
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Francia de fondo
Tribuna económica
Durante décadas, Fidel Castro contó con la simpatía y empatía de buena parte de la izquierda internacional, a pesar de su gran lista de errores sociales y económicos, sin contar que casi nos lleva a una tercera guerra mundial con la crisis de los misiles.
Ahora es Trump quien disfruta de ese estatus entre parte de la derecha, aunque compita con Castro en errores. Tras poco más de medio año, se pueden citar, entre otros: acosar a la Reserva Federal; echar a India en brazos de China; meter en el gobierno a Elon Musk; una alocada guerra comercial; renegar de las vacunas; favorecer a Rusia frente a Ucrania; desplegar al ejército en sus propias ciudades; alentar a Netanyahu; demandar Groenlandia a Dinamarca o una represiva política migratoria, donde el último episodio ha sido detener a los ingenieros surcoreanos que estaban construyendo una fábrica de Hyundai en EEUU.
Pero Fidel Casto consiguió que su mítica frase, “de derrota en derrota, hasta la victoria final”, fuera cierta, aunque esa victoria no era otra que mantenerse en el poder, y disfrutar sus prebendas durante 49 años, frente a los 39 de Franco, para después conseguir lo que este segundo no pudo, dejarlo todo bien atado para que, tras su muerte, sus familiares, empezando por su hermano, y allegados sigan disfrutando del mismo.
Los objetivos de Trump ahora son otros, aunque no le haría ascos a perpetuarse, si en el futuro fuera viable una reforma constitucional, y, fundamentalmente se basan en saquear económicamente al resto del mundo, también a nosotros, para enjugar el déficit público que ocasionarán sus rebajas fiscales, dentro de su Big Beautiful Bill, para aplacar, como explicamos, al Mercado de Bonos.
El único antídoto a este tipo de liderazgo, tan nocivos a largo plazo, pero tan atractivos para una parte significativa de la ciudadanía, del “cirujano de hierro”, es que surjan liderazgos políticos competitivos en sus proximidades políticas, más que en sus antípodas. Si a Fidel Castro se contrapuso el más próspero modelo de la socialdemocracia europea, de Miterrand, Brant o González, ahora necesitamos que dentro de la derecha surjan alternativas sugerentes a Trump. La nota de FAES, del pasado febrero, en la que comparaba al trumpismo patrio con Gengis Kan, iría en la buena dirección. Una comparación acertada, en cuanto que Gengis Kan también enriqueció a su pueblo a costa de saquear al resto del mundo.
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