Los beneficios del deporte para la salud en siete argumentos
contenido ofrecido por Quirónsalud
En España, 6 de cada 10 (57,3%) personas de 15 años en adelante ha practicado deporte en el último año, ya sea de forma periódica u ocasional, según datos de la última Encuesta de Hábitos Deportivos del Ministerio de Cultura y Deporte de España, una cifra que destaca que va en aumento, pero que sería necesario igualmente incrementar.
Y es que, tal y como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) la actividad física regular es muy beneficiosa para la salud no sólo a nivel físico, sino también en la esfera mental.
En concreto, subraya que en el caso de los adultos la práctica regular de deporte puede ayudar a prevenir y también a controlar enfermedades no transmisibles como las cardiovasculopatías, el cáncer, y la diabetes. Aparte, los beneficios del deporte van más allá y con su práctica mejoran los síntomas de la depresión y de la ansiedad; al tiempo que se favorece la salud cerebral, y el bienestar general de la persona. En este artículo vamos a charlar con varios expertos de Quirónsalud que nos van a concretar los principales beneficios que se obtienen desde diferentes esferas de la salud.
1. El deporte es lo mejor para nuestro huesos y músculos
Primeramente, el doctor Rafael López Arévalo, jefe del Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Quirónsalud Málaga, recomienda la práctica regular de ejercicio para mantener unos huesos y músculos ‘en forma’ y para ello aconseja, tras un largo periodo de inactividad, retomar el ejercicio de forma progresiva, priorizando el fortalecimiento muscular, y la movilidad articular antes que la intensidad.
“Las actividades de bajo impacto, como caminar, nadar, practicar pilates, o montar en bicicleta estática, ayudan a activar la musculatura sin sobrecargar las articulaciones. Complementarlas con ejercicios de fuerza moderada, centrados en grandes grupos musculares y con buena técnica, mejora la estabilidad y la densidad ósea”, remarca, al tiempo que valora el trabajo de equilibrio y los estiramientos, mediante disciplinas como el yoga o la gimnasia postural, ya que contribuyen a prevenir caídas y lesiones.
“La clave está en la regularidad y en la progresión gradual, junto con una supervisión inicial profesional que adapte el plan al estado físico, y las posibles limitaciones de cada persona", defiende López Arévalo.
2. Practicarlo mejora nuestra salud hormonal
Mientras, Isabel Blanco Herráez, jefa del servicio de Obstetricia y Ginecología de Quirónsalud Marbella mantiene que el deporte y la actividad física regular tienen múltiples beneficios en la salud hormonal de las mujeres: “En primer lugar, el ejercicio contribuye a regular los niveles de insulina, de cortisol, y de hormonas sexuales, como los estrógenos y la progesterona. Esta regulación ayuda a mantener un equilibrio hormonal general, mejora la ovulación, y reduce el riesgo de disfunciones endocrinas”.
En mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP), según prosigue, el ejercicio es una herramienta terapéutica fundamental, al tiempo que remarca que el deporte no sólo mejora la condición física, sino que también es un pilar importante en la prevención y en el manejo de trastornos hormonales femeninos, contribuyendo a un equilibrio integral entre cuerpo y mente: “La actividad física, especialmente combinada con una alimentación equilibrada, mejora la sensibilidad a la insulina, reduce los niveles de andrógenos, y puede favorecer la regularización del ciclo menstrual; una reducción de síntomas como el dolor menstrual, la retención de líquidos, los cambios de humor y la fatiga; además de mejorar la composición corporal, y el bienestar psicológico”.
3. Es aire para nuestros pulmones
Sobre los posibles beneficios del deporte en el campo de la Neumología, Antonio Ruiz Reina, del Hospital Quirónsalud Huelva, subraya que el ejercicio físico regular ayuda a conseguir una capacidad pulmonar más eficiente, y a aumentar la eficiencia con la que los pulmones extraen y transportan el oxígeno: “Esto se traduce en una mayor capacidad para inspirar y expirar, una mejor circulación sanguínea, y una mayor capacidad para realizar la función pulmonar de forma eficiente; lo que ayuda a su vez a fortalecer el corazón”.
En el caso concreto de los pacientes con asma o EPOC, este experto ensalza la influencia del ejercicio físico ya que, por ejemplo en el asma dice que puede disminuir el riesgo de sufrir crisis asmáticas y mejorar el control general de la enfermedad, aunque se debe tener precaución con la "broncoconstricción inducida por el ejercicio" y seguir recomendaciones médicas, como usar la medicación de rescate y calentar adecuadamente.
En la EPOC, considera el ejercicio es crucial para romper el círculo vicioso de inactividad, disnea, y debilitamiento muscular, mejorando la tolerancia al esfuerzo y proporcionando además un mayor bienestar psicológico.
