
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Obligar, prohibir, incentivar
Tribuna Económica
SE prohíbe fumar en terrazas y se implanta, o al menos se intenta, la jornada laboral de 37 horas y media. También está prevista la prohibición de los combustibles fósiles. El Gobierno insiste en sus dos formas preferidas de intervención coercitiva mediante prohibiciones y obligaciones, frente a la alternativa de los incentivos.
Comparten el objetivo de intentar alterar la solución de los mercados, cuyos fallos la sitúan, a veces, a gran distancia de lo que se considera social o políticamente deseable, pero funcionan de forma diferente. Los incentivos persiguen influir en las preferencias de las personas, respetando su libertad de elección, pero sin sustituir del todo al mercado, como con el impuesto a carburantes, mientras que las medidas coactivas, como la limitación al crecimiento de los alquileres, establecen lo que hay que hacer, anulando al mercado y cualquier margen de elección individual. La preferencia por una u otra fórmula está, obviamente, cargada de ideología.
Desde la perspectiva de la economía, los incentivos son preferibles a los métodos coactivos, aunque la perspectiva política puede valorar de forma diferente determinadas circunstancias. Lo fundamental de los incentivos es que generan costes y beneficios en las personas que los lleva a adaptar sus preferencias, y por tanto sus comportamientos, a lo deseable desde un punto de vista político. El problema es que la economía puede valorar estos mismo costes y beneficios de forma radicalmente distinta a la política.
Un caso especialmente polémico es el de los incentivos a la productividad, que adecuadamente diseñados en el sector privado suelen producir los resultados esperados, mientras que en el sector público son fuente habitual de controversia, sobre todo cuando se establecen para estimular la puntualidad o reducir el absentismo. Uno de los problemas de los incentivos es, que si no están bien diseñados, pueden afectar negativamente al clima laboral y la convivencia por razones de discriminación, además de estimular conductas no deseables, en cuestiones de riesgos laborales, resistencia la enfermedad o al embarazo.
Los inconvenientes en el caso de los métodos coercitivos se han hecho evidentes en el caso de los alquileres. Cuando la limitación se aleja en exceso del resultado del mercado, una consecuencia probable es la aparición de mercados alternativos (negros o ilegales) o de variedades indeseables, como la infravivienda o la vivienda compartida.
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