Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La preocupante paradoja económica del exuberante folclore andaluz
El sector del olivar puede dar un paso más hacia la sostenibilidad gracias a un proyecto de economía circular que están desarrollando desde la universidad. Gracias a esta investigación desarrollada por un equipo del Departamento de Ingeniería Química, Ambiental y de los Materiales de la Universidad de Jaén (UJA), han conseguido obtenero biomasa producida por una microalga que descontamina aguas procedentes de almazaras y acumula carbohidratos, proteínas y lípidos. Con estos elementos han generado bioproductos destinados a la industria energética, agrícola o cosmética.
En el estudio 'Production of Bioproducts from Wastewater Treatment Using the Microalga Neochloris oleoabundans', publicado en la revista Engineering in Life Sciences, los científicos aprovechan la carga contaminante de los vertidos oleícolas como fuente de nutrientes para el crecimiento controlado de la especie Neochloris oleoabundans. Este microorganismo es capaz de desarrollarse en entornos hostiles y convertir los desechos en materia prima reutilizable por la industria.
De esta forma, redujeron entre un 66% y un 94% de los principales compuestos nocivos de las aguas de almazara, alcanzando una calidad adecuada para su reutilización. Además, generaron una biomasa rica en compuestos de interés industrial, especialmente por su alto contenido en carbohidratos, hasta un 56%, y un 51% de lípidos, idóneos para la producción de biocombustibles, además de un 49,5% de proteínas aprovechables para biofertilizantes o alimentación animal.
Así, lo que tradicionalmente se consideraba un pasivo ambiental se recupera para el riego, a la vez que se extrae una biomasa microalgal con múltiples aplicaciones. “Impulsamos la economía circular no solo en el sector del olivar, pues el agua podría verterse a los caudales fluviales sin alterar el medio para regar cualquier cultivo”, explica a la Fundación Descubre, organismo dependiente de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación, la investigadora de la UJA Mª Lourdes Martínez-Cartas, coautora del estudio.
Los efluentes de almazara tienen un alto contenido en materia orgánica, sales y compuestos fenólicos que resultan contaminantes, con mal olor y gran capacidad fitotóxica, pudiendo causar graves alteraciones al medio si no se tratan adecuadamente. Una de las opciones más habituales es depositarlos en balsas al aire libre hasta su evaporación, lo que impide el aprovechamiento de un recurso escaso.
Para abordar este reto ambiental, el equipo trabajó con tres corrientes diferenciadas. Dos de ellas procedían de la almazara Cruz de Esteban de Mancha Real, en Jaén: el agua de limpieza de las aceitunas, generada antes de la molturación, y la de lavado del aceite, recogida tras la centrifugación. A esta se sumó una tercera de agua residual urbana, obtenida en la Estación Depuradora de Mengíbar, también en Jaén.
Tras analizar las mezclas lograron que el agua de depuradora diluyera la toxicidad de los fenoles y, al mismo tiempo, aportara nutrientes adicionales para que la Neochloris oleoabundans creciera con más estabilidad.
Como valor añadido a la biorremediación, la microalga acumuló durante el proceso proteínas, lípidos y carbohidratos en cantidades significativas. “Estos componentes convierten la biomasa en un recurso con distintas salidas, desde transformarse en combustibles renovables como biodiésel o bioetanol, utilizarse como fertilizante que devuelve nutrientes al suelo u otros subproductos de interés en sectores como la alimentación y la cosmética”, subraya la investigadora.
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