Las familias cerveceras arrasan

Dolf van den Brink, CEO y presidente del Consejo de Administración de Heineken N.V., y Etienne Strijp, presidente ejecutivo de Heineken España con alumnos de Fundación Cruzcampo.
Dolf van den Brink, CEO y presidente del Consejo de Administración de Heineken N.V., y Etienne Strijp, presidente ejecutivo de Heineken España con alumnos de Fundación Cruzcampo. / M. G.

28 de octubre 2025 - 06:30

Hubo un tiempo en Andalucía en el que se recibía con una ola la venta de las grandes compañías del sur. Era la muestra, según aquella versión exculpatoria de lo que fue un vaciado empresarial, de que nuestros productos y sectores eran competitivos en el escenario internacional, y así se perdieron cajas de ahorros, bancos, eléctricas, bodegas y destilerías. Le sucedieron otros años menos negativos en los que, al menos, las ventas vinieron acompañadas de creación de fundaciones que de, un modo u otro mantuvieron, el vínculo con el territorio. Osborne y González Byass son casas centenarias que han vivido lo suficiente para ser contemporáneos de un renacer de compañías andaluzas ligadas al sector agroalimentario. Larga vida.

Osborne fueron los que crearon la Cruzcampo en Sevilla a principios del sigo XX, marca andaluza que hoy forma parte del grupo holandés Heineken. A diferencia de otras multinacionales que compraron para purgar el portfolio de competidores, los Heineken -es un grupo familiar- han tenido la osadía de llevar la cerveza sevillana al Reino Unido y, dos años después de su lanzamiento, están vendiendo algo más de un millón de hectolitros en cada ejercicio. Tal cantidad debe dar para dos millones de barriles, según el estándar de contenedor andaluz. De tal modo que los Heineken no sólo hacen buena publicidad con el flamenco, contratan a tipos ingeniosos como Pepe Baena para que le pinte botellines, sino que se atreven exportar una cerveza con tantos leales como detractores, lo que en sí es un hallazgo de marca. Por cierto, inédito.

La competencia de las casas cerveceras en España es bestial y ahora han trasladado esa batalla al mercado de las islas británicas, donde venden Cruzcampo, Damm, Estrella Galicia y Mahou. De hecho, los gallegos avanzan por varias provincias andaluzas con notable éxito, incluido Sevilla, lo que da cuenta de la vigorosidad de estas compañías que, además, de la cerveza tienen algo en común: todas son familiares.

Heineken lleva aún ese apellido; Mahou (San Miguel), con segunda sede en Málaga y comercializadora de la impagable Alhambra verde, fue fundada por un francés en Chamberí y aún sigue la saga; en Estrella Galicia sigue los bisnietos del fundador de Hijos Rivera y Damm es de Carceller. No es una causalidad, son compañías donde no sólo ha primado el beneficio y la supervivencia, sino el orgullo y el anclaje al terreno.

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