Tribuna económica
Joaquín Aurioles
La deuda pública
Tribuna económica
España enfrenta un escenario financiero muy exigente derivado del elevado volumen de deuda pública. Creció en 27.466 millones de euros junio con respecto a mayo y roza los 1,7 billones, que equivale al 103,4% del PIB y nos convierte en uno de los países más endeudados del mundo. Pese a ello, la ratio deuda/PIB ha descendido 1,9 puntos en el último año y la previsión de Airef y el FMI es que lo siga haciendo durante los próximos años, aunque a partir de la próxima década es muy probable un acusado empeoramiento, debido, básicamente, a razones de demografía y envejecimiento.
El problema de fondo es que, si las previsiones se cumplen, el riesgo de insostenibilidad aumenta y los ajustes serán costosos y deberían comenzar cuanto antes. La deuda pública no es como la de las personas o las empresas. Estas nacen y mueren en algún momento, lo que significa que el riesgo de impago se traduce en una elevada probabilidad de no cobro. Los estados son diferentes porque nunca echan el cierre, lo que no significa que el riesgo de impago no exista. De hecho, las experiencias históricas de default son abundantes, especialmente en el caso español, pero la existencia de generaciones futuras y la potestad recaudatoria de los gobiernos altera radicalmente la perspectiva del prestamista.
La deuda pública tiene su origen en el déficit fiscal y su reducción exige su transformación en superávit. Sin embargo, incluso si la deuda aumenta y el déficit se mantiene, la situación no es necesariamente insostenible. Siempre existe la posibilidad de financiar la amortización con la emisión de nueva deuda, lo que significa que la situación solo será insostenible si el ritmo de endeudamiento es tan intenso que pueda ahuyentar al inversor y si el coste de la deuda, los intereses anuales, es asumible para las arcas públicas. En el caso de España, ambas circunstancias son elevadas (en el de los intereses, unos 30.000 millones en los últimos años), pero la realidad es que tanto los costes como la estructura de vencimientos han evolucionado de forma favorable.
La clave de la sostenibilidad está en el control del déficit y de la carga anual de intereses y ambas cosas dependen en buena medida de que el crecimiento de la economía sea superior al tipo de interés nominal de la deuda. El umbral de la dinámica del endeudamiento suicida está en el conocido como efecto “bola de nieve”, que aparece con la necesidad de pedir préstamos para hacer frente al pago de los intereses.
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