Cuatro claves para discutir una posible burbuja en la IA

Cuatro claves para discutir una posible burbuja en la IA.
Cuatro claves para discutir una posible burbuja en la IA.

11 de diciembre 2025 - 05:00

Pocas cuestiones se plantean con más frecuencia en ámbitos diversos, desde financieros a universitarios, o por inversores ocasionales, que la burbuja de la IA. Entre las opiniones, destaca la del BCE en su Informe de Estabilidad Financiera de noviembre, que presenta el Vicepresidente Luis de Guindos. La primera clave agrupa cinco alarmas que enciende e interpretamos libremente; una, la actual volatilidad muy reducida de los mercados de acciones, menor que la de los bonos de deuda, que nos parece muestra no una ausencia de riesgo, sino un sesgo de las expectativas alcistas del conglomerado IA. Otra alarma es la concentración en pocas compañías, principalmente norteamericanas, pues en el Nasdaq 100, 7 tienen el 43,6% de la capitalización total, y esto ha sido más o menos así en los últimos diez años, mostrando que a partir de una posición de dominio económico y político, tienen capacidad de control aún en un mercado en fuerte crecimiento y supuestamente competitivo. Tercera, el riesgo añadido de los bonos del Tesoro de EEUU, con un déficit fiscal descontrolado, se percibe en cómo la Reserva Federal detalla sin tapujos su intervención mediante compras, en un intento casi dramático de inspirar confianza. Cuarta, la expansión de las criptomonedas, pues los stablecoins mantendrán posiciones en bonos de Tesoro, complicando la gestión de la Reserva Federal; también hay grandes compañías que para lucir resultados corren riesgos en criptomonedas. Y quinta alarma, la fragilidad en liquidez, endeudamiento y opacidad del sistema no bancario, que amplificaría el estrés en una crisis. Añadimos las posiciones a corto sobre bancos y entidades de inversión que tengan en cartera acciones del conglomerado de IA, por quienes se sitúen en el lado bajista de la IA; ya están surgiendo contratos de derivados entre partes, que no necesitan tener la acción de la compañía para ir contra su valoración; y esto aplica también a los que tienen concedido crédito a compañías de IA, que aunque se paguen, sufrirán las consecuencias de una caída en las cotizaciones. La primera idea clave que sacamos es la fragilidad en los mercados financieros relacionada con la IA, y el riesgo es tal que compañías de seguros como AIG, Great American o WE Berkley no cubren los asociados con aplicaciones de IA por temor a fallos y mal uso en chatbots y por agentes .

Lo anterior describe la forma en que se materializaría una crisis financiera alrededor de la IA, pero es fundamental ver que dentro del conglomerado de IA hay compañías diversas, de software con desarrollos imaginativos de autogeneración, máquinas, almacenaje de datos, chips para que todo funcione, sus componentes y minerales, energía; todo ello en una compleja red internacional con conflictos políticos de localización y suministros, pero donde acaba imponiéndose el interés de las compañías. Y también, el producto que se ofrece, que va desde plataformas de redes sociales, entretenimiento y juego, servicios de transporte y hospedaje, a aplicaciones científicas, hasta ahora limitadas, pasando por lenguaje, información sistematizada sobre casi cualquier asunto, incluyendo cálculos, y la aplicación a la industria mediante robótica de percepción, razonamiento y acción. Una segunda clave sería, pues, la diversidad de desarrollos y aplicaciones de IA, por lo que una caída en cotizaciones no tendría que afectar igual a todas; se podría añadir que las condiciones de capitalización, endeudamiento y generación de ingresos difiere, y también que los principales ingresos de compañías como Meta, o Google, entre otras, vienen de la venta de software, almacenamiento de datos y publicidad, más que de desarrollos de IA propiamente dichos. Nvidia, por ejemplo, la mayor empresa del mundo por capitalización bursátil, se dedica a la fabricación de chips, y tiene una relación entre precio y beneficio de 43,6, Amazon está en 32,4 y Microsoft en 35; una tecnológica como la española Indra,

pese a una subida espectacular está solo en 20,5. La valoración es un tema complejo, y -salvando distancias- empresas nuevas como la gaditana Airtificial, sin expectativas aún de beneficios, llegan a un precio de 2,21 veces su valor contable. La rentabilidad por acción de Nvidia en el último año cae ligeramente y paga un dividendo pobre, cada vez menor, pero su deuda es baja e ingresa 57.000 millones en un trimestre; su CEO Jensen Huang, familiar por su aspecto amable y chaqueta de cuero, mantiene que la demanda de chips es ilimitada y están en una posición ventajosa en el mercado. Estas dos variables, demanda y competencia, son las claves tercera y cuarta del mantenimiento o no del valor de la IA que planteamos. En cuanto a la demanda, no acaba de responder a las inversiones fabulosas en el sector, y hay dudas sobre las ganancias de productividad en sectores que no disponen de bases masivas de datos; no parece probable que haya una retirada masiva de las redes sociales, pero tampoco que se aplique la IA de forma generalizada en la sanidad, la enseñanza, ni por ejemplo, al arcaico funcionamiento de la justicia, cuyos sesgos y arbitrariedades corregiría sin duda un buen sistema lógico de IA. Además, muchas de las aplicaciones que se dicen de IA son en realidad antiguos sistemas expertos de optimización, que utilizan la asombrosa capacidad actual de cálculo.

Y por último, como cuarta clave, está la competencia que, suponiendo el mantenimiento de la demanda, no llevaría al estallido de una burbuja, sino a que algunas compañías impusieran sus avances en tecnología y dominio de mercado frente a otras que perderían valor, dentro de una cierta corrección general en el sector y depreciación de la infraestructura creada. También puede darse un cambio tecnológico en la IA, en parte para superar limitaciones actuales como el acceso a la red eléctrica, un aspecto donde España es, contra lo que se cree, muy competitiva. Hay individuos como el virtuoso veterano Yann LeCun, o el joven Alexander Wang, que tienen todos los recursos del mundo para crear un nuevo paradigma de inteligencia aumentada, aunque para ello es necesaria la ingeniería de chips que imagina el premio Nobel John Martinis; sin embargo, es probable que las poderosas compañías actuales absorban o destruyan lo nuevo que pueda surgir, y sigan siendo el imperio dominante en la nueva galaxia de la inteligencia artificial.

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