Europa, en un triángulo escaleno

EL POLIEDRO

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de EEUU, Donald Trump, en una cumbre celebrada en Alaska.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de EEUU, Donald Trump, en una cumbre celebrada en Alaska. / EFE

01 de noviembre 2025 - 05:30

La Historia es larga, y la de cada uno es una vida, o sea, una historia corta y por lo general no sonada ni escrita: la de los millones de humanos que hacemos de comparsa de la historia visible y registrada, que Unamuno llamó intrahistoria (palabra mal usada ahora continuamente con un significado de intríngulis de los sucesos). Con los hijos o, como es mi caso, con los alumnos, la historia se te pone de frente, o más bien se te pone detrás. Mencionas, en cualquier clase y como lo más consabido del mundo a alumnos de cuarto de carrera la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría y, salvo algún curioso, ninguno pone en pie esos hitos, para mí tan nítidos como lejana, por ejemplo, a me fue la primera República Española: cosas que estudiabas en los libros de texto del bachillerato o BUP, en el mejor de los casos (que estudiaras). Tras la Segunda Gran Guerra (SGM,1939-1945) y la liquidación de la Alemania hitleriana y las bombas atómicas sobre Japón, la Guerra Fría fue una guerra silente, pero con una latente y algo impostada amenaza de nuevo conflicto nuclear entre la Unión Soviética (Rusia hoy, permitan la simplificación) y Estados Unidos, cada uno con sus órbitas militares, neocoloniales, invasoras y comerciales.

Las formas cambian más rápidamente que las profundas corrientes de los intereses de las grandes potencias. Habitantes bienestantes somo usted y yo de un fenomenal y poliédrico espacio más allá de lo político, comercial, financiero, social y legislativo, la UE. Que fue precedida por una confederación del carbón y el acero que alió a Francia y Alemania a cascoporro, y ya bajo el imperante poder militar y geográfico de Estados Unidos; dos grandes naciones-estado dependientes de materias primas estratégicas, Francia y la otra vez vencida y de nuevo humillada Alemania de la Primera Gran Guerra (1914-1918); en algo más de treinta años, enemigos naturales --y de fronteras mestizas-- por la posesión de recursos esenciales para una sociedad industrial. Un acuerdo que, con el tiempo, entendió que era conveniente crear mercados a cambio de otorgar capacidad de compra a países periféricos con un Mercado Común que fue germen de un expansivo y singularísimo oasis de vida digna en este pequeño planeta, la Unión Europea.

Súbitamente, la UE se encuentra convulsionada por un triángulo de lo más escaleno cuyos lados y ángulos son la reproducción dinámica de tres factores. Primero, la amenaza de Rusia, para quien Ucrania es sólo una primera fase de expansión; el caudillo Putin y su aún temible potencia militar se chulea de espacios aéreos anejos y centrales de la UE: Estonia, Polonia –objetivo histórico de rusos, y alemanes--, pero también Bélgica, la capital política de la Europa democrática. Segundo vértice, el desprecio a la UE y el continuo anuncio de navajeo arancelario de EE UU hacia ella; siendo como es América el líder natural del sistema de defensa occidental que es la OTAN, enfrascado Trump con denuedo y no poco éxito en batallitas desquiciantes contra las regulaciones comunitarias. Que infligieron e infligen multas fenomenales a empresas tecnológicas estadounidenses, la otra pata del país más poderoso del planeta, junto a su imbatible poder armamentístico. Tercer vértice, el surgimiento de nacionalismos patrióticos en cada vez más países de la propia UE, que se oponen, como cómplices endógenos de Trump, a la descarbonización y a la Agenda 2030.

Todo ello predice que la UE perderá buena parte de su incomparable bienestar social por el imperativo de dedicar a Defensa enormes volúmenes de su PIB y sus presupuestos. Y, ya visto desde nuestra cómoda periferia enfrascada en rinconetes, cortadillos y estupideces en un permanente estado electoral, una pérdida brutal de fondos europeos. Afrontar eso es el principal deber del Gobierno español --ese edificio maltrecho--, y sobre todo del Gobierno andaluz.

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