Dilemas morales

Tribuna Económica

26 de junio 2025 - 04:10

LA corrupción es mala y también la mentira, pero ambas han sido también la energía desencadenante de procesos ejemplares de prosperidad a lo largo de la historia. Y no solo económica, sino también de otras naturalezas, especialmente la militar. La mentira consiguió, por ejemplo, convencer a los nazis del lugar equivocado para el desembarco aliado, que permitió la derrota definitiva del III Reich. La corrupción, por su parte, es con frecuencia la única vía posible para enfrentar riesgos de desastre humanitario o el peaje imprescindible para el impulso de proyectos de contenido social en muchos lugares. También es malo robar en supermercados, sobre todo cuando se convierte en práctica impune y organizada, y la prostitución, especialmente cuando hay tráfico o explotación de mujeres, pero hay casos, siempre particulares, en los que el peso de la ley impacta contra las conciencias.

Los caminos de la corrupción discurren normalmente por los aledaños de las leyes y persiguen recompensas, que no necesariamente han de ser económicas. Ha sido frecuente en este país y en esta legislatura que decisiones gubernamentales busquen compensaciones de naturaleza política, en las que el interés general se confunde con el particular o corporativo. Es el caso de las condiciones impuestas para que la OPA del BBVA al Sabadell pueda seguir adelante, pese a la convicción de que los tres años de prorroga hasta la plena adquisición suponen un incentivo tramposo a la maximización de las compensaciones a corto plazo entre los responsables del Sabadell, sin garantía de coherencia a largo plazo en sus decisiones.

Cuando descubrimos el atajo hacia una fórmula que nos permite vivir mejor, es comprensible tomarlo, asumiendo los riesgos pertinentes, incluidos los de circular por terrenos prohibidos. Con frecuencia se trata de conductas reprobables, como el de las facturas sin IVA, pero en otras ocasiones la irritante maquinaria de la corruptela se encarga de adaptar las leyes al interés particular, con absoluto desprecio a la justicia y las conciencias. La amnistía, la rebaja de penas por malversación, tramitada por procedimiento de urgencia, o la financiación singular a Cataluña, enfrentan la legalidad circunstancial, resultado de la negociación de compensaciones políticas, con la justicia y las conciencias, pero disfrutan de la cobertura moral que proporcionan las leyes. La misma de la que carecen las prostitutas y los ladrones de alimentos en supermercados.

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