El brujo y los trenes de la bruja

Los pajes del equipo económico de Moncloa no paran de recargar de caramelos la carroza del poder

El riojita es de tiesos

El negocio del vino de misa hace las Américas

Agentes de la Guardia Civil asisten a los viajeros del tren Huelva-Sevilla atrapados durante seis horas en medio del campo.
Agentes de la Guardia Civil asisten a los viajeros del tren Huelva-Sevilla atrapados durante seis horas en medio del campo. / M. G.

18 de diciembre 2025 - 04:00

España es un país donde el presidente del Gobierno anuncia por la mañana un bono único para el transporte, dedica el mediodía a brindar por las fiestas con la prensa en los salones de la Moncloa, y por la tarde hay trenes que se quedan parados hasta seis horas en medio de la nada. El brujo haciendo de las suyas y la bruja repartiendo escobazos a los incautos pasajeros, esta vez de un convoy que cubría el trayecto entre Huelva y Sevilla. Pero pudo ser un Sevilla-Madrid, un Madrid-Valencia o cualquiera de los que comunican ciudades españolas en las líneas de Media Distancia. El tren es motivo de chanzas, porque urge no perder el buen humor, mientras el brujo mueve la cuchara en el perol de las ocurrencias y distribuye las dádivas de su tómbola particular. ¡Bonos para el cine, bonos para el tren, diez días de permiso en caso de muerte de un familiar! ¡Con este Gobierno siempre toca, siempre toca! Si los trenes se paran es culpa de la fachosfera, la Brunete mediática, la Conferencia Episcopal, o de los señores de los puros y los coches de alta gama. Ser presidente del Gobierno consiste en ir subido en la carroza del poder para repartir descuentos y obtener blindajes para combatir los frentes judiciales y escándalos personales. Por lo que pueda pasarle al brujo, mejor que tenga la coraza puesta. Y que no suelte la cuchara del perol. Es que lo estamos viendo: "Díganle al equipo económico que me pase un borrador sobre cuánto nos sale el bono, que no tarden que tenemos que brindar con la prensa". Y ya hasta dentro de quince días. ¡Olé ahí ese tío que va ahí! El siete de enero veremos las nuevas pócimas, que las actuales no son fechas para broncas ni fangos. El presidente nos ha dejado su regalo a los pies del árbol. Y no ha sido el tren eléctrico que pidió toda una generación, ni la Mariquita Pérez soñada por las niñas españolas de los años treinta y cuarenta, las décadas preferidas del brujo. Nos ha dejado un bono para el transporte. Y la promesa de no verle hasta después de las pascuas. Pero sabemos que está. Se nota, se siente, el brujo está presente. La carroza se recarga de caramelos. Y los pajes del equipo económico nunca paran. La brujería no tiene horarios. Solo aparece o desaparece a conveniencia. Casi como los trenes.

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