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Miguel Ángel Noceda
España hace 50 años
El pasado martes, mientras España se medía a Turquía en el estadio de La Cartuja, miles de espectadores seguían cada jugada sin ser conscientes de la batalla invisible que se libraba en paralelo: la de la ciberseguridad.
Su protección estaba bajo la supervisión de Atos, la multinacional tecnológica que acaba de inaugurar en Sevilla su centro de operaciones de ciberseguridad número 18 en el mundo, el más meridional de Europa. En competiciones de este nivel, los sistemas pueden recibir millares de ataques en pocas horas, y el centro sevillano forma parte de la red global que Atos despliega para estos eventos críticos.
Las instalaciones, situadas a escasos metros de la estación de Santa Justa, son la culminación de más de dos décadas de presencia de Atos en Andalucía. Lo que comenzó en 2002 como una pequeña oficina en Tomares para servicios de telecomunicaciones es hoy un centro tecnológico desde el que se participa en el diseño, prueba y mantenimiento de sistemas para clientes de todo el planeta, incluidas las Olimpiadas o la UEFA.
"El objetivo es monitorizar servicios críticos a nivel nacional e internacional", explica José Manuel Rodríguez, director de Atos en Canarias y Andalucía. La meta es duplicar la plantilla actual del centro en los próximos dos años (hasta alcanzar los 500 empleados), impulsada principalmente por el crecimiento del SOC (Security Operations Center), el área de calidad del software y la especialización en SAP.
El trabajo que se realiza en estas oficinas sevillanas va mucho más allá de lo que sugiere su ubicación geográfica. Los proyectos son de gran envergadura: el más pequeño cuenta con un equipo de unas 13 personas; el mayor puede alcanzar las 60 o 70.
Entre los clientes más destacados figura Correos a nivel nacional, pero la lista incluye nombres que evidencian la capacidad técnica del centro: Ferrovial, con quien llevan casi una década desarrollando proyectos "muy punteros" en transformación digital e inteligencia artificial generativa; el servicio público del Gobierno francés; e incluso organismos como la OTAN y la Comunidad Económica Europea, específicamente para la zona Schengen.
"Esos servicios fueron la culminación y la evidencia de que Sevilla era un centro consolidado", recuerda Carmen Bustillo, responsable del equipo del centro de excelencia y directora de Desarrollo y Soporte de Proyectos Internacionales.
Inicialmente, el centro sevillano se había identificado para desarrollo y calidad en clientes nacionales, pero a partir de 2015 un cambio de dirección promovió el lanzamiento internacional. Hoy, Sevilla está reconocida dentro de la red de Atos Iberia como "el centro por excelencia de calidad del software".
La compañía cuenta con sedes en Madrid (la principal), Barcelona, Valencia, Valladolid, Toledo, Tenerife, Sevilla y las portuguesas de Faro y Lisboa. Cada una tiene sus especializaciones: Valladolid en telecomunicaciones, Toledo en tramitación electrónica. Pero cuando se trata de calidad del software o de proyectos que requieren capacidad de idiomas, Sevilla, Valladolid y Tenerife son las referencias.
La relación de Atos con la administración andaluza se remonta a más de 12 años. La compañía presta servicios de calidad del software para siete consejerías y organismos. “Definimos la metodología de calidad, determinamos cómo probar las aplicaciones y gestionamos los errores que aparecen”, explica Bustillo.
Entre los organismos para los que trabajan destacan el Servicio Andaluz de Salud, las consejerías de Empleo, Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural, y la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía. La compañía también trabaja para organismos como la Diputación de Jaén, las universidades de Jaén y Sevilla y el Ayuntamiento de Málaga.
Un ejemplo de esa capacidad técnica es el superordenador Hércules (CICA), suministrado por Atos y basado en la arquitectura BullSequana X400, que se sitúa entre los cinco más potentes de España. Este sistema, que según Patricia Luque, del área de negocio de la Junta de Andalucía en Atos, "refuerza el clúster andaluz de supercomputación", da servicio a las diez universidades públicas andaluzas y a centros de I+D que desarrollan su actividad en la comunidad.
