Crispados, pero disfrutones

Un inciso

La lección del pueblo es que suple con inteligencia emocional los malos datos mircoeconómicos

La ventaja de tener los 50 años cumplidos

La lona bonita de un banco

Un cohete. / M. G.

13 de noviembre 2025 - 04:01

Esta semana hemos conocido nuevos estudios sobre el fenómeno de la polarización, ese lastre de la vida pública española con proyección en miles de casos de la vida privada de tantísimos ciudadanos. Algunos tenemos claro que comenzó entre el final del aznarismo y, sobre todo, en el primer tramo del zapaterismo. Entre la obsesiva alineación con los Estados Unidos de Bush, estandarte sin complejos del mandatario popular, y el desentierro irresponsable del guerracivilismo que efectuó el avieso ex presidente socialista desde el mismo momento de su primer discurso de investidura. Comenzó la crispación que no ha hecho más que ir en aumento, aventada por otros factores: la crisis económica de 2008, la irrupción del movimiento del 15-M, la pandemia, la degradación de la vida pública que ha elevado al primer plano a personajillos de tercera líneas...

El aspecto más llamativo es que nos cuentan que la macroeconomía va bien (la España del cohete), pero nos echan dos jarros de agua fría: la estadística oficial europea y la de Cáritas sobre la exclusión social. Los datos provocan sonrojo. Debe ser cierta la afirmación del catedrático andaluz Juan Torres: "La crispación impide aprovechar la buena coyuntura económica". Y añadan que mucha gente ha vivido dos crisis muy distintas, pero muy seguidas (la económica-financiera y la sanitaria) y ya no está dispuesta a tener más paciencia. Prefieren vivir con menos (tampoco hay mucha capacidad de elección), pero mejor. O de forma más llevadera, aliviada o soportable. ¿Les suena el lema del Ministerio de Trabajo que, por cierto, es el mismo que promueve currelar menos? Nadie más listo que quien sabe interpretar las prioridades reales del personal, esas que operan en la mente, pero no se confiesan con facilidad. Podemos estar crispados, pero tan apaleados que no dejamos de ser disfrutones. Se llama supervivencia, que rima con inteligencia. Otro lo llamó resiliencia. E hizo negocio. Pero tal vez no disfrute tanto. Sufra más. Y la crispación, precisamente, le impida viajar en el cohete.

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