El oportunismo de la hiedra

La hiedra se extiende a su alrededor
La hiedra se extiende a su alrededor / Erasmo Fenoy

18 de diciembre 2025 - 07:00

La hiedra es una planta que necesita apoyarse en algo para crecer. En una pared o en otra planta, a la que terminará ahogando, si es necesario, para alcanzar su meta de continuar trepando. El “trepa” es una persona cuya ambición le lleva a utilizar cualquier medio a su alcance para conseguir sus objetivos, al margen de consideraciones éticas o de conciencia e incluyendo el perjuicio de otras personas. Es un cazador de oportunidades que desdeña principios, valores y lealtades, sin reparo para abandonar en el camino a quienes convenga en función de sus intereses particulares. Su código ético admite diferentes modelos de progreso social, pero entiende que la manipulación, la mentira e incluso la trampa pueden ser tan valiosas como el esfuerzo o la capacitación, siempre que permitan alcanzar el mismo objetivo.

En una sociedad competitiva las oportunidades hay que buscarlas e intentar aprovecharlas no tiene nada de reprochable, salvo que si se hace a costa de los demás. La capacidad para conseguir una información ventajosa puede ser una habilidad merecedora de recompensa en forma de precios reducidos u oportunidades de negocio o empleo, pero hay casos, como el de la información asimétrica, que la economía considera como fallo de mercado. Cuando en una transacción una de las partes dispone de información exclusiva que utiliza en beneficio propio y en perjuicio de la otra, el resultado es ineficiente porque los recursos no se asignan adecuadamente y los “trepas” encuentran su oportunidad.

Ocupar un alto cargo en la administración o en cualquier institución permite disponer de información privilegiada sobre, por ejemplo, las condiciones exigidas en un concurso para la cobertura de puestos de trabajo o la adjudicación de una obra pública. Si una relación de proximidad a la fuente puede proporcionar beneficios exclusivos, es comprensible que en el perfil psicológico del “trepa” figure la predisposición a adaptar su conciencia a las circunstancias (por ejemplo, la afiliación) o a compartir el beneficio con los actores imprescindibles de la trama. El problema para esta es que también se le reconoce un marcado narcisismo, que no solamente implica dificultad para tejer vínculos personales duraderos o predisposición al chantaje emocional (descargar en el prójimo sus propias culpas), sino también acabar, como la hiedra, ocupando todo el espacio vital donde se instalan, imposibilitando la convivencia incluso con los que ya estaban.

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