La cigarra y la hormiga

Tribuna económica

El canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente de Francia, Emmanuell Macron.
El canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente de Francia, Emmanuell Macron. / Europa Press

19 de septiembre 2025 - 05:01

Francia y Alemania, las dos economías más grandes de la eurozona, representan juntas cerca del 48% del PIB del área del euro. Este peso económico las convierte en protagonistas indiscutibles de la salud financiera de la región. Sin embargo, ambas atraviesan momentos complicados, aunque con problemas muy diferentes. Sus respectivas situaciones recuerdan a la clásica fábula de la cigarra y la hormiga.

Alemania sufre una crisis de modelo económico. Su industria, fuertemente orientada a la exportación, está perdiendo competitividad ante la transición energética, el endurecimiento global de condiciones financieras y la pérdida de acceso a energía barata. Pero su comportamiento de hormiga en el pasado le permite disfrutar de una buena situación financiera para enfrentar el problema: su férrea disciplina fiscal, con déficits públicos controlados, ha mantenido la deuda pública a raya. Esta gestión prudente le permite ahora tener margen para acometer las inversiones necesarias.

Por el contrario, el déficit público francés se ha mantenido persistentemente muy alto y con una deuda pública del 110% del PIB, cifras que limitan severamente su capacidad para maniobras fiscales expansivas que mejoren su bajo crecimiento económico. Además, la necesidad de implementar reformas estructurales para ajustar el gasto está provocando una fuerte contestación social. Por todo ello, Francia se encuentra en el punto de mira de los mercados. El bono francés pagando más que el italiano a 10 años refleja una creciente percepción de riesgo. Y cada vez se alude más a la posibilidad de que el BCE tenga que activar el programa ITP para evitar una nueva crisis de deuda.

Mientras Alemania incrementa su deuda principalmente para financiar inversiones estratégicas que potencian su crecimiento futuro, Francia debe recurrir a la deuda para cubrir su gasto corriente. La hormiga alemana, pese a su desaceleración económica, mantiene su colchón financiero y un plan sólido de inversión. La cigarra francesa, por su parte, ha vivido el presente sin ahorro ni disciplina presupuestaria que la prepare para las inevitables tormentas económicas.

No son sólo problemas nacionales, sino un riesgo para todo el proyecto común. Ambas economías están enfermas, pero la dolencia francesa es más grave. Endeudarse para sostener servicios públicos ineficientes y déficits estructurales es más peligroso que hacerlo para financiar inversión productiva. Alemania puede estar desacelerándose, pero Francia está perdiendo confianza. Y eso, en los mercados de deuda, es mortal: la estabilidad financiera del euro puede verse seriamente comprometida.

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