Un HintCo español, oxígeno para el hidrógeno renovable

La estrategia de España de no apostar por un modelo de compra garantizada pone en riesgo del desarrollo de los proyectos de descarbonización industrial

Un tanque de hidrógeno en una instalación industrial
Un tanque de hidrógeno en una instalación industrial

10 de diciembre 2025 - 06:00

España presume de liderazgo en proyectos de hidrógeno renovable, pero la realidad es menos sólida: hay anuncios, hay subvenciones, pero falta mercado. Producir hidrógeno verde cuesta entre 5 y 6 €/kg, frente a 3 €/kg del hidrógeno gris. Sin contratos a largo plazo que garanticen demanda y precio, los promotores no pueden justificar inversiones que superan los 100 millones por planta. Las ayudas actuales –primas por kilogramo y subvenciones a la inversión– son necesarias, pero insuficientes para resolver el problema estructural: la falta de salida comercial.

Alemania ha optado por un modelo agresivo para resolver este bloqueo: HintCo, la Hydrogen Intermediary Network Company, creada por el Gobierno federal dentro del programa H2Global. Este mecanismo actúa como comprador único y estabilizador de precios. Firma contratos de hasta 10 años con productores internacionales de hidrógeno y derivados, y revende esos volúmenes en Alemania mediante subastas en la plataforma EEX. La diferencia entre el precio de compra y el de venta se cubre con fondos públicos, lo que garantiza rentabilidad para los productores y señales claras para la industria. Países Bajos sigue la misma estrategia y aporta financiación para contratos a largo plazo, con 33 millones €/año entre 2028 y 2036.

Además, HintCo ha empezado a cerrar acuerdos con Gobiernos fuera de Alemania, como Canadá, para organizar subastas de compra en proyectos desarrollados allí. En estos casos, el país aliado asume parte de la diferencia de precios que hasta ahora pagaba íntegramente Alemania. El objetivo es claro: HintCo necesita muchísimo hidrógeno renovable y busca socios internacionales para garantizar suministro. Además, ha lanzado una subasta específica para proyectos en países de la UE fuera de Alemania, lo que abre la puerta a que España se beneficie directamente y desarrolle proyectos con demanda asegurada. Esta oportunidad es estratégica: si España no se posiciona, otros países europeos ocuparán ese espacio.

Otros países también han entendido que la clave no es solo subvencionar, sino garantizar demanda con mecanismos públicos. Australia ha lanzado el programa Hydrogen Headstart, que ofrece contratos tipo CfD para cubrir la brecha entre el coste del hidrógeno renovable y el precio de mercado. Japón aplica subastas y contratos garantizados para importación de amoníaco verde y combustibles sintéticos, cubriendo la diferencia de precio con fondos públicos. Canadá prepara un esquema similar para exportación e importación de hidrógeno líquido. Incluso Estados Unidos, aunque no tiene un comprador único, utiliza el Inflation Reduction Act para ofrecer créditos fiscales y contratos estables que aseguren competitividad.

España, empero, no sigue esta estrategia de compra garantizada. Participa en el Banco Europeo del Hidrógeno, que ofrece hasta 4,5 €/kg durante 10 años, y ha reservado 465 millones para proyectos nacionales en 2025. También impulsa programas como Valles de Hidrógeno, que exigen compromisos privados de consumo del 60%, pero son acuerdos entre empresas, no un sistema público que actúe como comprador. El resultado es que los promotores siguen expuestos a la volatilidad del mercado y a la falta de demanda real. De los casi 400 proyectos anunciados en España, solo 11 están operativos. Algunos promotores estudian renunciar a ayudas concedidas por falta de compradores. El retraso en la transposición de la Directiva RED III agrava la incertidumbre regulatoria y frena decisiones de inversión.

Andalucía se juega mucho en esta ecuación. La comunidad concentra algunos de los proyectos más ambiciosos del país: el Valle Andaluz del Hidrógeno Verde, impulsado por Moeve –antigua Cepsa–, prevé inversiones superiores a 3.000 millones para producir hidrógeno en Huelva y Cádiz. Repsol también proyecta plantas en Puertollano y Cartagena, con conexiones hacia el sur. Además, Andalucía es clave en la futura red de H2Med, el corredor europeo que conectará la Península con Francia y Alemania. Sin un mecanismo que garantice demanda y precio, estos proyectos corren el riesgo de quedarse en papel mojado. La industria química y energética andaluza necesita contratos estables para justificar inversiones en electrolizadores, almacenamiento y logística. Si no hay seguridad comercial, las empresas priorizarán otros mercados más predecibles, como Marruecos, Argelia o Estados Unidos. El impacto sería doble: pérdida de empleo industrial y renuncia a convertir Andalucía en el gran hub europeo del hidrógeno, una oportunidad histórica para su economía.

Los informes especializados coinciden en el diagnóstico y en la solución. La Cátedra del Hidrógeno de la Universidad Pontificia Comillas, en su estudio “Retos regulatorios y de mercado para el hidrógeno renovable en España”, advierte que la primera ola de proyectos llegará entre 2026 y 2029 apoyada por subvenciones, pero sin contratos vinculantes la viabilidad financiera es limitada. La Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), en su documento “Propuestas para acelerar el despliegue del hidrógeno renovable”, reclama un mecanismo público que actúe como comprador único, similar al modelo alemán HintCo, para dar seguridad a los inversores y garantizar demanda. El informe de PwC para Hydrogen Europe, titulado “Hydrogen Market Design: Creating Demand and Price Signals”, propone contratos tipo CfD y cita HintCo como referencia para crear señales de precio claras y estables en Europa. Por su parte, Rystad Energy, en su análisis “Spain’s hydrogen ambitions face demand gap”, alerta de que España no ha esbozado planes para generar demanda interna y que, sin más ayudas y un mercado robusto, será imposible alcanzar los objetivos del PNIEC: 12 GW de electrolizadores en 2030.

Y no actuar tendrá consecuencias: pérdida de competitividad frente a Alemania y Países Bajos, riesgo de cancelación masiva –el 20% de los proyectos europeos ya están paralizados–, fuga de inversión y dependencia exterior. Para Andalucía, el coste sería aún mayor: perdería la oportunidad de liderar la transición energética en el sur de Europa y de atraer miles de empleos ligados a la producción y exportación de hidrógeno verde.

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