El Apuntador
Miguel Ángel Noceda
La admonición de Botín
Un inciso
En todos los temas de actualidad que preocupan a los españoles según los sondeos frecuentes del CIS, caso del desempleo o la dificultad de acceder a una vivienda, conviene no ofrecer opiniones con riesgo de ser expulsado del rebaño. España es un país que en ciertos asuntos no admite matices. Ha habido personalidades del mundo de la política o de la comunicación que han osado cuestionar la actitud de muchos jóvenes, o incluso que pretendan vivir desde el principio en las zonas más cotizadas. Se trata de puntos de vista prohibidos. Quien plantee el debate en estos términos puede ser directamente cancelado. Hay que comprender, entender, ayudar, estimular... El mundo de derechos sin obligaciones que hemos construido conlleva ciertos efectos, pero no se pueden aludir. Ocurre que hay empresarios en privado que reconocen que ya contratan a desempleados con los 50 años cumplidos, sobre todo, como es lógico, en tareas que no están relacionadas directamente con las capacidades físicas. Lo reconocen en voz baja: "Traen incorporada la cultura del esfuerzo, no llegan preguntando si hay que trabajar por las tardes, ni a qué hora se sale. Son un activo para muchas empresas". ¿Esto cómo se digiere? Para empezar, hablando bajito. También sucede que una de las grandes multinacionales ficha a oficiales de la Armada española, el cuerpo de élite del Ejército español. ¿Por qué? Saben de logística y, de nuevo, atesoran los valores del esfuerzo, la disciplina y el sacrificio. Por supuesto, la multinacional paga sueldos más altos que los estipulados por Defensa.
No hay que olvidar que tenemos un Ministerio de Empleo que promociona trabajar menos para vivir mejor. ¿Quién forma entonces a los jóvenes en determinados valores cuando el discurso oficial demoniza el trabajo? Solo quienes estén dispuestos a mojarse en la educación para, en el mejor de los casos, tener descendientes de la denominada generación salmón. Hemos construido un mundo que ellos no podrán pagar. Pues contratemos a cincuentones, combatamos el edadismo y seamos positivos. Así conseguiremos, al menos, una prórroga en el estado del bienestar que hemos conocido y disfrutado en los últimos cuarenta años. Tenemos derecho a todo, porque lo merecemos todo desde el principio hasta que al final haya una generación que saque la dichosa pancarta: "Hemos sido engañados". Directos al topetazo.
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