4. Previene enfermedades metabólicas y cardiovasculares
En cuanto a la prevención y control de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 y la obesidad, el doctor Alberto Aliaga, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón de Sevilla sostiene que el ejercicio físico es una “herramienta esencial” en el manejo de la diabetes, ya que mejora la sensibilidad a la insulina, contribuye al control de la glucosa, y ayuda a mantener un peso saludable, reduciendo el riesgo cardiovascular.
A su juicio, la práctica regular de actividad física también favorece la pérdida de grasa visceral —la más relacionada con complicaciones metabólicas— y puede disminuir la necesidad de medicación; mejorando el bienestar general del paciente. “Lo ideal para estos pacientes es combinar ejercicios aeróbicos, como caminar, correr, o nadar, con entrenamiento de fuerza, que preserva la masa muscular y aumenta el gasto energético”, aclara. Para ello, destaca que la constancia es clave, por lo que realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física, repartidos en varios días, y adaptado a las condiciones y preferencias de cada persona, proporciona beneficios sostenidos.
Tras un infarto o ante pacientes con cualquier otra patología cardiológica, la doctora Carmen Durán, cardióloga del Hospital Quirónsalud Córdoba, resalta que el ejercicio físico no puede quedar al margen de la estrategia de salud cardiovascular, ya que se asocia con una reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular y de mortalidad: “El deporte cumple un papel protector, mejora la función endotelial, reduce la inflamación vascular, ayuda en la regulación de lípidos, en la presión arterial, en el control de la glucosa, del peso, y de la composición corporal”.
Para las personas que han sufrido un infarto de miocardio o tienen enfermedad coronaria conocida, los programas de rehabilitación cardiaca y la actividad física supervisada son esenciales, tal y como indica, ya que el entrenamiento mejora la capacidad de ejercicio, la calidad de vida, y reduce la tasa de hospitalización.
5. Frente al cáncer, el deporte suma
Igualmente, el ejercicio físico reduce hasta en un 30% el riesgo de padecer algunos cánceres, como el de mama y el de colon, y hasta en un 20% el riesgo de mortalidad específica por cáncer, según la oncóloga radioterápica del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa Julia Montañés Uceda, quien, además, señala que la actividad física regular y adaptada a cada circunstancia no sólo mejora la imagen y el corazón, sino también el humor, el apetito, y el sueño nocturno.
“El deporte mejora la tolerancia al tratamiento oncológico y restaura más rápidamente las secuelas producidas por éste, ayudando a recuperar el tono previo al diagnóstico de cáncer”, asegura esta especialista.
6. Los múltiples beneficios para el suelo pélvico
En la salud urológica, el doctor Carlos Trelles, urólogo del Hospital Quirónsalud Campo de Gibraltar señala que la evidencia científica al respecto muestra que, tanto en mujeres, como en hombres, la musculatura del suelo pélvico juega un papel fundamental en el control urinario y el ejercicio es beneficioso en este sentido, fortaleciendo el suelo pélvico con actividades como los ejercicios de Kegel, y el entrenamiento de la zona, que mejoran el soporte de la vejiga, de la uretra, y los otros órganos pélvicos.
Además, la actividad física regular "puede disminuir episodios de incontinencia, especialmente en mujeres tras el parto y en hombres, tras una cirugía prostática". Por contra, sí advierte de que un exceso de peso "aumenta la presión sobre la vejiga".
7. La importancia del deporte en la infancia
Pero también el impacto de la práctica deportiva se extiende a la infancia, según remarca María José Lirola, coordinadora de Pediatría del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud de Sevilla, quien defiende que “cuando un niño corre, salta, nada, o juega un partido con sus amigos, no sólo está haciendo ejercicio, sino que también está construyendo salud, carácter, y bienestar”. Mantiene que la actividad física es hoy uno de los pilares “más sólidos” del desarrollo infantil y adolescente, y la evidencia científica es clara al respecto: “El deporte bien orientado es una herramienta poderosa para que los jóvenes crezcan más sanos, más seguros de sí mismos, y mejor conectados con los demás”.
La actividad física regular se asocia con mejor condición cardiorrespiratoria, mayor densidad mineral ósea, menor porcentaje de grasa corporal, y con una reducción del riesgo de sobrepeso, de obesidad, y de las enfermedades cardiovasculares, según enumera. “En conjunto, la evidencia respalda que el deporte, practicado de forma regular, adaptada y segura, optimiza el desarrollo global (físico, emocional y social) y debería ser promovido como parte esencial de un estilo de vida saludable”, concluye esta pediatra.
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