Meloni sí está

El Poliedro

Puede que se erija en una tercera parte más franca que los príncipes naturales de la UE, el francés Macron y el alemán Merz

Emmanuel Macron, Donald Trump y Giorgia Meloni. / Aaron Schwartz, EFE

23 de agosto 2025 - 05:59

Hace unos días, en estas páginas, pudimos leer una crítica de cine de Carlos Colón, asunto en el que es un maestro incomparable; lo es en lo que le dé por escribir, no descubro nada. La pieza comentaba La Gran Ambición, filme sobre Berlinguer. Traigo a colación un párrafo: “La importante figura del histórico dirigente comunista italiano Enrico Berlinguer (1922-1984), uno de los padres en 1977 del eurocomunismo junto a Marchais y Carrillo tras su primera ruptura con la Unión Soviética en 1976, y actor, junto a Aldo Moro, del llamado Compromiso Histórico, la colaboración, en una situación de extrema precariedad política y auge del terrorismo de extrema izquierda y extrema derecha, entre el PCI y la Democracia Cristiana. El asesinato de Moro en 1978 le puso fin”.

¿Comunistas y democristianos entendiéndose por su país? Decía Obélix: ¿están locos estos romanos? Aquella, sí, era una situación crítica; de sangre gratuita supimos mucho más por ETA. También son urgentes, en España hoy, los incendios, la Justicia o la vivienda. Y son objeto de todo menos de compromiso entre los dos partidos inmensamente mayoritarios. Ahora, Europa necesita una reedición del Compromiso Histórico. Construida institucional, jurídica y económicamente, la UE se ve amenazada por una guerra cercana entre Rusia y Ucrania, y de pronto trastornada por un socio histórico, EEUU, cuyo Comandante en Jefe, Donald Trump, trastoca a la OTAN y practica por norma un desorden de tahúr. Su principio (?) es “donde dije digo, digo diego”. Hasta cuándo y con qué consecuencias, nadie puede saberlo.

Italia. Un Estado poderoso, aunque funambulista en su gobernanza. Aun así, Meloni, su primera ministra, se mostró en el último encuentro entre USA, Rusia, Ucrania y la UE como bastión del europeísmo. Sí, ella fue “misina” (del MSI, neofascista). Con franqueza, me pregunto, tras verla actuar: ¿es una fascista?, ¿eso qué diantres significa, hoy? Dijo: “Hay que recuperar la grandeza de Occidente”. Grandeza... parece exagerado. ¿Lo es? Medio siglo tras Berlinguer, puede que Meloni se erija en una tercera parte más franca que los príncipes naturales de la UE, el francés Macron y el alemán Merz. ¿Cuánto le va en esa idea de renacimiento occidental a este país, España, castrado para ninguna forma de compromiso histórico, embarrada en un poliedro de malos quijotes adonde el alma negra del duelo a garrotazos va en contra de la gran mayoría votante? Periferia somos: no se invita al presidente Sánchez a las cumbres críticas. Por otra parte, qué desconsuelo el que causa el sucedáneo patrio de Meloni, Abascal: tiramisú y algarroba. No digamos la grima que da el soez heredero sanchista, Puente. Feijóo, haciendo cuentas.

Unos veinte años separan políticamente a Italia y a España, donde la praxis política se dispara a los pies; a los de todos. Un gran Estado sin presupuestos, sin acuerdos sobre la inmigración o el drama de la vivienda, con un poder presidencial negociante y con pies de barro. No somos nadie, se dirán. La Meloni... “una fascista xenófoba”: descalificar es más fácil que estar en el ajo. En el que está esa mujer.

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