La experiencia de Atos en grandes eventos deportivos es uno de sus mayores activos a nivel global. La compañía fue socio tecnológico del Comité Olímpico Internacional desde Salt Lake City 2002 hasta París 2024. Carmen Bustillo, que atesora una antorcha olímpica expuesta en las oficinas de Sevilla, ha participado en todas las ediciones de los Juegos durante ese periodo.
Los números dan vértigo. En París 2024 se recibieron miles de millones de impactos de seguridad. La preparación de unas Olimpiadas puede durar más de cuatro años y superar las 250.000 horas de pruebas. "Durante muy poco tiempo no hay opción de equivocarse", resume Bustillo.
Ese conocimiento acumulado en la red global de Atos se ha trasladado también a la UEFA, de cuyas competiciones de selecciones nacionales la multinacional es socio tecnológico. El trabajo es prácticamente el mismo que en cualquier otro servicio -desarrollo, calidad, soporte a producción- pero con un énfasis multiplicado en ciberseguridad y pruebas de rendimiento. "No te puedes permitir una caída del sistema", advierte Bustillo. La monitorización es constante antes, durante y después de cada partido, con la participación de diversos centros de Atos en función de las necesidades específicas de cada evento.
El centro de operaciones de ciberseguridad inaugurado hace unas semanas es, según sus responsables, una pieza clave para el futuro. Situado en una zona completamente aislada del resto de las oficinas, con acceso restringido, el SOC ya está parcialmente en funcionamiento con dos o tres clientes nacionales e internacionales.
"Necesitábamos tener un SOC en castellano", justifica Rodríguez. La elección de Sevilla responde a varios factores: la tradición de la ciudad en centros globales de servicio, su posición geográfica como punto más meridional de Europa para este tipo de instalaciones, la apuesta de la Junta de Andalucía por la ciberseguridad y el carácter joven del centro. Pero hay también un componente estratégico: "Hemos hecho mucho para fuera, pero poco para Andalucía. Eso es algo que queremos cambiar".
La idea es que el SOC atraiga talento y refuerce el desarrollo de negocio local, tanto en la administración pública como en el sector privado. "Por eso es bueno también que nos vean", señala Rodríguez, quien considera fundamental que las nuevas generaciones conozcan "lo que se hace" y las oportunidades que ofrece el sector.
Una de las revelaciones sorprendentes de la conversación con los responsables de Atos en Sevilla es su valoración sobre la formación. Carmen Bustillo es contundente: los titulados de ciclos formativos de grado superior están funcionando "mucho mejor" que los universitarios.
Desde 2018, Atos colabora con institutos de Sevilla, su provincia y Cádiz en programas de formación. En 2023 alcanzaron el pico: 190 personas en formación. Y los resultados, según Bustillo, son excelentes. "A nivel tecnológico y de conocimiento, un estudiante de FP puede venir sabiendo de Java, Angular, Python o React, mientras que el de carrera no ha tocado nada", compara.
La directiva, que es ingeniera informática, reconoce que la universidad aporta "una visión más transversal" y mayor madurez, pero en cuanto a preparación técnica práctica, la FP gana. "Yo no aprendí informática en la carrera", admite sin rodeos.
Otro mito que se derrumba es el de los idiomas. "Están viniendo con un nivel de inglés increíble, muchos con B2 certificado", asegura Bustillo. El francés es más complicado de encontrar, pero incluso en ese idioma Sevilla ha crecido significativamente. En el proyecto con el Gobierno francés, de ocho personas con capacidad en ese idioma, solo una procede de Marruecos; el resto son de Sevilla.
El problema, según la directiva, no está en la calidad de la formación técnica sino en la mentalidad. "Piensan que el mundo de la informática es solo Java y salen diciendo 'yo quiero Java moderno, no me pongas calidad del software, no me pongas robotización'". Hasta que no prueban otras tecnologías no se dan cuenta de las posibilidades. Bustillo relata el caso de dos jóvenes que se resistían a trabajar con plataformas de low-code. "Tardaron tres días en decirme 'esto es una flipada'", recuerda.
El problema, a su juicio, es que los centros educativos, se centran únicamente en desarrollo y no muestran la amplitud del sector tecnológico, que abarca desde la ciberseguridad hasta la automatización de procesos, pasando por el análisis de datos o la inteligencia artificial.
