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La irrelevancia política europea es la causante de su irrelevancia económica, ¿o al revés? Quizá la cuestión no está bien planteada porque falten elementos. Por ejemplo, el déficit de cohesión política interna, que tiene que ver con la crisis de liderazgo y ayuda a entender la dificultad de impulsar estrategias comunes en cuestiones fundamentales, como la seguridad o la competitividad.
Sobre la deriva hacia la irrelevancia competitiva ya se pronunciaron Letta y Draghi en sus respectivos informes de 2024. Sobre los retos en materia de seguridad conviene citar otro informe. El de S. Niinisto, presentado en octubre de ese mismo año, cuyo título no puede ser más elocuente: “Juntos estamos más seguros”. Plantea el camino hacia una Unión Europea capaz de afrontar su problema de seguridad, en un contexto de fuertes amenazas sobre sus fronteras, que no puede ser ajeno al del reforzamiento de su competitividad. La guerra de Ucrania ya estaba madura cuando se publicó, pero otros acontecimientos trascendentes estaban todavía por venir. Entre ellos la segunda presidencia de Trump, la nueva guerra de aranceles y el varapalo a Europa en la OTAN por su desidia en materia de seguridad. También se cumple la premonición sobre conflictos de alta tensión en las fronteras de la UE por violaciones de drones y aviones rusos. Paralelamente, ciberataques a aeropuertos europeos, cumbre de Tianjin (China), con reforzamiento de la cohesión entre potencias capaces de alterar los equilibrios geoestratégicos y la cumbre del 80 aniversario de Naciones Unidas, donde hasta los más previsores de las impertinencias de Trump han quedado boquiabiertos.
Las migraciones y la lucha contra el cambio climático destruyen la libertad, ha venido a decir, y Europa contribuye. Los dos ejes centrales de su política, el reforzamiento de la hegemonía norteamericana y la canalización de la inversión mundial hacia su país, entran en colisión directa con el multilateralismo, el rechazo a las injerencias y la defensa de la paz, pero no ha sido Europa quien ha llevado la voz cantante, sino el presidente brasileño. Su defensa de los valores del humanismo y la democracia han planeado sobre un ambiente enturbiado de tensión y autoritarismo. Europa se mantiene acomodada en su irrelevancia, pero encarna mejor que nunca la defensa de los valores de occidentales de libertad y justicia y por ello sigue siendo imprescindible. Su voz frente a los crímenes israelíes en Gaza es la mejor prueba.
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