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Carmen Pérez
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En un entorno global marcado por tensiones geopolíticas, guerras comerciales y la volatilidad de las monedas fiduciarias, el oro está recuperando un protagonismo que no tenía desde la década de 1970, entre otras cosas, por estar ocupando un lugar destacado en las estrategias financieras de los bancos centrales. Según el informe del BCE Gold demand: the role of the official sector and geopolitics, la acumulación de reservas de oro por parte de los bancos centrales ha alcanzado niveles históricamente altos. En 2024, el oro representó el 20% de las reservas oficiales globales, superando al euro (16%) y acercándose al dólar (46%).
Una de las principales razones es la diversificación de riesgos. Los bancos centrales buscan reducir su exposición a activos denominados en dólares o euros por una desconfianza creciente en el actual sistema monetario internacional, especialmente en un contexto de políticas monetarias expansivas y tipos de interés bajos. El oro mantiene su valor en tiempos de crisis, siendo una opción atractiva para protegerse contra la inflación y la devaluación de las monedas fiduciarias.
Del mismo modo, la creciente inestabilidad geopolítica ha llevado a muchos países a reforzar sus reservas de oro como medida de seguridad ante posibles sanciones o restricciones financieras. Eventos como la invasión de Ucrania han evidenciado la vulnerabilidad de los activos financieros tradicionales ante decisiones políticas internacionales. El oro, al ser un activo tangible y ampliamente aceptado, ofrece una mayor autonomía frente a estas presiones externas.
Y el tercer factor que ha empujado a los bancos centrales a acumular oro es la tendencia hacia la desdolarización. Muchos países quieren reducir su dependencia del dólar estadounidense, y el oro emerge como una de las más viables, ya que no está vinculado a ninguna economía específica y su valor es reconocido globalmente. Esta estrategia busca fortalecer la soberanía financiera y reducir la exposición a riesgos asociados a políticas monetarias de potencias extranjeras.
La acumulación de reservas de oro por parte de los bancos centrales es la respuesta estratégica a un entorno económico y político cada vez más complejo. Su capacidad para ofrecer estabilidad, independencia y protección frente a riesgos externos lo posiciona como un activo clave en la arquitectura financiera global. Los bancos centrales no solo están invirtiendo en oro: envían un mensaje político sobre el futuro orden económico global.
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