Lucía Fernández, miembro del equipo de QA (Quality Assurance) de Atos en Sevilla, es un ejemplo de esa diversidad. "Aunque mi perfil no es técnico -soy licenciada en Geografía y tengo un Grado en Grabado Calcográfico-, durante mis 25 años en Atos he formado parte de distintos equipos donde la interdisciplinariedad ha sido un valor fundamental", explica. Su experiencia demuestra que "la aportación de perspectivas diversas ayuda a crear equipos más ágiles y con mayores fortalezas".
La percepción sobre la ciberseguridad en las empresas ha cambiado radicalmente en los últimos cinco años. "Ya no están igual que antes, porque se nota en los servicios que demandan", observa Bustillo. No importa si es un pliego público o una propuesta privada: todos piden servicios de ciberseguridad y pruebas de seguridad.
José Manuel Rodríguez lo resume en una frase: "Ya hemos pasado ese Rubicón". Antes había que evangelizar, convencer. Ahora la concienciación ha llegado "a base de palos", especialmente con la oleada de ransomware. "Cuando el responsable de informática iba al de compras y le decían 'hay que invertir en ciberseguridad', respondían 'son gastos'", rememora Rodríguez. "Ahora se está viendo que es una inversión, porque no gastarse X dinero significa que se multiplica por 50 lo que te puede ocurrir".
Las empresas han cambiado su pregunta. Ya no se trata de "si me pasará", sino de "cuándo me pasará". Los casos de empresas cuya producción ha quedado paralizada por un ataque, o de ayuntamientos secuestrados digitalmente -ha ocurrido en Estados Unidos, Canadá y también en España, también en hospitales españoles- han servido de advertencia.
La democratización del acceso a la tecnología a través de la nube ha permitido que incluso las empresas pequeñas puedan contratar paquetes completos de seguridad sin necesidad de tener un responsable propio. "Es una forma de que nadie se quede atrás en la transformación digital", apunta Rodríguez.
El directivo insiste en la necesidad de una "seguridad holística, completa, en todos los sentidos". Y plantea una reflexión inevitable: cada vez que hay una innovación, los malos también innovan. "El ejemplo de la IA: los malos también van a utilizar la IA para lo malo. Son herramientas, como el cuchillo".
La inteligencia artificial está en boca de todos, pero ¿qué piden realmente las empresas? Según Carmen Bustillo, la pregunta clave es "para qué". "Se está pidiendo más el 'dónde puedo implementar la IA en mi negocio'", explica.
Atos ha desarrollado pruebas de concepto para clientes como Ferrovial, analizando casos concretos donde la IA generativa podría aportar valor. "Se ha visto que sí se puede en esa parte concreta, pero también se ha visto que hay otra parte en la que no tiene sentido", resume Bustillo. No todas las aplicaciones son susceptibles de mejorar con IA.
En el área de calidad del software, por ejemplo, la IA generativa puede reducir el esfuerzo en tareas como el análisis de documentos de diseño o la descripción de casos de prueba. Pero advierte: "Implantar una inteligencia artificial generativa no es de hoy para mañana. Tienes que entrenarla, darle información, ir depurando".
La conclusión de la directiva es esclarecedora: "No es que la IA vaya a quitarnos el trabajo, sino que nos vamos a convertir en consultores y auditores de la inteligencia artificial generativa". El factor humano seguirá siendo imprescindible.
José Manuel Rodríguez amplía la perspectiva histórica. La IA no es nueva: "En los 70 ya vimos a C3PO, un robot humanoide con IA". Lo que ha cambiado es que, con ChatGPT y herramientas similares, la IA se ha popularizado masivamente.
Pero la IA también plantea desafíos educativos. Carmen Bustillo cuenta una anécdota reveladora: "Mi hijo tiene 5 años y cuando nos pregunta algo y le decimos que no lo sabemos, dice 'pues pregunta al ChatGPT'". José Manuel Rodríguez va más allá: "Está sustituyendo a los padres, al psicólogo, al psiquiatra. Y hay que tener cuidado porque la IA está preparada para contestar siempre, pero no siempre es verdad".
El fenómeno de las "alucinaciones" de la IA -respuestas inventadas presentadas con total seguridad- preocupa especialmente cuando se trata de menores. "Los jóvenes están sustituyendo cosas por 'lo que diga ChatGPT'", compara Rodríguez. La labor de formadores y padres es fundamental para educar en el uso crítico de estas herramientas.
