El empleo en la era digital

EL impacto de las tecnologías en el empleo es un tema recurrente en el Foro Económico de Davos. El último informe, presentado el pasado mes de enero y correspondiente a 2024, con datos de 2023, recoge la opinión de más de mil informadores cualificados en más de cincuenta países. Tan machacona insistencia refuerza cada año la importancia de los reajustes en el mercado de trabajo. La digitalización provocará que el 40% de las habilidades que actualmente encuentran acomodo en el mercado de trabajo pierda su valor y será una de las causas de la desaparición de más de 90 millones empleos hasta 2030, pero no la única. El cambio climático, la demografía, la crisis geopolítica y las guerras también contribuirán, además del aumento de la incertidumbre tras la irrupción de Trump, pero la buena noticia es que estos mismos fenómenos también permitirán la creación de nuevos empleos. Se estima que alrededor de los 170 millones, es decir, un saldo claramente positivo, aunque en procesos desconectados. Los expertos en técnicas cuantitativas para la gestión de la información (big data), tecnologías digitales (inteligencia artificial) e ingenierías tendrán las mayores oportunidades, junto a los relacionados con el cambio climático (energías renovables), mientras que los desplazados serán los oficios relacionados con las actividades administrativas convencionales y la comunicación no digital.

La productividad se refuerza como determinante de las oportunidades de empleo y de las condiciones de trabajo, afectando a cuestiones tan en boga como la jornada laboral, el teletrabajo o los salarios, pero sobre todo al papel estratégico de la educación. El vínculo entre las políticas de empleo y educativas se extiende más allá de la formación permanente para la adaptación de las habilidades y alcanza la propia definición del modelo educativo. El problema es que ni en las universidades ni en los departamentos gubernamentales de empleo y educación se advierte la tensión propia de un análisis introspectivo sobre el tema y todavía menos sobre sus implicaciones próximas. Para Andalucía es relevante que la adaptación tecnológica esté siendo más lenta en los servicios y la construcción, pero también el convencimiento, reflejado en el propio informe, de que el acceso a las tecnologías más innovadoras es menor en los territorios donde el ingreso por habitante es más reducido, lo que puede provocar el aumento de la desigualdad en empleo y paro.