Dinero de repuesto

Tribuna económica

Monedas y billetes de euros.
Monedas y billetes de euros. / Europa Press

26 de septiembre 2025 - 04:00

En plena era digital, donde hasta las limosnas en las Iglesias se hacen por Bizum y la frase “no se acepta efectivo", aunque prohibida en la eurozona, empieza a utilizarse cada vez con más frecuencia, el BCE ha decidido recordarnos que, en caso de un apocalipsis, por ejemplo, tipo apagón masivo, lo que realmente importa no es si tienes cuarenta tarjetas de crédito, sino ese billete que guardas en la funda del móvil o en un rincón de la cartera. Sí, el efectivo sigue teniendo un papel clave cuando el sistema colapsa. También, cuando deja de cuidarse el sistema.

El BCE ha publicado esta semana un análisis, “Keep calm and carry cash”, que, sin ningún tipo de paliativo, invita a la ciudadanía a mantener una pequeña reserva de efectivo “por si acaso”, al igual que se lleva en el coche una rueda de repuesto. Por simple pragmatismo financiero: cuando todo falla —internet, red eléctrica, bancos, apps, QR— el efectivo no pregunta, no necesita PIN ni cobertura. Funciona. Y ese pequeño detalle lo convierte en un instrumento de resiliencia, no solo individual, sino lo que lo hace más importante, de resiliencia sistémica.

El estudio analiza distintas crisis recientes: la financiera de 2008, el shock pandémico, la invasión de Ucrania y hasta el apagón de España y Portugal de este año. En todos los casos, como si fuera un reflejo condicionado, la demanda de efectivo se disparó. La gente no corre al supermercado solo por papel higiénico; también corre al cajero.

Con este informe, el BCE viene a sumarse al creciente reconocimiento entre algunos gobiernos europeos de que el efectivo es un componente crucial de la preparación nacional ante crisis, y recomiendan que dentro del “Kit de emergencia” se incluya entre 70 y 100 € por miembro del hogar o lo suficiente para cubrir las necesidades esenciales durante unas 72 horas.

El problema es que la necesidad de contar con una reserva de efectivo no se limite a prepararse para hipotéticos colapsos globales o eventos catastróficos, sino que obedezca a la falta de inversiones en infraestructuras básicas. Basta con mirar, por ejemplo, lo que ocurre últimamente en Cazalla de la Sierra, en la Sierra Norte de Sevilla, donde antes se disfrutaba de unas excelentes comunicaciones y ahora la red -teléfono e internet- falla más que las escopetitas de la feria. Las telecomunicaciones, hoy, son tan básicas como el agua potable o el aire respirable: sin ellas, la vida cotidiana se detiene y la economía local se paraliza. España es líder europeo en telecomunicaciones, pero no basta con llegar a la cúspide, luego hay que mantenerse. En Cazalla, ahora, los 100 euros en la cartera hacen falta.

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