La preocupante paradoja económica del exuberante folclore andaluz

Tribuna Económica

Procesión Magna Mariana por el centro de Huelva.
Procesión Magna Mariana por el centro de Huelva. / Josué Correa

24 de noviembre 2025 - 05:59

El folclore español en general, y el andaluz en particular, con sus incomparables fiestas, es un firme candidato a ser el mejor del mundo. Esta afirmación no es fruto de una hipérbole andalucista cercano el 4D, sino que está fundamentada, por ejemplo, en que España aparezca como primer país del mundo en accesibilidad cultural, es decir en el disfrute de su cultura, en los ránkings de países del prestigioso y longevo medio UN News.

Aunque resultaría pertinente analizar las externalidades, positivas y negativas, de este gran folclore, campeón del mundo, sobre nuestra economía. Más aún cuando el folclore andaluz ha conseguido desbordar sus tradicionales límites temporales y espaciales. De esta forma, en no pocas ciudades, vivimos una never-ending Semana Santa todo el año. Buen ejemplo de ello ha sido la bella procesión Magna Mariana de Huelva un 20 de septiembre. O que desde Málaga y Sevilla buscamos expandirnos, con generosa ayuda pública, por el orbe cristiano. Con el singular experimento de llevar nuestros cristos y vírgenes a Roma. Incluso este folclore permite llamar la atención sobre el drama socioeconómico de los barrios más desfavorecidos de España, con demasiada frecuencia en urbes andaluzas, gracias a las “misiones” de nuestras más bellas devociones a los mismos. Lo que nos permite llevarles al menos consuelo espiritual, ante la frecuente ausencia del material.

Pero quizás la paradoja más preocupante, desde el punto de vista económico, es que, cuánto más exitoso es nuestro folclore, mayor peligro hay de que perdamos sus positivos efectos de arrastre sobre la economía andaluza. Buenos ejemplo de esta tesis serían los trajes de flamenca Made in China o el arte sacro pakistaní. De esta forma, cuánto más crece el folclore, mayor será la demanda de los insumos necesarios para el desarrollo del mismo, como los dos antes citados, lo que facilita que se alcancen economías de escala en su producción, favoreciendo la entrada de competidores internacionales con menores costes operativos. Desarrollar estrategias de política industrial, con claros incentivos fiscales, que defiendan la producción local y penalicen la competencia desleal basada en dumping laboral, se torna en una necesidad imperiosa, antes de que no quede ni una sola fábrica de trajes folclóricos en nuestra región o de que el edificio del Polígono de Arte Sacro de Sevilla se transforme en coquetos apartamentos turísticos.

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