El riojita es de tiesos

La venta a plazos permite soñar con una botellita de amontillado de 150 euros

Más allá de los impactos económicos

El negocio de los vinos de misa que hace las Américas

Copa de tinto.
Copa de tinto. / M. G.

11 de diciembre 2025 - 04:00

De toros no entienden ni las vacas, decía Antonio Ordóñez, el maestro de Ronda fallecido en Sevilla en 1998. Y de vinos suele entender el más pesado de la tertulia, que nunca es bodeguero. Ahora se le llama cuñado al que de toda la vida ha sido conocido como un simple enterado, figura que ha inspirado a alguna celebérrima chirigota. Vienen días de curvas en lo que a soportar enterados se refiere, sobre todo en materia de vinos. Ay, aquellos tiempos en que en los bares solo había mollate de la casa y, en todo caso, el Rioja de Paternina con la banda azul. Ahora te convidan a una copa de un amontillado de botella de 50 cl. que cuesta 150 euros y tienes que aguantar la brasa del tío. "Es potente en boca", te dice. Tan intenso como su prepotencia, que no tiene quien le haya escrito su particular nota de cata. "Eran tiempos de miseria cuando en los bares te ofrecían un riojita como el vino más cotizado", invade el mismo que se hace dueño de la reunión. ¡Es la economía, claro! Te metes en internet de forma discreta, consultas el vino y el algoritmo te intuye muy tieso porque te ofrece pagar en tres plazos de 50 euros la compra de una botella. Sin gastos de envío, oiga. ¿A cuánto sale la copa? ¿Y cuál es el precio de la copa servida en bar? Te vuelves loco. Sueñas con la potencia en boca, entras en delirio. ¡Es la economía, es la economía!, te grita una voz onírica. El riojita es de tiesos, de los años ochenta, de los tiempos de cabalgatas hechas con papel maché, de navidades de espumillón y brindis con Dubois. Ahora se lleva la potencia en el paladar, los maridajes de autor y gastar y gastar en el escapismo vitalista de estos tiempos de alegría retransmitida. De vinos entiende... el enterado. Y de economía, claro. "Esto es un vino de arqueología, mira el tono caoba", apostilla el mismo tipo que dice que Venecia se ve en una tarde, Andalucía es "idónea para el weekend" y te recomienda que ya no vayas a Japón. Todo lo cual sin que le hayas preguntado por ningún asunto en particular.

Cuando todo acaba, reflexionas sobre las oportunidades que ha dado la venta a plazos a tantas economías domésticas. Y la cantidad de dinero que se habrá tirado en compras absurdas en "incómodos" plazos. Como dice el abogado Pedro Molina, el mejor vino es el que cuesta poco y deja satisfecho. Es tiempo de caldos y de enterados. Huyan de los intensos. Y no nos referimos a los caldos, ni al tono de la caoba. Cuánta gente era feliz pidiendo simplemente un tinto. Y no lo sabían. Las cuentas cuadraban. Los plazos eran para pagar el coche o la lavadora. Y los enterados estaban más recluidos porque no tenían teléfono móvil. Solo había que soportarlos en las celebraciones, pero en esos momentos se compensaba la paliza con el riojita, el vino de calidad para los tiesos de antaño.

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