el Golfo de Cádiz y no se sabe bien por qué, ni parece que las soluciones temporales que se han tomado para paliar la reducción estén dando sus frutos. Estas conclusiones las podemos sustraer del plan de la Junta de Andalucía que proyecta financiar el desguace de buques marisqueros para reducir su número y del número de capturas que continúan a la baja tras la apertura de la veda según cuenta el presidente de la organización de productores.
El plan de acción propuesto por la Secretaría de Pesca, Acuicultura y Economía Azul pasa por destruir embarcaciones de draga hidráulica. La finalidad es "ajustar la capacidad de la flota a las posibilidades reales del stock de chirla, garantizar la sostenibilidad biológica, económica y social de esta pesquería clave para el Golfo de Cádiz y facilitar la salida ordenada de armadores y tripulantes mediante ayudas públicas cofinanciadas por el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (FEMPA)", tal y como recoge la literatura de esta iniciativa.
Aunque aún no está presentado el borrador ante el sector y, por tanto, no se sabe bajo qué condiciones se produciría tal destantelamiento, el presidente de la OPP 94 de la Chirla del Golfo de Cádiz, Manuel Robles, calcula que serán entre 13 y 15 los barcos que se puedan eliminar. Agradece el esfuerzo y los intentos del nuevo director del departamento, Carlos Aldereguía, pero entiende que no será suficiente. Repartir entre los barcos que queden, ahora mismo rozan el centenar, las capturas solo supondrá aumentar un trozo el pastel con menos para repartir, pero el problema no se habrá solventado.
La razón última es que se desconoce por qué la chirla (Chamelea gallina) está desapareciendo de algunas zonas del Golfo de Cádiz. "Cada vez se rebajan más las zonas, los horarios, las cuotas... y cada vez hay menos chirlas", se lamenta Robles que no entiende por qué no se estudia el origen. "Antes venían con nosotros a la mar casi a diario los biólogos del Agapa (la Agencia de Gestión Agraria y Pesquera de Andalucía) y conocían el caladero, pero desde que es el Instituto Español de Oceanografía el que hace los estudios...", explica con desconfianza.
Las restricciones han ido aumentando en los últimos años. Actualmente los marisqueros solo pueden salir a faenar cuatro días a la semana durante cinco horas y con una cuota limitada a 200 kilos y una talla mínima de 24 milímetros. Según explica Robles, los barcos sanluqueños han estado amarrados a puerto durante diez meses y cuando han salido tras la apertura de la veda el pasado 1 de agosto se han encontrado que no hay capturas. Sus dragas hidráulicas, cuenta con nueve, tienen que ir hasta la zona de Mazagón, a cinco horas de navegación, para conseguir chirlas.
En el litoral onubense se está pescando, pero cada vez son más los que se concentran en esa zona del litoral, incluidos una quincena de embarcaciones portuguesas tras el acuerdo que llegaron con el país luso para que pudieran unirse al caladero del Golfo de Cádiz hace unos años. "Hace falta que abran zonas donde hay chirlas y que actualmente están cerradas", defiende Robles.
Una de las causas que arguye para intentar entender este bajón en la costa sanluqueña es la instalación de un arrecife artificial con bloques de hormigón que ha podido alterar el ecosistema al ser un fondo de arena y fango. Tampoco ayudan las abundantes lluvias del otoño e invierno pasado, ya que el alivio de agua de los pantanos arrastra importantes cantidades de sedimento que afectan al fondo, ahogándolo por falta de oxígeno con especial afectación a las especies de bivalvos.
Robles apunta a que las razones que pueda llevar a un armador a desguazar su modo de vida, barcos que no tendrán más de quince años (la flota está renovada prácticamente entera) es que algunos están ya en la ruina y las cuantías aportadas por la Junta puedan servir de flotador ante situaciones económicas complicadas. Además, no hay relevo generacional que invite a mantener los barcos activos. Y para más puntilla, explica, la chirla italiana, con una talla mínima de 22 milímetros y cogiendo 400 kilos al día (en el Golfo de Cádiz el máximo es 800 a la semana) durante todo el año, de modo que se puede competir en calidad y frescura, pero desde luego no en el precio de capturas que salen mucho más rentable en el país transalpino.
También te puede interesar
Lo último