Cuidado con el césped en los pueblos

Un inciso

El alcalde exclamó henchido de gloria: "¡Nuestros niños y niñas van a jugar en un campo como el del PSV Eindhoven!"

Pedro Marín, el ingeniero, empresario y romántico del aguardiente

José Ignacio Castillo: "Andalucía necesita mucho más debate económico"

Un campo de césped artificial. / M. G.

02 de octubre 2025 - 04:00

España tuvo un presidente del Gobierno que proclamó una gran verdad: "Si gastas más de lo que ingresas, te endeudas. Chichichí. Si te endeudas, hay que pedir un préstamo. Ocurre que el préstamo hay que devolverlo. Eso obliga a reajustes. Si no lo devuelves hay que añadir los intereses de demora. Total, un desbarajuste". Decían que era como un personaje de Barrio Sésamo, pero lo cierto es que si muchos hubieran tenido en cuenta este planteamiento, tal vez nos hubiera ido mejor en aquella crisis de 2008 que mandó a los arquitectos a pedir una licencia de taxi y a los altos ejecutivos a invertir la indemnización en los considerados negocios refugio. Sí, era Rajoy quien soltaba esas lecciones de toda la vida, realizadas con la diligencia del "buen padre de familia" que refiere el Código Civil. Recordábamos al gallego con ocasión del alcalde de un pueblo de serranía andaluza que recientemente inauguró un campo deportivo para los "chavales y chavalas". El buen hombre, henchido de gloria, proclamó: "¡Nuestros niños y niñas van a jugar en un césped de la misma calidad que el del PSV Eindhoven!". Pista, que va el artista. Grandes ovaciones al pujante alcalde. La comitiva oficial invitada para la ocasión participó uno minutos en el ágape de rigor. Cada dirigente se fue con una bolsita de regalo con una muestra de productos de la localidad, verdaderamente exquisitos. En un aparte, alguien le preguntó al alcalde por los problemas con suministros básicos, el centro de salud y las comunicaciones. Se habían producido varios episodios de agua turbia, sobre todo en los meses de sequía; faltaban pediatras y las conexiones de internet dejaban al municipio sin cajeros automáticos ni atenciones que debían ser on line, como tantas que se efectúan en las farmacias. El hombre quitó importancia a todo. Que si ya ha llovido suficiente y no hay problema, que si la culpa de la falta de médicos es de la Junta y ya se hará una manifestación en la plaza mayor y que si tenía concertada una cita en Sevilla con un cargo medio de la gran operadora de telecomunicaciones para elevar una queja, enérgica por supuesto. Vayamos a lo mollar. ¡Tenemos el mismo césped que el PSV Eindhoven!

Algunos dirigentes se marcharon con las manos en la cabeza, otros partidos de risa y alguno sumido en la reflexión sobre la importancia de no perder nunca los criterios de gestión económica aprendidos de una generación criada en la dureza. No se gasta más de lo que se tiene, no se hipoteca más de un tercio del sueldo, se debe tener un ahorro mínimo para las contingencias porque siempre hay una lavadora que se estropea, un diente que se cae o una derrama en la comunicad de vecinos; no se compra un coche sin calcular el coste de mantenimiento, se dejan las tarjetas para el gasto realmente extraordinario, etcétera. El alcalde recordaba al vecino que se compró el Audi en aquellos años 90 y tenía la despensa cargada de pastillas de Avecrem. La economía es, ay, el espejo del alma. Por la economía los conoceréis. "¿Te imaginas que pudiera pagarme el ritmo de vida que llevo?", me dijo en una ocasión un tipo desvergonzado que después alcanzó un cargo público. Esperemos que el césped, al menos, fuera artificial.

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