La financiación para el desarrollo en la economía global y local

Análisis

30 de junio 2025 - 03:50

POCOS eventos tienen la importancia del que celebramos en Sevilla, impulsado por la ONU y acogido por gobierno de España, sobre el tema de la financiación para el desarrollo; es buena ocasión para familiarizarnos con algo que aunque intuitivo, pues trata de cómo las finanzas impulsan el empleo y bienestar de un país o región, tiene hoy día implicaciones complejas que podemos resumir así. Primero, los temas financieros no siempre los vinculamos a la economía real, y todavía sufrimos las secuelas de 2008 cuando explota la burbuja financiera e inmobiliaria, donde instrumentos financieros muy especulativos, y encadenados o derivados, hacían opaca la rentabilidad y el riesgo; la catástrofe que originan requiere la intervención de gobiernos rescatando entidades, y bancos centrales comprando títulos que nadie quería. El BCE tiene aún 4,5 millones de millones de euros en títulos de deuda, y la Fed norteamericana 2,4 millones de millones de dólares sólo de títulos hipotecarios.

En segundo lugar, la financiación tiene tres ángulos; uno el de las exportaciones e importaciones, dividendos, intereses, y subvenciones, que determinan el superávit o déficit de un país; otro, de transferencias de capitales, patentes, marcas, y bienes no producidos como terrenos, que forman la cuenta de capital; y la cuenta financiera, que son inversiones directas, en carteras, depósitos y préstamos. La financiación del desarrollo hay que verla pues como comercio, transferencias, y financiación propiamente dicha; España mantiene sobre el producto un excedente de cuenta corriente del 2%, un flujo de inversiones reales del 1%, y del 10% de inversiones financieras (al disminuir en Estados Unidos y aumentar en Europa). Un tercer aspecto es el de la deuda exterior, pública y privada; la deuda en sí no es mala, pues es una forma de financiación y el capital es deuda, pero depende de tres cosas: la capacidad de generar actividad para remunerarla y devolverla, si es pública que se sustente en una buena fiscalidad, y una divisa estable. Son necesarios mercados internacionales ágiles donde esta deuda se negocie, y este será uno de los temas de la reunión de la ONU, pues dos protagonistas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se ocupan de financiar proyectos de desarrollo, y aliviar a países con dificultades en los pagos. Financiación del desarrollo es un término hoy arcaico que surgió hace sesenta años sosteniendo que para el desarrollo de un país o región había que disponer de un sistema financiero que sirviera como canal de transmisión del ahorro interno y externo a la producción; uno de los economistas más destacados de esta escuela, admirado y querido, al que habría que rendir homenaje en Sevilla, es el recientemente fallecido Stanley Fischer, que desde la universidad e instituciones financieras trabajó en la teoría y práctica de la financiación de la producción y gestión de la deuda, teniendo en cuenta países pobres y ricos, expectativas en los mercados, y cómo afecta a la vida de las personas.

Un cuarto punto que cobra importancia desde los acuerdos de París, es la financiación del desarrollo sostenible, tanto en la explotación de recursos naturales, como en proporcionar agua potable, electricidad, una agricultura e industria limpias, y ciudades habitables. Los bonos de deuda verdes tienen un valor de mercado de 3 millones de millones de dólares, emitidos por países, ayuntamientos, empresas, e instituciones financieras; en España tenemos las emisiones de Ibercaja y Unicaja, entre otras. De esos 3 millones de millones, 1,25 son en euros y 0,75 en dólares, y señala un mercado donde el euro como divisa puede afianzarse, no en vano de esa cantidad 1 millón de millones está emitido en el área del euro, frente a 0,5 en USA y 0,25 en China; los datos son de J. Demski y otros, desde el BIS (Banco de Pagos de Basilea). La financiación del bono verde es barata, entre 1 y 5 puntos básicos menos que la deuda soberana del país; y personas sensibles al tema pueden invertir pequeñas cantidades por ejemplo en el índice global de bonos verdes, que tiene una rentabilidad media de 3,25%. De forma más amplia, un trabajo de A. Jegarasasingam también para el BIS, calcula en 30 millones de millones de dólares las inversiones medioambientales, multiplicando por seis las que había cuando la reunión de París de hace diez años; de ellos 14 son desde Europa, 8 Estados Unidos, 5 Japón, y 3 Canadá y Australasia. Vemos también cómo las inversiones para reducir impacto medioambiental aumentan en las carteras de inversión de grandes fortunas.

Por último, recordemos que Andalucía tiene una Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, que aunque modesta, cuenta con 20 millones de ingresos y 58 personas; este evento en Sevilla tendría que motivar un proyecto renovado, pues hasta ahora los fondos se distribuyen sólo a través de ONGD; la Agencia podría llevar a cabo un programa continuado con las universidades, empresas y entidades financieras, incluyendo el recurso a financiación en el mercado. Nunca se insiste suficientemente en la importancia de la estabilidad financiera, y hace poco Klaas Knoot, presidente del FSB el máximo organismo sobre este asunto, nos contaba como un pez grande se encuentra con dos pequeños -la metáfora es de David Foster Wallace- y les pregunta cómo está el agua; como los peces no responden el pez grande insiste, los dos peces se miran extrañados, y uno contesta: “¿Y el agua qué es?”. Así es la estabilidad financiera, dice Knoot, algo que como las realidades más significativas y obvias, son a veces las más difíciles de hablar sobre ellas. Sin embargo, cuando surgen frivolidades en medios de pagos, juegos con la fiscalidad que afectan a los tipos de interés y cambios, aranceles absurdos, la amenaza permanente de instrumentos financieros espurios, hay que recordar que por el medio financiero fluye toda la economía, y afecta a los países ricos y a los pobres, familias, empresas, grandes y pequeñas, y es uno de los pilares que da estabilidad o no a nuestra vida cotidiana.

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