Tribuna económica
Carmen Pérez
Sigue la calma
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Ayer jueves tuvimos otra reunión del BCE y el sentimiento era de déjà vu respecto a las dos últimas citas. Ninguna sorpresa: los tipos se mantuvieron sin cambio, igual que en los dos encuentros previos. Quizá lo más llamativo de esta etapa del BCE no sea lo que hace, sino lo que deja de hacer, decidiendo por el criterio de “datos por delante de brusquedades”. La entidad consideró que el actual nivel de tipos sigue siendo el adecuado y que no había urgencia de mover ficha.
Desde el punto de vista de la inflación, la lectura fue favorable: la tasa general interanual en la zona euro fue de aproximadamente 2,2% en septiembre. Y la inflación subyacente, es decir, excluyendo alimentos y energía, se mantenía en torno al 2,4%. Estos niveles dan al BCE cierta tranquilidad: la inflación está “contenida”, lo que le permite seguir sin actuar.
En lo que respecta al crecimiento, tampoco el panorama está iluminado con fuegos artificiales, pero hay señales de ligera mejora, y siendo un objetivo secundario, esto es suficiente. En el primer trimestre de 2025, según datos preliminares, la economía de la zona euro creció un 0,4% respecto al trimestre anterior, y un 1,2% interanual. Las proyecciones del BCE para el año apuntan a un crecimiento para 2025 de alrededor del 1,2%, frente a previsiones anteriores más bajas.
En estas condiciones, la decisión de mantener los tipos tenía mucho sentido. Además, las medidas de política monetaria tardan en hacer efecto. Lo que hoy decide el BCE no se refleja plenamente mañana en la economía real, en el crédito o en la inversión. En este momento, lo mejor era esperar y ver, no precipitarse.
Preocupa lo que sucede en Francia: su crecimiento está frenado y su panorama político es complicado. En lo que respecta a Alemania, el impulso fiscal está siendo más expansivo de lo habitual, buscando romper el estancamiento industrial y apuntalar una recuperación que podría contagiar al resto de la eurozona. La geopolítica, por su parte, ofrece algo más de tranquilidad. Y el último factor que condiciona las decisiones del BCE, la Fed, procedió de nuevo esta semana a otra bajada de tipos.
Dependiendo de la evolución de este gazpacho de factores, la reunión de diciembre podría ser mucho más movidita. Pero todo parece indicar que el BCE se encamina a un ciclo de recortes muy gradual, probablemente hasta llevar el tipo de depósito a torno al 1,5% a mediados de 2026. No habrá un desplome de tipos, sino un descenso a cámara lenta. O dicho en corto: bajadas sí, pero sin vértigo y con datos respaldando.
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