¿La inflación ha muerto?

Tribuna económica

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde. / EFE

Sevilla, 24 de septiembre 2025 - 06:00

Durante las últimas décadas hemos padecido situaciones de deflación y de gran inflación. Tras la crisis financiera de 2008, los bancos centrales tuvieron como objetivo evitar la deflación, para lo cual practicaron políticas monetarias expansivas no convencionales de tipos de interés próximos a cero y expansión de los balances. Tras la pandemia, en el año 2022, se inició un proceso fuertemente inflacionario. Los bancos centrales se apresuraron a subir los tipos de interés y reducir la liquidez. Resultado: una fuerte caída de la inflación. Tanto la Fed como el BCE manifiestan que la inflación está controlada. La Fed ha mantenido los tipos de interés altos en un intervalo del 4,25%- 4,5%. En su última reunión ha iniciado una bajada de los tipos de interés con una reducción del 0,25% y los mercados financieros esperan que haya dos bajadas más del 0,25% en este año. La razón es que, en el balance de riesgos, inflación-desempleo, actualmente pesa más el desempleo que la inflación. A esto hay que añadir la presión que está ejerciendo Trump para que la Fed baje más agresivamente los tipos de interés.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, manifiesta que las expectativas de inflación están ancladas en Europa. Actualmente, la inflación está en el 2,7% y los tipos de interés en el 2%. Cerca del tipo de interés neutral, aquel que ni impulsa ni reduce la inflación y el crecimiento. En su última reunión, el BCE redujo el tipo de interés en un 0,25%.

Resumiendo, que los bancos centrales parecen haber controlado el rebote inflacionario que se originó tras la pandemia. Los bancos centrales están satisfechos de su labor, han dominado la inflación y su preocupación está más en el crecimiento y desempleo que en la inflación. ¿Quiere decir esto que la inflación ha muerto, como aseguran algunos economistas? Me temo que no. Con una guerra de Ucrania abierta y con Gaza atacada y un proceso de paz fracasado, nadie puede negar la posibilidad de un nuevo choque energético que dispare los precios. Oriente medio produce el 30% de la energía fósil del mundo. En defensa de la tesis de la “muerte de la inflación” podríamos argumentar el envejecimiento de la población y su menor capacidad de consumo, la reducción de costes de la revolución tecnológica y digital y la apuesta por las energías renovables, más baratas. En un contexto geopolítico incierto los shocks de oferta son más que probables y también las tensiones inflacionarias.

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