Un fiasco que cuestiona a Torres

Análisis

El nimio porcentaje de acciones que aceptó el canje, el 25,33%, deja muy tocados a los responsables del banco vasco, que parecía jugar al todo o nada con la oferta pública de adquisición

Los ganadores de la opa

Carlos Torre, presidente de BBVA.
Carlos Torre, presidente de BBVA. / Alberto Ortega · Europa Press

17 de octubre 2025 - 06:00

SORPRESA. Para algunos morrocotuda; para otros, relativa. Pocos esperaban, ni en la sede central del Sabadell, que la opa hostil del BBVA se iba a quedar por debajo del 30%, porcentaje al que estaba condicionada. Es decir, el banco vasco no tendrá posibilidad de lanzar una segunda opa, como estaba prescrito en el caso de que se quedara entre el 30% y el 50% y por lo que, ya en la recta final, todo el mundo esperaba para este viernes.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) no esperó y en la noche del jueves se despachó con una de esas noticias bomba que tanto se valora en las redacciones. Cuando los medios se preguntaban cuál sería el precio que fijaría el organismo regulador en caso de que el banco vasco decidiera lanzar la segunda opa, lo que comunicó fue que ni siquiera iba a producirse esa posibilidad. El organismo supervisor se ha librado de tener que fijar un precio objetivo que, sin duda, iba a levantar las típicas suspicacias.

El nimio 25,33% de acciones que aceptó la oferta del BBVA –un 25,47% de los derechos de voto– deja muy tocados a los responsables de la entidad vasca, que había apostado casi al todo o nada en esta operación, llegando incluso a aventurar que se pondría por encima del 60%. Cuando los ánimos se fueron apagando (a medida que se acercaba el final del proceso) ya admitían incluso una aceptación de entre el 30% y el 50%, lo que permitiría esa segunda opa en caso de querer seguir en la lucha.

El fracaso deja en el alero la continuidad del equipo directivo, empezando por su presidente, Carlos Torres Vila, que se había volcado en esta operación con todas las armas y bagajes. Y a medida que encontraba dificultades se fue implicando más. Su situación queda en entredicho. El fantasma de la dimisión corría anoche por la Vela donde el BBVA tiene su sede madrileña. El asunto es de una dimensión tan trascendente como para someterlo a una junta extraordinaria y, posiblemente, los mismos fondos que no han vendido en el Sabadell le exijan cuentas. No obstante, Torres ya afirmó en la matinal rueda de prensa de este viernes que no pasa por su cabeza dimitir, al tiempo que anunciaba compensaciones para sus accionistas.

En los últimos meses, la opa se convirtió en casi el único frente del banco, con un road-show continuo por todos los foros periodísticos del país y unas crecientes campañas de publicidad. En este flanco, ha sido superado por el Sabadell, que de la mano del tándem formado por su presidente, Josep Oliú, y el consejero delegado, César González-Bueno, han realizado una defensa a ultranza de la posición. A juzgar por los resultados de la opa, les ha salido a la perfección. Las “fantasmadas” que atribuían al ex piloto madrileño parece que no eran tanto y que sus previsiones iban por un camino verídico. De hecho, todo su discurso público se ha ido confirmando hito a hito en los 17 meses que ha durado el asalto fallido al banco vallesano.

Al final, la opa se ha quedado sin efecto, lo que quiere decir que se vuelve a la posición de salida y los accionistas que han vendido tendrán que deshacer la operación y seguirán como estaban hasta ahora. Entre ellos, el inversor mexicano David Martínez Guzmán, propietario del 3,86% del Sabadell y miembro de su consejo de administración. Su permanencia se antoja difícil después de este fiasco, aunque en el rocambolesco mundo de los negocios todo es posible.

Martínez Guzmán, tercer accionista de la entidad vallesana, apostó fuerte por la vasca. Sin embargo, a juzgar por los resultados, sus pasos no fueron seguidos por los otros grandes accionistas y por los fondos de inversión. Uno de ellos, la aseguradora Zurich, propietaria del 5%, ya había dado su disconformidad a la opa, y BlackRock, principal inversor, se mostró muy pasivo. Ambas actitudes han tenido, seguramente, mucho que ver con la de otros fondos.

Por otro lado, los muchos pequeños accionistas, que se acercan al 50% del capital, han seguido la lógica de los grandes y han plasmado la desconfianza que había generado desde el principio la oferta. No había convencido que parte se pagará con canje de títulos. Además, la evolución de la cotización se comió la prima ofrecida y se puso negativa en seguida, lo que obligó a modificar algunos aspectos en el tramo final de la operación.

Sin duda, ha podido ser clave para no alcanzar el 30% que muchos accionistas hayan preferido no vender al precio ofrecido a la espera de una segunda opa que daban por descontada y en la que saldrían ganando con un hipotético precio más alto. Al final, ni a un precio ni a otro. Esta aplicación del dilema del prisionero de la Teoría de los Números ("pasa tú primero que a mí me da la risa", en versión más chabacana) ha podido ser fatal para los intereses del BBVA. Por eso, para la CNMV ha sido un alivio no tener que enfrentarse a fijar un precio equitativo.

La opa ha estado, también desde el principio, salpicada por la polarización política. El hecho de que la entidad opada fuera catalana le dio un tinte especial, en el que se blandieron argumentos de todo tipo como presiones de los grupos catalanes socios de la investidura del Gobierno. Posiblemente, en ese sentido, influyeron también las condiciones impuestas por el Gobierno para que continuara con la opa. Entre otras, la de mantener la independencia de la entidad opada durante tres años. Entre una cosa y otra, el banco presidido por Torres Vila se vio obligado a modificar la opa, entre otras cosas el canje.

Hay que destacar, en todo caso, la rápida reacción del banco en dar la cara y ser receptivo sin restricciones en la comparecencia ante los medios de comunicación, con la presencia de Torres Vila y del consejero delegado, Onur Genç, sus principales responsables. Pero, más allá de la defensa de su estrategia y de los agradecimientos finales (entre otros, a la prensa, cuyo papel ha vuelto a ser fundamental), las palabras de Torres dejaron abierto el debate para la reflexión sobre la necesidad de una revisión de la Ley de Opas, sobre todo en cuestiones como el desarrollo de esa, para el BBVA, fatídica segunda opa y otras normativas que dejan ver algunas costuras. Tarea inminente para la CNMV.

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