Tribuna Económica
Carmen Pérez
El Día de la Liberación Fiscal
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LOS seis principales bancos españoles ganaron en conjunto 31.768 millones de euros en 2024, logrando un nuevo récord. Esta cifra es un 21% más que en 2023, y eso que el año pasado fue también completamente excepcional en cuanto a beneficios. Los tipos de interés en niveles elevados de los últimos años les están viniendo de perlas. En un doble sentido.
Por un lado, estos resultados se deben al ensanchamiento de su margen de intereses. Con los tipos elevados, han encarecido notablemente los préstamos a empresas y particulares, mientras que han optado por no remunerar prácticamente nada por los depósitos de sus clientes. Es decir, cobran mucho más por prestar dinero, pero no ofrecen la compensación acorde a quienes les confían sus ahorros. En 2024, por su actividad intermediadora desarrollada en España obtuvieron unos 16.000 millones de euros de beneficios.
La situación no es exclusiva de nuestro país. En toda Europa se ha reproducido el mismo fenómeno, aunque en algunos países ciertas entidades han mostrado una actitud más responsable. La fuerte concentración en el sector bancario en nuestro país, con una escasa competencia, ha podido favorecer que se comporten casi coordinados en su negativa a remunerar los depósitos.
Por otro lado, aunque ellos no pagan a los clientes por sus depósitos, les parece perfecto que se les remunere por los que ellos mantienen en el BCE. Y es que los altos intereses que los bancos perciben por los depósitos por encima de los obligatorios se han convertido en una fuente muy generosa de ingresos. Solo en 2024 estas operaciones han reportado a la banca española –son estimaciones porque ni el sector ni el Banco de España (nuestra sucursal del BCE) están siendo transparentes– unos 8.000 millones de euros. Se trata de un ingreso sin riesgo alguno, por el simple hecho de dejar el dinero “en reposo” en el BCE.
Algunos defensores del sector argumentan que durante los años de tipos de interés negativos fueron los bancos quienes asumieron pérdidas por mantener depósitos en el BCE. Sin embargo, esa etapa fue breve, los tipos negativos apenas se alejaron de cero y, además, el BCE implementó mecanismos para suavizarle a las entidades el impacto. En absoluto la situación fue simétrica respecto a la actual bonanza.
La retribución por parte del BCE por los depósitos de los bancos –la denominada facilidad de depósito– se considera un instrumento de política monetaria para luchar contra la inflación, pero su eficacia es muy discutible. Y ahora que las cantidades que está percibiendo la banca europea – ¡de todos nosotros! – sin asumir riesgo alguno son de un volumen tan descomunal que el debate se hace mucho más necesario.
Al tiempo de esta situación tan sumamente ventajosa, el Gobierno español instauró un impuesto extraordinario a la banca –unos 1.500 millones de euros al año –. Las protestas del sector bancario no se hicieron esperar y se presentaron como víctimas, advirtiendo de posibles efectos nocivos sobre la inversión y el crédito, cuando la cantidad es completamente llevadera con los extraordinarios beneficios que están obteniendo. Pero tienen razón, no se trata de imponer impuestos, sino de plantear los cambios en el actual sistema bancario que sean convenientes.
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