Adolescentes en modo ‘on’: cómo y por qué consumen bebidas energéticas
Universo 'zapas'
El Poliedro
EN estrategia empresarial suele mencionarse como una de las posibles ventajas competitivas en un mercado la de haber sido una empresa “la primera entrante”, que es la traducción que en español se dio al anglicismo “first-mover”, el que hace el primer movimiento en un mercado nuevo. El pionero podría asegurarse, en mayor medida que su inminente competencia, y si el negocio por venir era promisorio, la fidelización de los clientes, las relaciones institucionales, el manejo de la tecnología propia del sector, recursos que pudieran ser escasos... Pero esta es la teoría. En la práctica, ir de avanzadilla conlleva riesgos. Por ejemplo, que el producto no funcione. Por ejemplo, también, que copiar al primer entrante sea coser y cantar, porque el pionero no ha conseguido crear barreras de entrada ni tampoco dotar de ambigüedad al origen de sus ventajas competitivas.
Esta semana he atravesado un par de calles de alto comercio en ciudades que he visitado; capitales de sus países o urbes señaladas de ellos. Los alquileres de esas vías, adonde no falta Inditex, son los más caros. Pero nada hay de muy extraño en eso: es que hay un inusitado número de tiendas costeadísimas de calzado deportivo. Por lo general, y en mi trasnochado gusto, con un género de infumable diseño, horrísono incluso, y a pesar de tratarse de primeras marcas. Tiene esto que ver con las (des)ventajas del primer entrante. Conocí a un grupo de tipos jóvenes que montaron la primera tienda de “zapas” de su ciudad, sólo calzado deportivo. Puede que fueran demasiados socios para tan embrionario negocio, puede que la ubicación del establecimiento estuviera lejos del tránsito de la gente. Sobre el número de socios, más vale poco que muchos, y quizá impares que pares, cosa de la que cabe escribir un ensayo y hasta una tesis doctoral. O sea, sobre lo que no se puede sentenciar como consultor (o sí, pero sin garantía de buen consejo). Sobre lo segundo, cabe recordar el pragmatismo estadounidense, que prima la ubicación de un negocio o una propiedad: “Location, location, location’” (pronúnciese “loqueishon”).
El caso es que aquella ilusionante y magnífica tienda fue flor de un día. Internet y el músculo financiero de su repentina competencia hicieron añicos el proyecto. Aquellos jóvenes ofrecían un alto nivel de servicio, ya saben, análisis de la pisada, etc.¿fue demasiado? Gente refinada, quizá idealista. Valga este ejemplo para no dejar de recordar, por un lado, a los ciclos económicos, cada día más vertiginosos; no sólo los del curso macroeconómico y sus auges y depresiones, sino también los de las industrias y servicios especializados y, a lo que vamos, los de las propias empresas como seres vivos. Donde ya la pequeñez y su flexibilidad no son el valor que fueron. No conviene seguir dando por cierto lo que una vez lo fue. Como las ventajas del primer entrante o pionero. Ese tipo de certezas está más muerto que vivo, y los ácaros de aquellos manuales de estrategia pueblan sus páginas: muchos, y bien gorditos. Como, de momento, lo están las tiendas de zapatillas deportivas en las millas de oro de las grandes ciudades.
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