tribuna económica
José Ignacio Castillo Manzano
Andalucía, tan lejos de la Economía
tribuna económica
Todo economista andaluz que haya alcanzado cierta relevancia social se habrá visto alguna vez interpelado por la misma pregunta: ¿cuáles son los frenos a la convergencia de Andalucía? Para responder a la misma se puede acudir a los sospechosos habituales: debilidad en el tejido empresarial y en el modelo productivo; baja productividad laboral o, entre otros, una generosa tierra, con su rico e inclusivo folclore y buen clima, que facilita acceder a un bienestar más barato.
Pero rara vez se cita la más evitable, que sería el limitado debate económico que ha existido sobre cómo superar estos frenos. Andalucía fue la tierra de origen de grandes economistas patrios, como Tomás de Mercado o Flores de Lemus, o de ancestros andaluces también era el precursor de la teoría cuantitativa Ibn Jaldún. Pero qué lejos queda todo eso, y su recuerdo solo incita a la melancolía. La realidad es que actualmente nuestra participación en el debate económico nacional, no digamos en el internacional, es significativamente mejorable.
Todos podemos aportar más para solventar esta carencia, empezando por la sociedad civil. Ya que Andalucía no cuenta con instituciones que promuevan este debate con la fortaleza de las catalanas Cercle d’Economia o la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.
Tampoco es nada fácil encontrar investigadores que se dediquen al análisis de los problemas económicos de nuestra región en la plétora de facultades de Ciencias Económicas y Empresariales de que disponemos, públicas y privadas. Los incentivos del sistema universitario español favorecen que los investigadores se centren en estudios económicos no locales, más difícilmente publicables, para así progresar en sus carreras, y no existen incentivos regionales estables para contrarrestar esta falta de especialización regional, verdadera fuga de cerebros para la causa andaluza sin salir de nuestra tierra.
Pero este silencio económico también ha sido responsabilidad, desde sus inicios, de la Junta de Andalucía. Frente a otros profesionales, como abogados o maestros, no ha sido frecuente encontrar economistas en las salas de mando. Y la Junta no ha tenido demasiado éxito cuando ha pretendido desarrollar instituciones de excelencia para favorecer este debate. Por ejemplo, cuando intentó promover una universidad pública top en ciencias sociales, como sí hay en otras regiones, o cuando, bajo la dirección del economista Joaquín Aurioles (del Partido Andalucista, entonces coaligado con el PSOE), buscó desarrollar un potente centro de estudios económicos, que podría haber devenido en un IVIE andaluz. Otras alternativas nunca siquiera se han planteado, como crear un cuerpo de funcionarios émulo del de Economistas del Estado o, al menos, ofrecer una formación continua en econometría a los no demasiados economistas que tiene en sus entrañas. De hecho, parecería existir una cierta aversión endémica a los economistas, ¿cómo si no explicar que desde la creación de las medallas de Andalucía de Economía y Empresa solo la haya ganado un economista? Concretamente el gran historiador económico Ramón Carande, es decir, nunca la ha conseguido nadie que haya estudiado nuestro presente económico o propuesto un mejor futuro.
Este desapego por la economía ha sesgado históricamente nuestra acción de gobierno, no primando la evaluación socio-económica de nuestras políticas, o la búsqueda de experiencias exitosas. Por todo ello, bienvenido sea un medio especializado en la ciencia lúgubre como es El Conciso, con tan sobresaliente plantel de economistas y periodistas económicos. Desde sus páginas se contribuirá a revertir esta secular carencia, para que Andalucía vuelva a ser lo que fue, también en el debate económico.
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