Daniel Martín Núñez, responsable de servicios de RPA (automatización robótica de procesos) de Atos en Sevilla, coordina a 13 profesionales en proyectos de automatización y actúa como experto técnico en plataformas de hiperautomatización, "afrontando los retos más complejos".
La robotización de procesos y la IA son, según los responsables de Atos, dos caras de la misma revolución tecnológica, junto con el Big Data, la realidad virtual o aumentada y las redes sociales. "La IA ahora se ha comido a la otra, pero realmente están juntos", matiza Rodríguez.
La visión de José Manuel Rodríguez sobre el futuro de Andalucía es ambiciosa. "De aquí a 10 años, tal como va Andalucía, si sigue este camino, puede ser el motor de España", pronostica. El directivo destaca uno de los factores que respaldan su apuesta: la decisión de la Junta de apostar por la digitalización y la especialización provincial.
Cádiz, Huelva y Sevilla se están posicionando en el sector aeroespacial. Sevilla comparte con Granada la administración pública digital, con el centro de IA aplicado a la Junta inaugurado recientemente en la ciudad nazarí. Málaga lidera en ciberseguridad, Almería en agrotech. Jaén y Córdoba se especializan en seguridad y defensa, con Córdoba albergando ya compromisos europeos para desarrollar un ecosistema de innovación en este ámbito.
"Andalucía en sí misma puede ser ese Silicon Valley europeo", sentencia Rodríguez. La apuesta pública por crear ecosistemas especializados de innovación es, en su opinión, el camino correcto.
El directivo contextualiza el momento histórico: "Es una revolución que, a diferencia de otras anteriores, es globalizada y democrática. Gracias al cloud, tenemos mejores elementos tecnológicos en casa que en la empresa y cualquiera puede tener en su casa un superordenador. Eso hace que cualquiera pueda participar en esa revolución", valora Rodríguez. Y apostilla: si en anteriores revoluciones los recursos estratégicos fueron el carbón o la electricidad, en esta revolución es el dato.
Rodríguez reconoce que es difícil dimensionar la magnitud de lo que está ocurriendo. "No nos damos cuenta porque estamos dentro, pero con el tiempo se verá todo lo que está ocurriendo en muy poco espacio de tiempo". Pone ejemplos visuales: en 2005, cuando se eligió al papa Benedicto XVI, la Plaza de San Pedro estaba llena de gente. Solo siete años después, en la elección de Francisco, la plaza estaba llena de móviles. Lo mismo ocurre con los conciertos, pero "con una diferencia: antes estabas con el mechero mirando el escenario. Ahora estás mirando el móvil, grabando la experiencia en vez de vivirla".
Esa reflexión sobre el uso de la tecnología conecta con otra sobre el narcisismo digital. "Nuestros padres se iban de viaje a Egipto y volvían con fotos donde salían pequeñitos y las pirámides grandes. Ahora la pirámide se ve pequeñita y tú la estás tapando porque lo importante eres tú. Nos venden el yo", analiza Rodríguez. Como sociedad, considera, "somos seres pendulares" y eventualmente habrá que recuperar el equilibrio para "darle protagonismo a lo que lo merece".
El mensaje final de los responsables de Atos en Sevilla es claro: quieren que los jóvenes vean que "desde aquí se han hecho grandes cosas y se pueden hacer grandes cosas". La lista de logros lo avala: han dado soporte a Inditex, Airbus, la OTAN, la UEFA y las Olimpiadas.
El centro de ciberseguridad recién inaugurado es solo el último capítulo de una historia que continúa escribiéndose. Con la mirada puesta en duplicar plantilla, ampliar el negocio local y consolidar a Sevilla como referencia sur europea en operaciones de seguridad crítica, Atos es un ejemplo de cómo la tecnología de primer nivel mundial puede desarrollarse desde Andalucía para el mundo entero.
En un momento de revolución digital sin precedentes, donde la formación, la ciberseguridad y la inteligencia artificial reconfiguran el mercado laboral y las relaciones económicas, conocer qué se hace en estos centros tecnológicos deja de ser una curiosidad para convertirse en una necesidad. Porque, como señalan sus responsables, lo que ocurre entre estas paredes no es ciencia ficción: es el presente de una región que aspira a ser protagonista del futuro digital de España y Europa.
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