Francia de fondo

Tribuna Económica

Emmanuel Macron, presidente de Francia. / Europa Press

12 de septiembre 2025 - 03:23

COMO se esperaba, el BCE decidió mantener sin cambios los tipos de interés en su reunión de ayer. Tras el proceso de relajación monetaria iniciado en junio de 2024, con ocho recortes de 0,25%, la institución ha optado ahora por continuar la pausa que inició en julio. Las principales variables que guían la política monetaria –inflación y, en un segundo nivel, el crecimiento– están, por el momento, bajo control. Esperar y ver es la estrategia elegida: no hay urgencia por actuar, y sí motivos para observar con atención los desarrollos económicos y políticos que se avecinan. Entre ellos, los de Francia.

Las nuevas proyecciones que facilitó ayer el BCE consideran que la inflación de la eurozona se situará en el 2,1% en 2025, 1,7% en 2026 y 1,9% en 2029, continuado en su proximidad al objetivo del 2%. En paralelo, el crecimiento económico de la eurozona esperado sigue siendo débil, pero positivo. Las últimas previsiones apuntan a un crecimiento del PIB del 1,2% para 2025 y en torno al 1% para 2026 y el 1,3% en 2027.

Donde sí se está gestando para la semana que viene un movimiento diferente es al otro lado del Atlántico. La Reserva Federal, que hasta hace poco se mostraba reticente a nuevas bajadas, parece haber cambiado de tono tras los últimos datos del mercado laboral. Así, todo indica que la próxima semana recortará los tipos. Esto marcará una clara divergencia entre ambas instituciones: mientras Europa opta por la cautela, EEUU busca reactivar una economía que empieza a mostrar signos de enfriamiento.

Para el BCE, los futuros movimientos vendrán condicionados especialmente por Francia, que se ha convertido en el principal factor de inestabilidad financiera dentro de la eurozona. Con una deuda pública cercana al 113% del PIB y un déficit fiscal del 5,4 %, el país ha entrado en el foco de los mercados. La incertidumbre política reciente ha elevado su prima de riesgo hasta los 82 puntos básicos, superando por primera vez en décadas a la de Italia, algo inédito en el contexto europeo.

Si esta tensión no se modera, el BCE podría verse obligado a activar el Instrumento para la Protección de la Transmisión, diseñado para contener episodios de fragmentación financiera. Al mismo tiempo, aumentarán las presiones para seguir bajando tipos, no solo para aliviar la carga financiera de Francia, sino también de países como Italia y España, donde la deuda sigue en niveles elevadísimos. El BCE es consciente de que, más allá de la inflación, el riesgo está en el corazón mismo de Europa: Francia es la nueva periferia.

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