Tribuna económica
Manuel Alejandro Hidalgo
Andalucía 2025: La resiliencia no basta
Tribuna económica
La economía andaluza vive un momento dulce, casi desafiante. En un 2025 marcado por la incertidumbre global, nuestra región ha logrado mantener el pulso con un crecimiento previsto superior al 3%, apoyada en una resistencia numantina del mercado laboral y un consumo interno que tira del carro. Sin embargo, caer en la autocomplacencia sería el mayor error estratégico que podríamos cometer. Las luces largas nos advierten de que la inercia actual no será suficiente para sostener nuestro bienestar a largo plazo.
La situación actual presenta una paradoja. Mientras el empleo crece a un ritmo del 3,1% interanual en el tercer trimestre, consolidando una tasa de ocupación histórica, los cimientos externos parecen debilitarse o no ser tan proclives a fomentar nuestro impulso económico. La guerra comercial y el proteccionismo global, con el epicentro en los aranceles de EEUU, ya están pasando factura: nuestras exportaciones cayeron en estos últimos meses, en particular aquellas orientadas al país norteamericano. Andalucía, tradicionalmente abierta, no puede ignorar que el viento de cola internacional ya no será, y ya no es en cierto modo, quien nos impulse tan activamente en 2026.
Es por ello por lo que, para sostener el crecimiento cuando el ciclo cambie, debemos abordar tres retos estructurales ineludibles.
Primero, reindustrialización y productividad. Es una excelente noticia que los indicadores de la industria andaluza sigan con un fuerte impulso, pero la industria manufacturera necesita ganar margen y tamaño para no depender de los vaivenes energéticos. Debemos aprovechar esta ola inversora para modernizar el tejido productivo.
Segundo, capital humano y salarios. A pesar de la creación de empleo, los salarios reales pierden poder adquisitivo durante la segunda mitad de 2025. Además, existe una desconexión preocupante: reducimos el paro, pero las empresas no encuentran los perfiles que se necesitan. Sin una formación alineada con la demanda, el techo de crecimiento no está lejos.
Tercero, vivienda y cohesión. La escasez de oferta de vivienda amenaza con convertirse en un cuello de botella para atraer talento y emancipar a los jóvenes. No podemos permitir que el éxito turístico y las dificultades para construir tensionen el derecho a esta.
En definitiva, Andalucía hace los deberes a corto plazo, superando, aunque ligeramente, la media nacional en dinamismo. Ahora toca ejecutar con precisión quirúrgica las políticas adecuadas para transformar una recuperación cíclica en un modelo estructuralmente sólido. La resistencia ya la tenemos; ahora necesitamos la transformación.
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